La
oración
Junto
al amor y la obediencia, la oración, es una de las claves de la vida
cristiana. La Biblia muestra que la vida espiritual solamente es
poderosa por medio de una vida de constante oración. Todos los
patriarcas, profetas bíblicos, apóstoles y hombres o mujeres que
amaban a Dios, sin excepción alguna, tenían una vida de oración, y
todo aquél que quiere seguir a Jesucristo necesita aprender a llevar
una vida plena de oración.
Para
que una persona se acerque a Dios, confiese sus pecados, se
arrepienta y se convierta, se necesita de la oración. Para que un
cristiano logre hacer las cosas que Dios le manda y obedecer sus
enseñanzas del Evangelio de la manera en que Él indica, se requiere
de la oración. Para que un siervo o sierva de Dios predique el
mensaje del Evangelio y pueda demostrar el amor de Dios a otros de
forma vívida, se requiere forzosamente de la oración. Orar nos
permite tener una comunión cercana y espiritualmente íntima con
Dios y fortalecer nuestra relación personal con Jesucristo.
La
oración es imprescindible, vital y urgentemente necesaria para
seguir a Cristo, pero es difícil entender su significado para aquél
que no tiene el hábito de practicarla. El apóstol Pablo reconocía
que el ser humano naturalmente no sabe cómo orar: “no
sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros”
(Romanos 8:26). Gracias a Dios, las Escrituras nos dan
enseñanzas fundamentales y contiene muchos ejemplos prácticos para
hacernos entender la oración y poder llevarla a cabo de forma
efectiva.
¿Qué
es la oración?
A
menudo se nos dice que orar es hablar con Dios. Aunque
esto es
cierto, implica mucho más.
Al orar,
reconocemos nuestra impotencia o
incapacidad de hacer las cosas solos, por nosotros mismos o con
nuestras propias fuerzas. Al
orar, admitimos que no somos
auto-suficientes y reconocemos la omnipotencia de Dios y
el poder que Él tiene de actuar en nuestras vidas, de intervenir
donde nosotros no podemos, y de manifestarse de acuerdo a Su
voluntad. Cuando reconocemos
nuestra dedibilidad,
Dios nos hace fuertes (2
Corintios 12:9-10;
cf. Joel 3:10). Al
orar, abrimos la puerta de
nuestro corazón a Dios,
esperamos su ayuda, expresamos lo que sentimos o pensamos
hacia él, y esperamos
con fe de que Él se
manifestará
en nuestra vida. Algunos
pasajes bíblicos nos enseñan que
orar también implica:
-
Abrir nuestra alma ante Dios, desahogándonos ante Él, entregándonos a Él (1 Samuel 1:11-17; Salmos 6; 62:8)
-
Consultar a Dios para preguntar si nuestros planes son aprobados por Él o para saber Su voluntad (1 Crónicas 23:2)
-
Elevar nuestra mente al cielo buscando la ayuda de Dios (Salmos 121)
-
Expresarle a Dios nuestra confianza y nuestra fe en Su palabra, aún en tiempos difíciles (Salmos 37:39-40)
-
Ir ante Dios, dejando todas nuestras cargas, cansancio o aflicciones en sus manos (Mateo 11:28; Lucas 23:46)
-
Llamar a Dios o invocar su nombre esperando su intervención (1 Crónicas 4:10, Jeremías 33:3)
-
Pedirle a Dios que no salve, nos bendiga y nos guíe siempre (Salmos 3:8, 28:9)
-
Pedirle a Dios que perdone nuestros pecados y escuche nuestras peticiones (Daniel 9:17-18; Salmos 4:1)
-
Platicar con Dios como con un buen amigo (Éxodo 33:4; Lucas 11:5-13)
-
Presentar todas nuestras peticiones ante Dios y echando ante Él toda ansiedad (1 Pedro 5:7)
-
Rogarle a Dios que nos auxilie en nuestros problemas (Daniel 9:18-19)
-
Suplicarle a Dios que Él manifieste su favor en la tierra (Daniel 9:17-21; Mateo 6:9-10)
¿Qué
NO
es la oración?
Algunas
personas rezan: repiten largos y sofisticados rezos prefabricados que
no entienden, otros acuden a Dios para que les conceda algún
capricho, y otros más, le piden a Dios un “ascenso” en base a
propias obras de justicia o piden cosas que son contrarias a la
voluntad revelada de Dios La Biblia indica que Dios no responderá
ese tipo oraciones. Dios no tiene favoritismos por palabras poéticas,
por nuestro conocimiento, nuestra forma de ver las cosas, ni por
nuestras buenas obras. Él nos escucha por amor, misericordia y
gracia; no por que seamos “buenos”; sino porque Él es bueno.
Otras
personas oran como si trataran de aconsejar a Dios, diciéndole
exactamente lo que haga, cómo lo haga, dónde lo haga, con quién lo
haga y cuándo lo haga. Tratan de explicar la situación con una
precisión inusual y un detalle exagerado, cómo si Dios no supiera
la situación, o como si Él no discerniera la razón por la cual lo
pedimos. ¡No debemos olvidar de que Dios es omnisciente y no
necesita consejos! (Isaías 40:12-15). Él no necesita
que “lo pongamos al tanto” de lo que está ocurriendo, ¡Él ya
lo sabe, mucho mejor que todos y con más detalle que cualquiera! Sin
embargo, Jesús dijo: “vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:8).
Los profetas enseñaron que aún antes de oremos, Dios incluso ya
sabe lo que vamos a pedirle (Isaías 65:24, Salmos 139:4).
Finalmente,
hay personas religiosas que piensan que por cantar canciones
religiosas, leer un libro religioso, leer la Biblia, escuchar un
sermón, o escuchar a otros hablar de Él, ya han cumplido con lo
necesario, sin embargo, nada puede sustituir la oración con Dios.
Repetir tras de alguien sin pensar, pasar tiempo en actividades
religiosas, pedir consejo a algún líder religioso, meditar con la
mente en blanco o pasar horas escuchando sin actuar son cosas que no
tienen comparación a una oración bíblica. La oración es más
importante que la música, que la misa, que el sermón, o que la
plática del hombre. Además, es un asunto personal que cada seguidor
de Jesús tiene la responsabilidad de aprender al pasar tiempo con
Dios; pero no sólo es una responsabilidad, sino un privilegio.
¿Porqué
es necesario orar? ¿De qué
sirve la oración? ¿Cómo
sabemos que Dios responderá?
Algunas
personas dicen que, “si Dios conoce todo, ¿qué sentido tiene
pedirle que haga algo?” O, “si Él de cualquier forma hará
Su voluntad, ¿para qué serviría orar? Pues bien, podemos
contestar que la Biblia explica que la voluntad de Dios siempre es
buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2), pero en el mundo
ocurren muchas cosas que no son de acuerdo a la voluntad de Dios, en
general: el pecado del hombre, la muerte y la condenación, pues no
son parte del plan original de Dios. Si todo lo que ocurre fuera
porque Dios así lo quiere, sería sensato pensar ¿qué sentido
tendría pedir algo que de todas formas se hará, con o sin nuestra
petición?, pero Jesús enseñó algo distinto. Él nos enseñó
a orar que se haga la voluntad de Dios en la Tierra (Mateo 6:10;
Lucas 11:2), evidentemente porque mucho de los
hombres hacen aquí no es Su voluntad. Por ejemplo, Jesús dijo que
“no es la voluntad de vuestro
Padre que está en los cielos
que ninguno de estos
pequeñitos se
pierda” (Mateo 18:14);
mismo mensaje del profeta
Ezequiel (Ezequiel 18:32; 33:11),
pero al mismo tiempo advirtió que no todos entrarán al reino de los
Cielos, sino sólo los que hacen la voluntad
del Padre celestial (Mateo 7:21).
Entendido
esto, la Biblia indica que es necesario orar, al menos por las
siguientes diez razones:
-
Hay cosas que Dios solamente concede por medio de la oración. Dios es un Dios misericordioso con todos y Él da el sol y la lluvia para buenos y malos (Mateo 5:45), pero Dios no concede todo a todos. En la Biblia también se nos dice que muchas personas “no tienen, porque no piden" a Dios (Santiago 4:2). Dios está más que dispuesto a ayudarnos a todos y a suplir nuestras necesidades si ponemos nuestra fe en Él; Él quiere ayudarnos en nuestras tribulaciones e intervenir en nuestra vida, y aunque puede hacerlo cuando Él quiera, Cristo nos enseña que si queremos recibir, debemos de pedir (Lucas 11:9-11). La implicación es que, en muchas cosas, aquél que no pide, no recibirá. Dios quiere que le presentemos nuestras peticiones (sean “grandes” o “chicas”) a Él, y no que sólo las pensemos (Filipenses 4:6). ‘ Nunca debemos creer que nuestras peticiones son muy pequeñas o muy grandes para traerlas delante de Dios. Como cristianos debemos orar por todo estando seguros de que Dios nos escucha, se preocupa por nosotros y actúa a nuestro favor’. Muchas veces, los humanos no nos damos cuenta de que ‘la distancia entre un problema y su solución es la distancia entre nuestras rodillas y el suelo’. A menudo confiamos más en nuestra propia capacidad o estretegia para resolver un problema, pero no debe ser así. ‘Tu vida de oración refleja cuánto dependes de tu propia habilidad y qué tanto crees realmente en Dios. Mientras más confianza propia tengas, orarás menos. Mientras menos autoconfianza tengas, tendrás que orar más’Jesús enseñó que Dios le da a todos los que le piden, y Dios le abre a todos los que toca a su puerta (Lucas 11:10, Mateo 7:8). No debemos dar por sentado el hecho de que Dios será como un mayordomo que pone en una charola todo lo que su amo requiere. Un mayordomo trabaja solo para satisfacer a su amo, pero Dios no es nuestro mayordomo. Dios tampoco es un genio de la lámpara que se presentará atento ante nosotros para cumplirnos nuestros deseos. ¡Dios es el Rey de Reyes del universo, y somos nosotros los que estamos para servirle a Él como mayordomos, no Él a nosotros (Lucas 17:7-8). En una parábola, Jesús indica que debemos pedir a Dios de la misma forma en que una viuda le pediría justicia a un rey muy importante, y agrega que podemos estar seguros de que Él no tardará en responder si le pedimos constante e insistentemente (Lucas 18:1-8). Pero ‘Dios no te dará más de sí mismo a menos que tú le des más de ti mismo’. Nosotros somos los que debemos buscarle a Él.
-
La oración no cambia a Dios, pero sí nos cambia a nosotros: C.S. Lewis dijo: "Oro porque no puedo yo solo. Oro porque soy indefenso. Oro porque la necesidad fluye de mi todo el tiempo, al despertar, y al dormirr. No es algo que cambie a Dios; es algo que me cambia a mí". No es Dios quien necesita de nosotros, sino nosotros a Él. Pasar tiempo de oración con Dios es algo que Él usará para formar nuestro carácter. Dios no necesita cambiar, y Él es el mismo, ayer, hoy y siempre, pero nosotros sí necesitamos cambiar. El modelo de oración que enseñó Cristo nos incita a confesar nuestros pecados, a arrepentirnos y a perdonar (Mateo 6:9-13); y su ejemplo de oración también nos dirige hacia el amor, la permanencia en la fe y la unidad (Juan 17:9-11). Al orar, Dios fortalece nuestro espíritu, ilumina nuestra alma, nos prepara para superar lo que pasó, para soportar lo que ocurre y afrontar lo que vendrá, nos ayuda a sobreponernos ante el sufrimiento, las debilidades y las aflicciones, y nos moldea para vivir de acuerdo a su voluntad, encaminados a su dirección. Cuando oras, “limpias primero lo de dentro del vaso y del plato” (Mateo 23:26). Te preparas para salir y servir con agrado, y lo podrás hacer, no como una carga, sino como bendición, una oportunidad y un privilegio. Al ora, incrementar nuestra confianza, incrementa nuestro amor por los demás y se afirma nuestra fe; nos dejamos de angustiarnos por el mañana (Mateo 6:34) y disipará nuestros miedos inecesarios. Dwight L. Moody dijo que el que se arrodilla más, se pone de pie mejor. ‘Un hombre que dobla sus rodillas ante Dios, podrá permanecer de pie delante de los hombres’. ‘El que se arrodilla ante Dios sabrá estar en pie ante cualquier situación difícil’. ‘El hombre que está en intimidad con Dios, no se deja intimidar por los hombres’. Por ello, Leonard Ravenhill dijo: ‘Si quieres una nueva personalidad, esto es lo que te digo: la única manera en que puedes conseguirla es a través de una vida de oración. No se puede estar orando y permanecer sucio; no se puede estar orando y aferrarse al resentimiento; no se puede estar orando y tener amargura. Muchas veces se culpa al diablo, pero nosotros mismos somos los que saboteamos nuestras vidas de oración’.
-
La oración es la principal manera de acercarnos a Dios, estar con Dios y conocerle más: Muchas personas creen que la forma de acercarse a Dios es yendo a la iglesia, pero esto es un gran error. ‘Dios no te dará más de sí mismo a menos que tú le des más de ti mismo’. ‘En la Iglesia todo el mundo quiere el púlpito, pero ¿dónde están los que quieren orar?’. Miles de personas en el mundo están lejos de Dios y siguen yendo a la iglesia, leyendo la Biblia o participando en actividades religiosas. Los fariseos estudiaban las Escrituras mucho, pero Jesús les dijo: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí! y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39). ‘Hay una enorme diferencia entre conocer la Palabra de Dios y conocer al Dios de la Palabra’.‘Un hombre puede estar estudiando porque su cabeza está hambrienta de conocimiento, aunque sea bíblico; pero uno ora cuando su alma está hambrienta de Dios’. ‘Mucha gente habla de Dios, pero realmente pocos hablan con Dios’. ‘ Si se estudia la vida de los hombres de Dios en la Biblia se podrá concluir que la forma primera de acercarse a Dios es con oración y la entrega total a Él. El cuarto de oración no admite ninguna actuación’. La oración es la forma inmediata que podemos estar con Él, acercarnos a Él, entablar una conversación y una relación personal con Él, y aprender a depender de Él en vez de depender del hombre. Lo mejor es que la Biblia nos promete que si nos acercamos a Dios, ¡Él se acercará a nosotros! (Santiago 4:8). No importa cuán lejos estemos de Dios: Él siempre está a una oración de distancia. Dios nos manda a acercarnos confiadamente a su trono para alcanzar la misericordia y hallar la gracia que necesitamos para la ayuda oportuna (Hebreos 4:16). La Biblia reafirma: “Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye” (1 Juan 5:14). Sabiendo esto, ‘la pérdida más grave en la vida no es perder un brazo, a un amigo o sufrir una tragedia, sino perderse de la relación con Dios’.
-
Por la oración, Dios nos dará el descanso para nuestras almas: ‘La gente dice que quiere la paz mundial, pero rechaza al Príncipe de Paz’. Pero Dios dice: “¿Sufre alguno entre visotros? Que haga oración” (Santiago 5:13). “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35). "Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso" (Mateo 11:28-30). Al dejar todo en manos de Dios, Él eventualmente nos dará esa “paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Si confesamos nuestros pecados, Él será fiel para perdonarnos y quitará nuestras culpas (1 Juan 1:9). El rey David dio testimonio de esto (Salmo 27:14; 40:1). El profeta Isaías también escribió que Dios renovará las fuerzas de aquellos que esperan en Él (Isaías 40:31). Si aprendemos a perseverar en oración en nuestro pensamiento cada día, Él nos dará paz, porque escrito está: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3). Hablar con Dios durante 5 minutos puede darnos la felicidad durante 24 horas, y la cura para un corazón roto es tiempo a solas con Jesús. Cuando oras, experimentas el gozo, la paz de Cristo (Juan 14:27) y te abres a sentir la presencia de Dios y ver su mano obrando en tu vida y ‘un momento en la presencia de Dios puede renovar todas tus fuerzas’.
-
Por la oración, Dios nos da entendimiento para conocer su voluntad: Hay cosas que ningún hombre o persona sabe y necesitamos la sabiduría de Dios. Él es el que revela sus propios misterios (Daniel 2:47), por lo cual debemos orar a Él. En oración, Dios nos puede revelar su propósito particular para nuestra vida, indicarnos nuestras fallas, obligaciones o misiones, y responde nuestras preguntas. Santiago 1:5 dice: "si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". Él promete que si nosotros clamamos a Él, Él nos responderá (Jeremías 3:33). Cuando oras, Dios te concede discernimiento (habilidad de distinguir entre cosas distintas, buenas y malas), y te abre el entendimiento para entender mejor la revelación de Cristo o la palabra de Dios. Mark Batterson señala que ‘El propósito de la oración no es que Dios entienda lo que nosotros queremos, sino que nosotros podamos discernir lo que Él quiere’. Él puede poner pensamientos inesperados en nuestra cabeza mientras esperamos su respuesta, o puede hablarnos en el espíritu. Por su puesto que hay muchas maneras en que Él puede darnos dirección, pero la oración es una de las principales. Él nos llama a no confiar en nuestro propio entendimiento sino a reconocerle en todos nuestros caminos (Proverbios 3:5-8).
-
La oración nos enseña a disciplinarnos en santidad como discípulos: Jesús dijo "Velen y oren para que no entren en tentación, el espíritu a la verdad esta dispuesto, pero la carne es débil" (Marcos 14:38). Si no nos mantenemos orando, es muy fácil caer en fallas y somos más propensos al pecado porque nuestra cercanía con Dios será menor. Ravenhill dijo: ‘El que peca, deja de orar, pero el que ora, deja de pecar’. Al orar, entrenamos nuestro espíritu en la negación personal, que es un requisito necesario para vivir cada día siguiendo a Jesucristo (Mateo 10:38). ‘Para esta época hambrienta de pecado necesitamos una iglesia hambrienta de oración’.
-
La oración es necesaria para estar firmes en las luchas espirituales: Orar es necesario porque el diablo está constantemente en guerra contra los que siguen a Dios. La Biblia dice que "nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales", por lo cual debemos revestirnos en el Señor y el poder de su fuerza; unas de esas armas contra el enemigo es la oración (Efesios 6:10-20). La Biblia también dice: “Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Jesús dijo que Él nos envió "como ovejas en medio de lobos" (Mateo 10:16) y Él mismo fue tentado por el diablo. Las batallas no se ganan "con ejército, ni con fuerza, sino con el Espíritu de Dios" (Zacarías 4:6). Las batallas espirituales sólo se logran cuando el Espíritu de Dios gana en nuestro espíritu. John Flavel dijo: “El diablo es consciente de que una hora de comunión cercana y conversación apasionada con Dios en oración puede ser capaz de traer abajo lo que él ha tratado de estar planeando y construyendo por años”. El enemigo trata de limitar nuestra oración porque él sabe que nuestra oración lo limita a él.
-
Dios recompensa a quienes diligentemente le buscan: Esta verdad bíblica es afirmada como tal en la Biblia (Hebreos 11:6). La afirmación de que el Padre Celestial recompensa en público a aquellos que pasan tiempo secreto de oración con Él también fue enseñada por Jesucristo (Mateo 6:6). La cuestión es concreta: ¿Quieres ser recompensado por Dios? ¿Quieres que Dios te cumpla tu petición?... ¡Ora a Él! Aunque haya grandes dificultades, las Escrituras nos indican que Dios tiene buenos planes para nosotros (Jeremías 29:11) y que Dios siempre está dispuesto a ayudarnos en tiempos difíciles (Salmos 46:1-2). Dios se acerca al que le invoca de verdad (Salmos 145:18). Dios es piadoso al escuchar nuestra voz (Isaías 30:19). Él se deja encontrar por todo aquél que le busca de todo corazón (Jeremías 29:13). Dios no rechaza los ruegos de los desposeídos [los que algo les falta] (Salmos 102:17). Dios no rechazará a ninguno que vaya hacia Él (Juan 6:37). Dios recompensa a los que le buscan (Hebreos 11:6). Dios recompensa a quienes pasan tiempo secreto con Él (Jeremías 33:3).
-
Dios puede cambiar el rumbo de lo establecido cuando hay oración: La Biblia dice que, hay casos en los que, aunque Dios ya haya anunciado hacer algo, si ve un acto de oración humilde, puede modificar sus planes. Si la tierra está destruida por causa de pecado, Dios puede sanarla por la oración de su pueblo (2 Crónicas 7:14). Si alguien está por morir, Dios puede sanar a la persona con la oración ferviente y arrepentida de tal persona (Isaías 38:1-5). Si una nación se aparta del pecado, Dios se puede retractar del castigo que tenía pensado para ellos (Jeremías 18:8). La misericordia de Dios es extraordinaria y cuando Él recibe una oración adecuada, Él puede hacer grandes cambios en la vida de las personas. Una oración en privado Dios puede incluso devolver la vida a los muertos (Hechos 9:40). No importa si la situación parece muy mala o terrible. A partir de la ceniza, Dios puede crear un óleo de gozo, a partir de huesos muertos, Dios puede dar vida, y a partir de tragedias o situaciones lamentables, Dios puede hacer que todas las cosas trabajen para bien o a favor de aquellos que le aman (Romanos 8:28-30). Pero los milagros no ocurren cuando nos preocupamos, sino cuando oramos.
-
Con la oración, podemos interceder a favor de otros y Dios responderá: Dios está atento a la oración de aquellos que le sirven (Salmos 34:15). Por eso muchos hombres de la fe oraron, intercediendo a favor de otras personas, y Dios les otorgó su petición. Por mencionar algunos ejemplos, Abraham oró por la sanidad de Abimelec (Génesis 25:21), Isaac oró por su esposa Rebeca (Génesis 25:21), Moisés oró por el faraón y su pueblo (Éxodo 10:18, 32:11); Moisés también oró para que el incendio del campamento se extinguiera (Números 11:2), y para que Dios quitara plagas y castigos (Hechos 13:2-4), Elías oró para que lloviera después de una sequía (1 Reyes 17:1-45), Job oró para que Dios perdonara a sus amigos (Job 15:4) y Jesús oró por sus enemigos en la cruz. En todos los casos, Dios respondió, y nosotros estamos llamados a hacer la misma intercesión por los hermanos (Santiago 5:15-18; 1 Juan 5:16). Si Dios escucha favorablemente a sus hijos y nos manda hacerlo, debemos usar la oración para pedir por el bienestar de los que no saben pedir o no le conocen, para que puedan conocer su amor. Andrew Murray dijo: “Cada vez, antes de interceder, guarda silencio primero y adora a Dios en Su gloria. Piensa en lo que Él puede hacer, y cómo se deleita en oír las oraciones de sus redimidos. Piensa en tu lugar y privilegio en Cristo ¡y espera grandes cosas!”
Los
hijos de Dios
por medio de la fe en Cristo
(Juan 1:12) podemos
estar totalmente seguros de que Dios nos escuchará porque
Dios es como un Padre
compasivo para aquellos que le temen (Salmos
103:13). Dios
es nuestro Padre compasivo
que le da buenas cosas a los
hijos que le piden (Mateo
7:11) y
Dios
está atento a las súplicas de los
justos (1
Pedro 3:12).
Él
cuida
de nosotros (1
Pedro 5:7)
y
Dios nos estima mucho y nos ama (Isaías
43). Aun
para quienes no han aceptado a Cristo, Dios promete mostrarles Su
Camino si lo buscan de verdad y lo buscan de todo corazón (Jeremías
29:13).
¿Por
quién hay que orar?
En
la Biblia, todos los patriarcas, profetas y apóstoles oraban por sí
mismos, porque sabían muy bien que la relación con Dios es algo
personal. Sin embargo, los hombres de Dios también oraban por las
personas a su alrededor porque sabían el deber de “Amar
a tu prójimo como a ti mismo”
(Mateo 22:39).
En la Biblia vemos
que podemos orar y hacer
rogativas a Dios por toda
clase de personas:
-
por la pareja (Génesis 25:21),
-
por los padres (1 Reyes 8:25-26)
-
por los hijos (Génesis 17:18, Job 1:5; 2 Samuel 12:16-17; Lamentaciones 2:19, Mateo 17:15, Mateo 15:22, Lucas 8:4).
-
por los hermanos (Colosenses 1:9)
-
por otros familiares (Génesis 18:16-33)
-
por los siervos de uno (Lucas 7:1-10)
-
por el jefe (Génesis 24:14)
-
por los amigos (Job 42:10, Juan 15:13)
-
por la gente del pueblo o la ciudad donde uno vive (Números 21:7, Daniel 9:1-19, 2 Crónicas 30:18, 32:20)
-
por todos los santos (nuestros hermanos en Cristo y todos los conversos en el mundo) (Efesios 6:18)
-
por los creyentes que han caído en pecado (1 Juan 5:16)
-
por los enemigos (Éxodo 8:9-10, 8:28, Mateo 5:44, Salmos 109:4, Lucas 6:28, 23:34, Hechos 7:59)
-
por todos los que predican el Evangelio (pastores, misioneros, servidores) (Hebreos 13:17-18, 2 Tesalonicenses 3:1)
-
por todas las autoridades (amos, reyes, gobernantes, jefes, líderes, padres, maestros) (1 Timoteo 2:2)
-
por los que sufren adversidades (Santiago 5:13-14)
-
por aquellos que nos lo han pedido (Lucas 6:30)
Debemos
también recordar que la oración a favor de otros, siempre es por
aquellos que están vivos. Las Escrituras afirman que no hay más que
hacer por los que ya murieron, pero “para cualquiera que está
unido con los vivos, hay esperanza” (Eclesiastés 9:4). Por
eso debemos orar unos por otros: en resumen, “por todos los
hombres” (1 Timoteo 2:2).
¿A
quién dirigir nuestra
oración?
Nuestra
oración siempre
debe ser dirigida a Dios.
Dios
(YHWH)
es
una
Trinidad, es decir, tres personas, partes o manifestaciones de Dios
es una misma esencia: Padre,
Hijo y Espíritu.
Nuestra
oración puede ser
dirigida a cualquier parte
de la Trinidad,
pues
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son UN
sólo Dios
y
Un
mismo
Dios, el
único
Dios verdadero.
En
la
Biblia
hay
ejemplos de oraciones
dirigidas
a Dios Padre (por
ejemplo Salmos
89:26, Jeremías 3:19, Mateo
6:9, Lucas 11:2),
pero
también
ejemplos de oraciones dirigidas a su
Hijo
Jesucristo (Hechos
1:24, 7:59-60, 2 Corintios
12:8, 1 Corintios
16:22, Apocalipsis 22:20) y
otros
donde los creyentes platican con
la
voz del Espíritu
Santo (Hechos 8:29,
10:9-48, 11:1-17,
13:2-4).
Cualquiera
que
espera
en
al Hijo,
espera en
Padre y
en el Espíritu, y cualquiera que espera en el Padre, espera en Hijo
y en Su
Espíritu.
Los
patriarcas y apóstoles oraron a Dios
Padre
(YHWH)
pero
no toda la gente en el tiempo de Jesús sabía si también podían
orar al Mesías.
Jesús
les
dijo:
“Todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo”
(Juan 14:13). “En
verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre, os lo dará en mi
nombre. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y
recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. Estas cosas os he
hablado en lenguaje figurado; viene el tiempo cuando no os hablaré
más en lenguaje figurado, sino que os hablaré del Padre claramente”
(Juan 16:23-25).
¿Dónde
debemos orar?
Cristo
dijo que, si queremos recompensa de Dios, no debemos orar frente a
los templos o en las esquinas de las calles con la intención de
llamar la atención o ser vistos por otras personas (Mateo
6:5). ‘El
secreto de la oración, es la oración en secreto’. Jesús
indicó
que debemos
pasar tiempo íntimo con Dios debemos entrar a nuestra habitación o
cuarto de oración y
esto es clave pare recibir la respuesta de Él:
“Pero tú,
cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta,
ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará”
(Mateo 6:6).
Sin
embargo, esto no quiere decir que este sea el único lugar para orar.
La Biblia nos muestra que podemos
y
debemos
orar en cualquier lugar.
Podemos
orar en cualquier lugar que
esté apartado de la
multitud para enfocarnos
mejor y evitar distracciones,
como lo hacía Jesús
(Mateo 14:23, Juan 6:15).
Podemos orar en medio de la
congregación o en
el templo (Isaías 56:7, Mateo 21:13). Podemos
orar en nuestra mente
mientras vamos caminando por la calle. Podemos en
cualquier otro lugar en el que estemos si
invocamos el nombre de Dios con sinceridad y
de todo corazón. Podemos
orar en la casa (Hechos 10:30-31), o
en la azotea (Hechos 10:9-16).
Podemos orar en el momento
mismo en que estamos siendo perseguidos por
nuestros enemigos (Hechos 7:55-60),
o en el mismo momento de la muerte, como Jesús. La Biblia nos indica
que debemos orar en toda situación (Efesios 6:19; 1 Tes.
5:17).
Puede
ser en una fila en el supermercado, en el transporte, en la escuela,
en el trabajo, en cualquier lugar público o en cualquier parte de la
casa. El profeta y rey David escribió: “¿A
dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi
estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y
habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me
asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me
encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las
tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo
mismo te son las tinieblas que la luz” (Salmos
139:7-12). “Para
que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle,
aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en
él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios
poetas también han dicho”
(Hechos 17:27-28).
¿En
qué posición debemos
orar?
Al
orar, por
tradición, mucha
gente inclina su cabeza y junta sus manos en señal de humildad. No
hay ningún
problema
con ello, pero la Biblia no nos exige orar en ninguna posición en
particular. Podemos
orar de pie como Josafat
y todo
el
pueblo de Israel lo
llegó a hacer
(2
Crónicas
20:13, Nehemías
9:3),
podemos
orar sentados, como lo
hizo David,
Nehemías, otros
profetas
y
el mismo Jesús
(2
Samuel
7:18, Nehemías 1:4, Ezequiel
8:1; 33:31; Mateo
26:20),
podemos
orar arrodillados o
doblando nuestras rodillas,
como Daniel, Esteban,
Pedro,
Pablo
y
muchos otros
(Daniel
6:10, Hechos 7:60, 9:40, 20:36, Efesios 3:14,
4:14), podemos
orar postrados, como Ezequiel, Moisés,
David, Esdras o Jesús mismo (Dt.
9:25, Jos.
7:6; 2
Cr. 20:18, Sal. 116:6, Ez.
9:8,
11:13, 44:4; Esd.
10:1, Mc.
14:35, Sal.
95:6-6),
e
incluso podemos
orar al
estar acostados
como David lo
hizo estando en su cama (Salmos
4:4; 63:6). Mucho
más importante que la posición física es la actitud del corazón
porque Dios
no ve la
apariencia, como
los hombres, sino
el corazón
(1
Samuel 16:7).
¿Cómo
hay que hablar ante
Dios?
o ¿Cómo
dirigirnos hacia
Él?
Cuando
uno no tiene el hábito de orar, comenzar a hacerlo puede ser todo un
desafío. Pero el resultado lo vale. Muchos no saben cómo orar.
Ravenhill dijo: ‘¿Cómo
aprendes a orar? Pues bien, ¿cómo aprendes a nadar? ¿Te sientas en
una silla con los pies arriba y bebiendo coca para aprender a nadar?
¡No! ¿Cómo aprendes a nadar? Te echas abajo y haces un esfuerzo.
¡Así es como se aprende a orar!’.
R.
A. Torrey dijo: “Si
queremos orar de la manera correcta, lo primero que debemos hacer es
ver que realmente tengamos
una audiencia con Dios, que en verdad lleguemos a su mismísima
presencia. Antes de pronunciar una sola palabra de nuestra petición,
deberíamos tener la consciencia definitiva de que le estamos
hablando a Dios, y deberíamos creer que Él nos está escuchando y
nos va a conceder aquello que le estamos pidiendo”.
Al
comenzar a hablar
a
Dios
también
podemos pedirle
al Espíritu Santo que nos guía,
pues en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos y, aunque no
sepamos
qué pedir, el Espíritu mismo intercede por nosotros y Él
es
el que nos ayuda a pedir como
conviene (Romanos
8:26-27).
Oswald
Chambers dijo que “Debemos
orar con nuestros ojos puestos en Dios, no en las dificultades”.
A
través de
Su Espíritu Santo, Dios hace
las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos
(Efesios 4:20).
La
Biblia también nos recuerda que debemos dirigirnos a Dios de las
siguientes maneras:
-
Como un hijo se acerca a su Padre compasivo (Dt.32:6; Sal.103:13, 68:5, Is.63:16, 64:8; Mal.2:10; Mat.6:9, 23:9; Lc.15:11-32; Jn.14:9-11; Ro.8:15; 2Cor.8:6; Ef.1:3, 4:6; St.1:17; 1Jn.3:1)
-
Como un servidor que le pide ayuda a su Rey (Mt. 18:21-35, Lc. 14:15-24, 1 Tim. 6:15; Ap. 19:16)
-
Como un amigo necesitado que le habla a un buen amigo (Lc. 11: 1-13, Jn. 15:14-15)
-
Como un siervo que presenta sus peticiones a su amo y Señor (Lc. 17:7-8,:14)
-
Como un pobre que apela a la justicia de un juez (Lc. 18:1-8)
El
pecado de los fariseos al orar largas palabrerías era tener un
espíritu altivo y una pretensión orgullosa, por la cual Jesús
indicó que recibirían mayor condenación (Lucas
20:46-47). Jesús
condenó la hipocresía de ellos al pretender que tenían una
relación con Dios mientras oprimían a las personas que Él amaba y
rechazaban las propias palabras que Él había revelado. Por eso
debemos recordar lo que el
hombre más sabio escribió: "No
te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir
palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre
la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras"
(Eclesiastés 5:2).
‘A
veces Dios permanece en silencio hasta que estemos listos para
escuchar’. El
silencio
también forma
parte de cualquier plática sana porque es donde escuchamos, por ello
el salmista escribió:
“¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!” (Salmos
46:10); "Guarda
silencio ante Jehová, y espera en Él..."
(Salmos 37:7).
Jesús
dijo que
Espíritu
Santo, que
mora en nosotros, nos enseñará
y recordará las
palabras de Cristo
(Juan
14:26). ‘Dios
le habla a aquellos que se toman el tiempo para escuchar, y escucha a
aquellos que se toman el tiempo para orar’. Las
ovejas de Dios escuchan la voz de Dios (Juan
10:1-15). Éxodo
14:14 dice: “Jehová
peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”.
Uno
puede estar seguro de que si nosotros estamos orando al respecto,
Dios está trabajando en ello.
En
cuanto al volumen de nuestra voz, tampoco hay exigencias bíblicas.
Ana
lloraba
y oraba
“oraba en voz
baja, no se podía oír su voz”
y Dios respondió su voz
(1 Samuel
1:12).
El
apóstol Pablo sugirió a los Corintios orar en voz audible cuando
estuviésemos congregados
(1 Corintios 14:15-16),
justo
como lo hicieron los primeros cristianos (Hechos
1:14).
Los
elegidos pueden clamar a Dios con
gran voz (Apocalipsis
6:10).
Jesucristo
mismo oró en público (Juan
11:41-42; 17)
y
clamó a gran voz su última oración (Lucas
23:46);
algunos
apóstoles también
oraron en público de diversas maneras
(Hechos 8:15,
16:25, 20:36, 27:35),
pero
es
importante notar que nunca
fue para llamar la atención de los
demás, sino para invocar a Dios y enfocarse sólo en Él.
También
se
nos recuerda la importancia de "orar
con el espíritu, pero orar también con el entendimiento"
(1 Corintios 14:15) y
se nos
manda estar
"orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el
Espíritu"
(Efesios 6:18).
¿Qué
características necesita nuestra oración para ser agradable y
aceptada por Dios?
La
Biblia indica características imprescindibles que se necesitan en
toda la oración que espera ser respondida por Dios:
-
El arrepentimiento: En la oración, es necesario tener un corazón arrepentido: alejarse del pecado y dejar de cometer injusticias o maldad de forma voluntaria (Isaías 1:15; Prov. 15:29, 15:8). Es de vital importancia confesar nuestros pecados a Dios (Proverbios 28:13) y pedirle perdón por el mal que hemos cometido. De ser necesario, también reconocer el pecado de los nuestros (Jeremías 36:7) y confesar nuestros pecados unos a otros y les pidamos perdón (Salmos 5:16).
-
La fe en Jesús: Es necesario tener lo que la Biblia le define como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1); estar seguros de que Dios existe y nos escucha (Hebreos 11:6, Mateo 21:22), tener fe en que Dios está dispuesto a atender nuestra oración (1 Pedro 5:7); tener expectación constante, estar seguros de que Dios va a responder, esperar la respuesta (Romanos 4:17), acercarnos a Dios con confianza (Hebreos 4:16) y recordar que todo es posible para Él y para aquél que tiene fe. Jesús dijo: “les digo que todas las cosas por las que oren y pidan, crean que ya las han recibido, y les serán concedidas” (Marcos 11:24). "El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos" (Hebreos 7:25). Esto nos hace pensar que no hay ningún seguidor de Jesús cuyo nombre no haya sido mencionado por Él mismo, porque "Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Romanos 8:34). La implicación es que al momento de orar, recibimos las respuestas a las oraciones que estamos presentando a Dios, y no estamos solos en nuestra petición. "Os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24). La fe, no es sólo creer que es posible, sino creer que Dios lo hará, que Dios quiere hacerlo y que Dios ya lo ha hecho. ‘Fe es creer que Dios hará lo que le pedimos’. Andrew Murray dijo: “Ten cuidado de que en tus oraciones, por encima de todo, no limites a Dios, ni con incredulidad, ni por tratar de imaginarte que ya sabes lo que puede hacer. ¡Espera cosas inesperadas por encima de todo lo que pides o piensas!”“...Jesús, les dijo: En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que aun si decís a este monte: ``Quítate y échate al mar, así sucederá. Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis" (Mateo 21:21-22). “En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: ``Quítate y arrójate al mar, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas” (Marcos 11:23-24). Lo más importante respecto a la fe es que creamos en la obra redentora, la vida y la persona de Jesucristo (Juan 15:4-5, 1 Timoteo 2:5). Es sólo por medio de de Él que podemos tener acceso al Padre (Juan 14:8; Hechos 4:12, 1 Timoteo 2:5) pero Jesús nos asegura que con una pequeña semilla de fe será suficiente para que el árbol de la fe crezca a lo más grande y Dios mueva las montañas que haya que mover (Marcos 4:31).
-
La sinceridad: En la oración, es vital ser sinceros. Dios rechaza las oraciones hipócritas (Mateo 6:5) o aquellas hechas para ser admiradas por el hombre (Mateo 6:6). Debemos decir en serio cada cosa que hablamos durante la oración porque la Biblia nos dice que "Los labios mentirosos son abominación al Señor" (Proverbios 12:22).
-
La humildad: Es imprescindible someterse ante Dios y ser humildes de corazón cuando oramos. La Escritura establece que “Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás” (Salmos 51:17). “Porque el SEÑOR es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos” (Salmos 138:6). Nuestro llamado es: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5:6). Cuando una persona inclina su cabeza ante Él, Dios le corona de bendiciones.
-
El perdón: En la oración, es necesario perdonar a los que nos han hecho mal (Marcos 11:25-26). Jesús enseñó: “Cuando oren, perdonen todo lo malo que otra persona les haya hecho. Así Dios, su Padre que está en el cielo, les perdonará a ustedes todos sus pecados” (Marcos 11:25-33). Si perdonamos, Dios nos perdonará, pero si nosotros nos negamos a perdonar, también Él se negará a perdonarnos a nosotros (Mateo 6:14-15).
-
La gratitud: En la oración, es necesario ser agradecidos con Dios en todo (Colosenses 4:2). Reconocer las misericordias y las gracias de Dios es muy importante en la oración; dar gracias es agradable ante es, y debemos recordar que tenemos que expresar a Él nuestra alabanza y adoración en el momento de la oración también (Mateo 6:13).
-
La perseverancia: Es necesario ser perseverantes (Efesios 6:8), no desmayar (Lucas 18:1), y seguir insistiendo hasta que se cumpla nuestra petición (Lucas 18:1-8). No sabemos cuanto tiempo pase antes de que la respuesta a nuestra oración se manifieste; podría ser inmediata, o tomar más tiempo, pero podemos confiar en que todo tiene su tiempo indicado y el tiempo de Dios es perfecto. Nuestro deber es estar dispuestos a orar de día y de noche, si fuese necesario. Jesús enseña que Dios no tardará mucho en responder a quienes le pidan a Dios por su Espíritu Santo de forma persistente.
-
La entrega total: En la oración, es necesario someter todo sin reservas a Dios (Marcos 12:30, Dt. 6:5). Debemos rendir todo a Dios y desprendernos de toda clase de ídolos en nuestros corazones (Ezequiel 14:4-5). Debemos orar, y dejar que Dios tome el control. Esto también implica una disposición a obedecer a Dios en lo que Él nos indique; una disposición a buscarlo de todo corazón, y a vivir el amor que busca que tengamos los unos con los otros (Juan 13:35). Henri Noumen dijo que "una vida de oración no es una vida en la que decimos muchas oraciones, sino una vida en la que nada, absolutamente nada es hecho, dicho o entendiendo de forma independiente de aquél que es el origen y el propósito de nuestra existencia".
Nuestra
oración no será respondida
si pedimos para gastar egoístamente en nuestros propios placeres
(Santiago 4:3), si
queremos jactarnos o si
somos orgullosos (Mateo 6:5-8),
si hacemos vanas
repeticiones (Mateo 6:7-13), si
tratamos
mal a otras personas (Isaías 58, Mateo 23:14, 1 Pedro
3:7), si
hay pecados que no queremos
cambiar o de los que no nos
queremos arrepentir (Salmos 66:18, Isaías 1:13-20, Amós
5:20-24), si nos
negamos a obedecer los mandatos de Dios (Santiago 2:14-26),
si nos
aferramos al rencor, la
ira o a las contiendas (1 Timoteo 2:8),
si
atesoramos ídolos en nuestro corazón (Ezequiel 14:3),
si pedimos cosas contrarias
a la voluntad de Dios (1 Juan 5:14), si
dudamos de la bondad de Dios
(Santiago 1:6.7) o si
no estamos dispuestos a perseverar (Lucas 18:1-8).
¿Qué
debemos pedir
al orar?
Jesús
exhortó a sus discípulos a orar con un modelo de la oración
conocida como “Padre Nuestro” por las siguientes peticiones:
-
Que Dios exalte su nombre, se manifieste y se glorifique (Mateo 6:9, Lucas 11:2; cf. Juan. 12:28)
-
Que se obedezca la voluntad de Dios (Mateo 6:10)
-
Que Dios extienda su Reino en toda la Tierra (Mateo 6:9-10)
-
Que Dios nos provea el alimento (físico o espiritual) o la necesidad de cada día (Mateo 6:11, Lucas 11:4)
-
Que Dios nos perdone de la manera en que perdonamos (Mateo 6:12, Lucas 11:4)
-
Que Dios nos guarde para no caer en la tentación del pecado (Mateo 6:13, 26:41, Lucas 11:4)
-
Que Dios libre nuestra vida de todo mal del maligno (Mateo 6:13)
Jesús,
que es nuestro ejemplo y espera que sigamos sus pasos, también oró
por:
-
Que los alimentos fueran bendecidos o santificados (Mateo 14:19-21, Marcos 6:41, Lucas 24:30; cf. Hechos 27:35, 1 Tim. 4:3-5)
-
Que no se haga nuestra voluntad, sino la voluntad de Dios (Lucas 22:42)
-
Que seamos protegidos del maligno mientras estamos en el mundo (Juan 15:15-16)
-
Que vivamos la santificación por la verdad revelada de Dios (Juan 15:17-18)
-
Que tengamos perfecta unidad con los discípulos de Jesús de otras épocas o lugares (Juan 17:20-21)
-
Que el amor del Padre permanezca entre nosotros y Cristo esté en nosotros (Juan 17:22-26)
-
Que el mundo conozca que el Padre envió al Hijo y nos ha amado con el mismo amor del Padre al Hijos (Juan 17:23)
-
Que nosotros estemos con Jesús en donde Él está y podamos ver Su gloria (Juan 17:22)
-
Que el amor del Padre esté en nosotros y el mundo sepa que Dios les ha amado (Juan 17:25)
-
Que conozcamos cada vez más a Dios y el amor de Cristo esté en otros (Juan 17:26)
A
través de los Evangelios y la Biblia, también se nos exhorta con
llamados y ejemplos a orar para:
-
Que Dios nos de sabiduría al tomar decisiones en la vida y discernimiento entre el bien y el mal (1 Reyes 3:9, 2 Crónicas 1:10-12)
-
Que Dios eche fuera demonios (Marcos 9:29)
-
Que Dios haga justicia a sus elegidos (Lucas 18.7)
-
Que tengamos la fuerza de escapar de todo lo que ocurrirá en el Juicio y estar de pie ante el Hijo del Nombre (Lucas 21:36)
-
Que estemos llenos del Espíritu Santo (Lucas 24:49, Hechos 1:8)
-
Que Dios nos de la llenura y la plenitud del Espíritu Santo (Lucas 11:13; cf. Efesios 3:19, 5:9; Gálatas 5:22)
-
Que no falte nuestra fe y que animemos a nuestros hermanos cuando seamos restaurados (Lucas 22:32)
-
Que Dios envíe a más servidores a predicar (Mateo 9:38, Lucas. 10:2; cf. Hechos 13:2-3)
-
Que Dios conceda a sus siervos que con toda valentía hablen Su palabra (Hechos 4:29)
-
Que Dios extienda su mano para sanar y se hagan señales y prodigios a través del nombre de Jesús (Hechos 4:30)
-
Que los muertos resuciten (Hechos 9:40)
-
Que Dios libere a los presos (Hechos 12:5, 12; 16:25-26)
-
Que Dios establezca a los líderes en el ministerio de cada iglesia (Hechos 14:23)
-
Que los que no creen puedan ser salvos (Romanos 10:1)
-
Que Dios proteja a sus misioneros de los incrédulos y que hallen favor entre los creyentes (Romanos 15:30-31)
-
Que aquello que creemos en Él conozcamos la grandeza inmensurable del poder de Dios (Efesios 1:16, 18-19)
-
Que el Padre celestial nos conceda sabiduría y revelación en el conocimiento de Él (Efesios 1:16-17)
-
Que conozcamos la esperanza a la que Dios nos llamó, la herencia que Él tiene para los suyos (Efesios 1:118)
-
Que Dios nos de fortaleza interior a través de su Espíritu (Efesios 3:16)
-
Que Cristo habite en nuestros corazones a través de la fe (Efesios 3:17)
-
Que estemos firmemente establecidos en amor (Efesios 3:17)
-
Que podamos comprender la anchura, longitud, profundidad, y altura de las cosas de Dios (Efesios 3:17-18)
-
Que conozcamos el amor de Cristo que excede todo conocimiento (Efesios 3:19)
-
Que seamos llenos de la plenitud de Dios (Efesios 4:19)
-
Que sea dada palabra al que predica, a fin de dar a conocer sin temor el Evangelio (Efesios 6:17)
-
Que nos juntemos entre hermanos y nos apoyemos (1 Tesalonicenses 3:10)
-
Que Dios nos tenga por dignos de su llamamiento y cumpla todo su propósito de bondad y toda obra de fe con Su poder para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en nosotros, y nosotros en Él, por la gracia de Dios (2 Tesalonicenses 1:11-12)
-
Que el Evangelio de la palabra de Dios se transmita rápidamente y sea honrado entre nosotros (2 Tesalonicenses 3:1)
-
Que seamos llenos del conocimiento de la voluntad de Dios con toda sabiduría e inteligencia espiritual (Colosenses 1:9)
-
Que caminemos de forma digna del Señor, agradándole en todo, llevando buenos frutos en toda buena obra, creciendo en el conocimiento de Dios
-
Que seamos fortalecidos con todo poder, de acuerdo a su voluntad, para resistir pacientemente con gozo (Colosenses 1:11)
-
Que Dios nos abra una puerta a los cristianos para compartir la palabra, para dar a conocer a Cristo (Colosenses 4:2-3)
-
Que nuestro amor abunde más y más, con conocimiento y total discernimiento (Filipenses 1:9)
-
Que aprobemos lo que es excelente, puro y sin mancha para el día de Cristo (Filipenses 1:9-10)
-
Que Dios nos de entendimiento, discernimiento o sabiduría de lo que no entendemos (Santiago 1:5)
-
Que Dios sane a los enfermos entre nosotros y les perdone si han pecado en algo (Santiago.5:14-15; 1Juan 5:16; cf. Hechos 28:8)
Aunque
estos son algunos ejemplos, podemos orar por todo tipo de cuestión:
"echando toda vuestra solicitud en él; porque él tiene
cuidado de vosotros" (1 Pedro 5:7); "por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de
Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias"
(Filipenses 4:6).
¿En
qué momento debemos orar? y ¿Cuánto
tiempo hay que orar?
La
Biblia nos enseña que podemos orar en cualquier momento. En la
Biblia se nos incita a:
-
Orar de madrugada (Proverbios 8:17, Salmos 68)
-
Orar tres veces al día, como Daniel (Daniel 6:10)
-
Orar en la mañana, a medio día y en la tarde, como David (Salmos 55:16-17)
-
Orar constantemente (Romanos 12:12)
-
Orar todo el día, toda la noche, sin reposar ni dar tregua (Isaías 62:6-7)
-
Orar en todo tiempo (1 Tesalonicenses 5:17)
-
Orar por la noche (Lucas 6:12)
La
Biblia dice: "Orad sin cesar. Dad gracias en todo,
porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús" (1 Tesalonicenses 5:17). "Orando en
todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando
en ello con toda perseverancia" (Efesios 6:18). La
palabra griega usada en el versículo sobre “todo tiempo” no es
cronos (no significa que cada segundo del día), sino kairos,
que usualmente se interpreta como ‘en todo momento, en toda
ocasión, en toda situación o en toda circunstancia’.
De
cualquier manera, Dios no debe ser nuestro 911, sino nuestro 24/7.
Rick Warren escribió que la oración debe ser la primera elección,
no el último recurso. Cada persona tiene una ocupación distinta y
actividades distintas, pero la Biblia nos muestra que no hay límites
espaciales o temporales para la oración; podemos orar todo el tiempo
que sea necesario y Él nos indique. Dios no se cansará de nosotros
por estar mucho tiempo con Él. Leonard Ravenhill dijo que ‘para
ser mucho con Dios, hay que estar mucho con Dios’. Mientras
más conectados estemos a Dios, más conscientes estaremos de la
realidad espiritual y más claras serán
las respuestas. ‘Es
mejor no dormir una noche en esta vida, que a no dormir mil noches en
el infierno’.
Ahora
bien, por muy largas que sean nuestras oraciones, éstas no servirán
si estamos actuando
como escribas y fariseos (Mateo 23:14;
Lucas 20:47). Pero Dios sí aprueba que
pasemos mucho tiempo con Él cuando sí estamos a cuentas con Él.
Hay oraciones en
la Biblia fueron que parecen haber sido muy
cortas en cuestión de tiempo, y aún así, Dios respondió
de inmediato. ‘Una
pequeña oración puede cambiar una situación muy grande’. Pero
en otras ocasiones
más cruciales,
como en los momentos antes del arresto de Jesús, el Señor esperaba
que sus discípulos pasaran orando al menos una hora
(Mateo 26:40).
Debemos pedirle dirección
personal a Dios acerca
de esto. ‘¿Qué
es lo que vas a hacer cuando llegues a la eternidad si ni siquiera
puedes quedarte una hora con Dios aquí en la Tierra? ‘¿Qué vas a
hacer durante un millón de años en la presencia de Dios? ¿Esperas
noticias de la Tierra sobre el fútbol o algo parecido?’ Jesús
dijo a sus discípulos: ‘Aún
tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar’ (Juan 16:12)
Sea
cual sea el tiempo que Dios nos indique, cada día debemos apartar un
momento específico para orar, apartados de todas las actividades y
distracciones y pasar tiempo a los pies de Cristo en oración
privada. El no practicar la oración es considerado como un pecado en
la Biblia, cuando el profeta Samuel dijo: “lejos esté de mí
que peque contra el SEÑOR cesando de orar por vosotros, antes bien,
os instruiré en el camino bueno y recto" (1 Samuel
12:23). J.C. Ryle dijo: “La reincidencia comienza
generalmente cuando desatendemos la oración”. George Müller
dijo: "Solo una vida de oración y meditación hará que una
vasija esté preparada para el uso del Maestro". Ravenhill
dijo: ‘Dime cuanto tiempo pasas a solas con Dios
y te diré que tan espiritual eres’. Jesús enseñó que
pasar tiempo con Él, atento a escuchar su voz, es necesario para el
creyente, y este tiempo nunca será en vano (Lucas
10:18-42).‘¿Cuánto tiempo has pasado con Jesús el día de
hoy? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a Él y le dijiste: ‘No
voy a pedirte nada; vengo a adorarte en espíritu y en verdad?’ El
salmista se tomaba el tiempo de alabar siete veces al día a Dios
(Salmos 119:164). Andrew A. Bonar dijo:
“¡Oh, hermano! ¡Ora! A pesar de
Satanás, ¡ora! Pasa oras en oración; más vale descuidar a los
amigos que perderse a la oración; mas vale ayunar, que perderse del
desayuno, la cena, el té, la merienda, o incluso el sueño, que
perderse de la oración”.
James
Stewart dijo: “Para
el hombre que ora de forma habitual (no sólo cuando tiene ganas,
porque eso es una de las trampas de la religión, sino también
cuando no tiene ganas), Cristo verdaderamente se da a conocer”.
Elisabeth Elliot, la gran misionera, dijo:
“Ora cuando sientas ganas de orar; ora
cuando no te sientas con ganas de orar; ora hasta que tengas ganas de
orar”.
¿Cuánto
tiempo tardará nuestra oración en ser contestada?
Una
oración efectiva siempre está dispuesta a esperar la respuesta de
Dios, sin rendirse y sin dejar de pedir. Hay muchos ejemplos de cómo
ser insistentes en la Biblia. Aunque
en algunos casos Dios establece un
tiempo de espera,
esto puede ser para probar nuestro corazón
o por otras circunstancias que desconocemos, pero Él quiere que
sepamos que si seguimos perseverando eventualmente
veremos la respuesta a nuestra oración o
petición:
-
Ana oró al Señor y llorandó abundantemente con ayuno ante Dios, "derramando su alma delante de Dios" hasta que Dios le dio una respuesta favorable a su oración (1 Samuel 1)
-
Jesús insistió 2 veces para que se manifestara físicamente la sanación del ciego de Betsaida (Marcos 8:22-38)
-
Antes de su arresto, en el huerto de Getsemaní, Jesús oró 3 veces para sujetar su humanidad a la voluntad del Padre (Mateo26:39-44)
-
Elías suplicó 3 veces a Dios para que el hijo de la viuda fuese resucitado (1 Reyes 17:21)
-
Los dos ciegos fuera de Jericó insistieron gritando por lo menos 3 veces con gran clamor pidiendo la ayuda de Jesús, hasta que Él, movido a compasión, les abrió sus ojos (Mateo 20:29-34; cf. Mc.10:46-52, Lc.18:35-43)
-
Gedeón oró 3 veces a Dios para recibir una señal que le convenciera de que Él estaría con él para salvar al pueblo de Israel (Jueces 6:17, 6:36-40)
-
Ester, sus doncellas, Mardoqueo y su pueblo ayunaron y oraron durante 3 días y 3 noches para evitar que el Rey de Persia la ejecutara (Ester 4:15-17)
-
La mujer sirofenicia insistió 4 veces al señor Jesús para que Él finalmente le concediera la sanidad a su hija enferma (Mateo 15:21-28)
-
El sacerdote en el tabernáculo de Moisés debía presentarse al Señor con el sacrificio expiatorio y rociar la sangre siete veces (Levítico 4:6; 4:17, 8:11, 14:7, 14:16, 14:27, 14:51, 16:14, 16:19, 25:8, 26:18)
-
Abraham intercedió ante Dios 6 veces para apelar humildemente a la misericordia de Dios sobre los justos en la ciudad de Sodoma (Génesis 18: 22-33)
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Naamán se zambulló 7 veces en el río Jordán para recibir su sanación, conforme a Eliseo (2 Reyes 5:7-10-16)
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Jacob luchó con un ángel desde la tarde hasta la madrugada con tal de recibir su bendición de parte de Dios (Génesis 32:22-30)
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Jesús también pasó toda una noche en oración (Lucas 6:12)
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En una época, David clamaba todo el día, rogando que Dios tuviese piedad de él y le salvara de sus enemigos (Salmos 86:3)
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La viuda insistente de la parábola de Jesús acudió una y otra vez al juez, hasta que él le contestó su petición (Lucas 18:1-8)
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Elías oró 7 veces a Dios para que lloviera en la tierra seca de Samaria (1 Reyes 18:41-46) y nosotros estamos llamados a seguir su ejemplo (Santiago 5:16-18)
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Los Apóstoles y primeros cristianos oraron unánimes cerca de 10 días antes de recibir el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 1, 2)
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El profeta Jeremías escuchó la voz de Dios 10 días de haber comenzado a orar intercediendo por su pueblo (Isaías 42:1-7)
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Los Israelitas marcharon durante 7 días, dando 13 vueltas alrededor de Jericó, como estrategia de obediencia para ganar la batalla (Josue 6:1-27; Hebreos 11:30)
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Daniel, que oraba 3 veces al día, estuvo orando durante 21 días hasta que se le reveló el significado de la visión que Dios le había dado (Daniel 10)
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En el Monte Sinaí, Moisés escuchó la voz de Dios hasta el séptimo día de estar allí (Éxodo 24:15-18); Dios le declaró el pacto durante cuarenta días y cuarenta noches; "y cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios" (Éxodo 31:18)
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Moisés volvió a orar y ayunar durante otros 40 días con el propósito de interceder ante Dios, para que perdonara el pecado de su pueblo Israel y no lo destruyera (Deuteronomio 9:17-29)
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Moisés pasó otros 40 días con Dios para recibir el Pacto Renovado (Deuteronomio 10:1-11). En el libro de Éxodo (desde el capítulo 19 hasta el final del mismo) se indican cerca de 8 momentos en que Moisés subió al Monte Sinaí para estar en la presencia de Dios.
La
historia de Eliseo con el rey de Israel Joás, y la falta de éste
último al insistir, demuestra que si no estamos dispuestos a
perseverar, es posible que nos perdamos de una bendición de parte de
Dios (1 Reyes 18-19). George Müller dijo:
“No basta con empezar a orar, ni con
orar de la manera correcta; tampoco basta con orar y seguir orando
por un tiempo. Debemos orar pacientemente, creyendo, seguir en
continua oración hasta que tengamos una respuesta; y además, no
solo tenemos que seguir hasta el final, sino también creer que Dios
nos escucha y responderá nuestras oraciones. A menudo fallamos al no
seguir orando hasta obtener la bendición, y en no esperar la
bendición”. El
hombre común ora a Dios diciendo ‘quiero una galleta ahora mismo’.
Dios le responde: ‘si escucharas lo que te digo, el día de mañana
te daría 100 galletas’. E. M. Bounds
dijo: "Pienso que los cristianos a
menudo no reciben las respuestas a sus oraciones porque no esperan lo
suficiente en Dios".
Algunas
personas podrían sentirse tentadas a cuestionar porqué en algunas
ocasiones tiene que pasar tanto tiempo para recibir una respuesta,
pero la Biblia indica que Dios tiene las cosas bajo control y Él
tiene un tiempo designado para todo (Eclesiastés 3). Cuando oramos,
debemos recordar las respuestas que el ángel de Dios le dio a Daniel
cuando finalmente se presentó al término de ese tiempo: “No
temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu
corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus
palabras, y a causa de tus palabras he venido. Mas el príncipe del
reino de Persia se me opuso por veintiún días” (Daniel
10:12-14). Esto indica que a veces puede haber una lucha
espiritual que no percibimos, pero a pesar de todo podemos confiar en
las palabras de la Escritura: "Fiel es Dios, que no permitirá
que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino
que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de
que puedan resistirla" (1 Corintios 10:13). C.S.
Lewis dijo: "Estoy seguro de que Dios no deja a nadie
esperando, a menos de que Él vea que es bueno para esa persona
esperar"; y es cierto que a veces Dios no nos da lo que
queremos porque Él tiene algo mejor en mente para nosotros. Dios
sabe lo que realmente necesitamos y Él nos dice: “Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis
caminos, dijo el SEÑOR. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías
55:8-9).
El
Espíritu Santo escribió a través de David: "Encomienda al
SEÑOR tu camino, confía en El, que El actuará; hará resplandecer
tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Confía
callado en el SEÑOR y espérale con paciencia" (Salmos
37:5-7). Dios reveló al profeta Habacuc otras
palabras de gran ánimo para esperar y confiar: "Escribe la
visión y grábala en tablas, para que corra el que la lea. Porque es
aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no
defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no
tardará" (Habacuc 2:3). Dios indica que la
insistencia es vital y que es nuestro deber esperar el tiempo que Él
lo permite, y no hay desmayar, sino “velar en todo tiempo"
(Lucas 21:36). Jesús nos indica que hay que orar, orar, y
orar con fe, hasta recibir una respuesta de Dios. George Müller, su
gran discípulo también dijo: “Nunca dejes de orar hasta que
llegue la respuesta”.
La
oración deja una huella en nuestra vida
Todos
los hombres que han sido usados por Dios para impactar la expansión
del Evangelio han tenido una vida de profunda oración. Personajes
como John Bunyan, Andrew Murray, John Wesley, George Müller, William
Penn, David Livingstone, Nicolaus Zinzendorf, William Willberforce,
E. Stanley Jones, Hudson Taylor, Charles Finney, William Booth, R.A.
Torrey, D.W. Moody, Martyn Lloyd Jones, A.W. Tozer, David Wilkerson,
Leonard Ravenhill, Ray Comfort, Derek Prince, Reinhard Bonnke, Daniel
Kolenda, Torben Sondergaard, y muchos otros evangelistas y misioneros
han vivido circunstancias muy distintas y quizá en algunos casos
hasta diversas posturas teológicas, pero todos concuerdan en que una
de las claves del servicio a Dios y el evangelismo es llevar una vida
de profunda oracíón.
Leonard
Ravenhill dijo: ‘Ningún
hombre,
sin importar cuan colosal sea su intelecto, es
más grande que su vida de oración. El pastor que no está orando
está jugando, el pueblo que no está orando se está desviando.
Tenemos a muchos que organizan pero a pocos que agonizan; hay muchos
jugadores y pagadores, pero pocos orad-ores; muchos que son
cantantes, pocos que son leales; muchos pastores, pocos luchadores;
muchos miedos, pocos lamentos; mucha tendencia, poca vehemencia;
muchos que interfieren, pocos que interceden; muchos escritores, pero
pocos
gladiadores.
Si fallamos en esto, fallamos en todas partes’. ‘Si
somos débiles en la oración, somos débiles en todas las áreas’.
‘Deja
de jugar, empieza a orar. Deja de festejo, empieza el ayuno. Habla
menos con los hombres, habla más con Dios. Escucha menos a los
hombres, escucha más a Dios. Deja de viajar, empiézate a esforzar’.
La
Biblia dice:
"el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y
velad en oración"
(1
Pedro 4:7).
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