Dios tiene un propósito para
ti (Jeremías
29:11)
Dios creó todo en el universo: el cielo, los astros, la Tierra, la materia y a todo ser viviente. Todo lo bueno que recibimos proviene de Él y todo lo que Él ha hecho ha sido bueno (Génesis 1:1-31, Santiago 1:17).
Dios es amor y Él quiere
que lo conozcas, que tengas su amor en ti, y que expreses la grandeza de su
amor a los demás. Él te creó a su imagen y semejanza, con un cuerpo, alma y
espíritu, y su voluntad es que cosas buenas sean hechas en ti y a través de ti
(1
Juan 4:16, Isaías 43:7; Proverbios 19:8, Mateo 22:37-38; Efesios 1:6; 2:10; Mateo
5:14-16).
Dios conoce todo de ti, Él
te mira desde los cielos, y entiende todo lo que has pasado (Salmos
33:13-15); Él sabe
lo que necesitas, y puede darte verdadero amor, alegría, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y autocontrol (Gálatas
5:22-23).
Pero hay un gran problema
Dios sabe que has sufrido. Todos hemos pecado y nos hemos desviado de su diseño original. La injusticia causa dolor y tristeza en el mundo, y la maldad nos ha separado de Dios (Isaías 53:6, 59:2).
Hemos
quebrantado la ley que Dios escribió en la consciencia del corazón y nuestro
pecado no nos permite conectarnos con Él, pues la maldad le desagrada (Apocalipsis
21:8; 22:15, Romanos 2:15, Gálatas 5:20-21).
Dios hará
un juicio final
Después de morir, tu espíritu será llevado ante de Dios, quien te dio la vida, y Él juzgará todas tus obras, palabras, pensamientos, actitudes, conductas y omisiones que tuviste en esta vida (Eclesiastés 12:7, 14; Romanos 2:9-10; 2:16; Colosenses 3:25).
El juicio de Dios sobre toda la humanidad será justo. Unos serán llevados al reino de los cielos, mientras que otros serán enviados a sufrir perpetuamente, porque el castigo del pecado es la muerte (Hechos 17:31, Hebreos 9:27, Romanos 5:12, 6:23; Daniel 12:2, Mateo 25:46, Apocalipsis 20:12-13).
¿A dónde irás cuando mueras?
“Los que hicieron el bien resucitarán para gozar de la vida eterna; y los que continuaron en su maldad, resucitarán para sufrir el juicio” (Juan 5:29, NTV)
En el reino de los cielos, las almas justificadas descansarán en perfecta paz, Dios limpiará toda lágrima, no habrá más llanto, ni lamento, ni dolor, porque ellos estarán con Dios, y Él siempre estará con ellos; tendrán un nuevo cuerpo, y serán muy felices en la eternidad. (Apocalipsis 21:4, 22:5; 1 Corintios 5:1-5; Mateo 5:12; Lucas 6:23, 35).
Sin embargo, los injustos sufrirán un castigo eterno en un lugar infernal donde sus almas estarán lejos de Dios para siempre, y ellos arderán en fuego que nunca se apagará, atormentados con vergüenza, horror y confusión, sin tener reposo ni de día, ni de noche (Isaías 1:28-31; 34:9-10; Mateo 3:12; 10:28, 25:41, Daniel 12:2, Mateo 25:41, 25:46, Lucas 16:19-31, Apocalipsis 14:9-12; 20:10-15, Isaías 66:24; Marcos 9:44-48).
Dios es justo y santo. Sólo aquellos que hayan sido justificados por Él podrán ir al cielo (Salmos 116:5, 1 Corintios 6:9-10, Apocalipsis.21:27, Gálatas 5:20-21).
No puedes ganarte el cielo con buenas obras
Aunque
trates de portarte bien de ahora en adelante o hacer muchas cosas buenas, no puedes
merecer el cielo con tus propias obras. Nuestras almas se han manchado
con delitos y pecados, y nuestra consciencia se ha cargado de culpas que
solamente Dios puede quitar. Nada sucio puede purificarse a sí mismo; tú tampoco
puedes hacerte inocente por medio de obras. El juicio de un criminal no se hace
por lo bueno que ha hecho, sino por la maldad que ha cometido, y sólo el Juez tiene
la autoridad suprema de dar un veredicto de perdón, deslindar de culpa y
otorgar la libertad (Isaías 64:6, Efesios 2:8-9, Romanos
3:28, 11:6; 2 Timoteo 1:9, Tito 3:5-6).
¡Pero hay buenas noticias!
Aunque somos culpables, Dios no quiere que nadie sea condenado (2 Pedro 3:9; Ezequiel 33:11), así que estableció un plan de salvación con una fianza a favor de nuestras almas.
Jesucristo, que era igual a Dios, se hizo hombre y vivió entre nosotros una vida pura y sin pecado, humillándose y sirviendo, mostrando el camino a Dios, para luego entregar su vida y morir en una cruz, en nuestro lugar. El castigo del pecado cayó sobre Él y su sacrificio es suficiente para pagar nuestras deudas con Dios (Juan 1:1-14; Isaías 53:3-12; Juan 10:18; Filipenses 2:5-11; Tito 2:14).Dios demostró su amor por ti y por todos en que, a pesar de la maldad que cometimos, Jesús pagó por nuestros pecados y enfermedades para darnos verdadera libertad (Romanos 5:8, Isaías 53:4-6). Él llevo tus cargas, y si pones tu fe en Él, podrás reconciliarte con Dios. Creer en Él es la única forma de ser salvados y justificados ante Dios (Juan 14:6, 1 Timoteo 2:3-5, Juan 3:1-21, 2 Corintios 5:17, Romanos 6:4).
La vida, muerte y resurrección de Jesucristo cumplió más de 300 profecías antiguas que se habían revelado muchos siglos antes en los libros de la Biblia, de donde viene este mensaje.
Dios puede cambiar tu vida hoy mismo
Dios te ofrece la oportunidad de empezar de nuevo, y volver a nacer en espíritu (Juan 3:3, Eclesiastés. 9:4). Él puede perdonar todo lo que hiciste y olvidar todos tus pecados (Isaías 1:16-18. 55:6-7; 1 Juan 1:9, Salmos 103:3). Él está atento a todo lo que haces y te responderá si le buscas de todo corazón (Proverbios 15:3, 2 Crónicas16:9; Salmos 11:4, 145:18; 33:13, Jeremías 29:13, 33:3).
Pero Él
espera que tomes una decisión. Para acercarte a
Dios, es importante que ores, que le hables, expresando tu ARREPENTIMIENTO, un
cambio de mentalidad con la disposición de cambiar tu vida (Hechos
17:30-31; Mateo 3:2, 4:17, St. 4:7-10). Para tener salvación
y que Él te perdone necesitas PONER TU FE EN JESUCRISTO llamando a su
nombre, creyendo de corazón que su obra en la cruz fue suficiente para librarte
de toda culpa y recibir su salvación gratuita (Juan 1:12;
3:16, 6:29, 6:40; Mateo 10:32, Romanos 10:9, Apocalipsis 3:20). Finalmente,
como respuesta ante Dios por una consciencia limpia y el perdón de tus pecados,
tu cuerpo deberá SER
BAUTIZADO, sumergido en agua, en su nombre; así mostrarás tu
compromiso a vivir una vida renovada espiritualmente y Él pondrá su Espíritu en
ti (Hechos
2:38-39; Mateo 28:19, Marcos 16:16; 1 Pedro 3:21, 1 Corintios 12:13).
Dios te llama a seguirle
Dios te pide que vivas con su amor, justicia y fe, de una forma humilde, caminando con Él cada día (Miqueas 6:8). Si tienes fe en Jesucristo, Dios te dará un nuevo corazón, te adoptará como a un hijo, y será tu Padre Celestial: tendrás una relación con Él, Él te ayudará en todo, aunque falles te perdonará, Él suplirá todas tus necesidades, nunca te abandonará y Él siempre estará contigo (Mateo 28:20, Juan 16:33, Josué 1:5, Juan 1:12, 3:16; 5:24, 8:12, 17:2-3).
Él te llama a practicar sus enseñanzas en los Evangelios, a servirle y amarle con todo tu ser, a amarte a ti mismo con entendimiento, y a amar a los demás como quieres ser amado (Mateo 7:24-27, 22:37-38, 28:20). Acércate a Él, y Él se acercará a ti, háblale y Él te responderá.
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