Una persona me preguntó: ¿Por qué mandó matar a quien no cumpliera e hiciera los ritos como Él quería? o ¿Por qué llegó a ordenar la muerte de las mujeres adulteras y hombres en otros casos? y ¿Por qué mandó matar a hombres, mujeres y niños de los cananeos, jebuseos...?
Mi respuesta a estas interrogantes no es superficial, razonable y sustentada con muchos versículos bíblicos. Primero, pido que se me permita unir estas tres preguntas en una misma parte porque en realidad la respuesta que voy a dar se basa en el mismo principio.
Desde que leí el Libro de Apocalipsis, donde se habla de los juicios de Dios sobre aquellos que hubiesen destruido la tierra, y al ver el cumplimiento de las profecías que me llevaron a convertirme en cristiano, vine a entender que en verdad la Biblia era la Escritura infalible de Dios y estuve convencido desde entonces que Dios es nuestro Creador, por lo que mi visión sobre el mundo empezó a cambiar drásticamente.
Desde que leí el Libro de Apocalipsis, donde se habla de los juicios de Dios sobre aquellos que hubiesen destruido la tierra, y al ver el cumplimiento de las profecías que me llevaron a convertirme en cristiano, vine a entender que en verdad la Biblia era la Escritura infalible de Dios y estuve convencido desde entonces que Dios es nuestro Creador, por lo que mi visión sobre el mundo empezó a cambiar drásticamente.
No por eso me abstuve de hacer preguntas. Al igual que otras personas, cuando encontré algunos de esos pasajes donde Dios mueve a Abraham, a Moisés, a Samuel, o a Josué, y a otros también, a luchar en guerras locales, a ejecutar a personas en zonas internas o externas por diversas razones siempre relacionadas al pecado, yo tuve la misma pregunta, especialmente por el hecho de que soy un pacifista y detesto la simple idea de la guerra en términos modernos. Sin embargo, en realidad, la respuesta que siempre me ha mantenido satisfecho desde un primer momento es un principio de fe que considero muy simple y quiero que esté grabado en la mente y en el corazón:
«Dios es el Dueño de la Vida (Rom. 11:36). Dios es el Autor de la vida (Hch.3:15). Dios ERA, ES y siempre será un juez justo que nunca va a cometer ninguna injusticia (Sal.7:11; 50:6, 75:7; 76:8-9; 103:6; Is 33:22, 2 Tim. 4:8), y Dios, que tuvo la gracia de darnos la vida, tiene todo el derecho de castigarnos, de quitarnos la vida si Él lo decide en su sabiduría, y seguir siendo justo».
La Biblia dice: "El Señor quita la vida y la da; nos hace bajar al sepulcro y de él nos hace subir" (1 Samuel 2:15). "Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor" (Job 1:21).
Esto es un principio básico para entender no sólo la del Antiguo sino también del Nuevo Testamento, no porque las cosas sean idénticas, sino por su intrínseca relación. Yo creo que si se acepta la Palabra de Dios y si es puesto en la correcta perspectiva, no es un concepto difícil de digerir y no sólo tiene mucho sentido, sino también una alta justificación, porque:
«Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro». Romanos 6:23
Cuando hablamos de que la paga de la maldad es la muerte, no distinguimos si el castigo último es bajo el Nuevo Pacto, o bajo el Antiguo Pacto, si es físico o espiritual, ni si el tiempo del castigo es inmediato, a mediano plazo, o si tardará tiempo en efectuarse. Tampoco se rompe el principio si el individuo es extranjero, israelita, o gentil, ni si es rico o pobre, ni si es hombre o mujer, joven o anciano. En suma, el castigo de romper las leyes de Dios equivale a una rebelión o traición en contra Él.
En los tiempos antiguos, el pueblo israelita vivía en medio de una teocracia y rebelarse en contra de Dios era literalmente cometer traición contra el más alto, benigno y supremo de todos los seres existentes. Aunque 1 Juan 5:16 dice que "toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”, cuando vemos la suma de nuestros pecados, el castigo general del pecado es la muerte. Esto es algo que al mundo postmodernista y liberal quizá parezca muy duro o drástico de entender, pero si recordamos la Palabra de Dios, adquiere una autoridad legítima porquee escrito está:
En los tiempos antiguos, el pueblo israelita vivía en medio de una teocracia y rebelarse en contra de Dios era literalmente cometer traición contra el más alto, benigno y supremo de todos los seres existentes. Aunque 1 Juan 5:16 dice que "toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”, cuando vemos la suma de nuestros pecados, el castigo general del pecado es la muerte. Esto es algo que al mundo postmodernista y liberal quizá parezca muy duro o drástico de entender, pero si recordamos la Palabra de Dios, adquiere una autoridad legítima porquee escrito está:
"He aquí, todas las almas son mías; tanto el alma del padre como el alma del hijo mías son. El alma que peque, ésa morirá" (Ezequiel 18:4,20)
"En su mano está la vida de todo ser viviente, y el aliento de toda carne de hombre" (Job 12:10 )
Ahora bien, en el Antiguo Pacto bajo la ley de Moisés para el pueblo de Israel, la gente vivía bajo un sistema de gobierno que reitero se conoce como teocracia. Pero no se trataba de una teocracia simulada y falsa como la de reyes sanguinarios y arbitrarios europeos que decían falsamente haber sido escogidos por Dios para gobernar con todo el poder. A diferencia de ellos, reiteradamente la Biblia nos da la convicción de que Dios no elegía "víctimas" aleatoriamente ni sólo porque sí. La Biblia dice:
Dios había mandado "No matarás" como un mandamiento para el hombre, dando a entender que el hombre no está capacitado para decidir a quién matar a su voluntad. Pero el hecho de que en el mismo libro Dios mismo mandara a ejecutar a ciertas personas, enseña que Dios sí tenía el derecho de matar manteniendo su justicia. La cuestión es que el rol de matar no le pertenece al ser humano, sino a Dios. Así como sólo un policía bien capacitado puede hacer bien una tarea policiaca, pero otros no tienen derecho a hacerlo, Dios tiene derecho a juzgar y condenar, pero los hombres no lo tienen.
Desde este punto de vista, veamos en la Biblia a los servidores de Dios como personas que ejecutaban a otros de la misma manera que oficiales especializados ejecutan a un condenado a muerte por un juez. Había gente en la Biblia que fue usada como instrumento para que Dios realizara sus juicios sobre algunos, y esto no es distinto de los ángeles que fueron enviados para destruir Sodoma y Gomorra sin dejar vivos a uno sólo en la ciudad, y a cuya familia se le advirtió que tendría que escapar.
El gobierno teocrático de los israelitas era como una extensión palpable, visible o física del cielo en la Tierra: Dios mandaba absolutamente algo, y todos los que estuvieran allí sabían que tenían que hacerlo porque Dios estaba ahí ordenando todo y en control total. Bajo esos términos, teniendo a Dios así de forma tan presente entre ellos, y de forma tan poderosa, rebelarse contra Él sería como escupirle en la cara al más santo ser; como si Lucifer estuviera en el mismo cielo para rebelarse, en su cara, en contra de las leyes de Dios, usurpar su adoración, ponerlo en ridículo e incitar a otros a hacer lo mismo.
"Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto.…" (Hechos 10:34)En tiempos de Moisés en la Biblia había una teocracia verdadera y legítima: DIOS era el gobernante absoluto, y Él con su PODER y su PRESENCIA habitaba ENTRE ELLOS, ordenaba a Moisés y a Aarón qué hacer o decretar como mandatos al pueblo, Él iba con ellos en una columna de fuego y una nube, Él hacía multitud de señales y prodigios, y con truenos y estruendos, Él los salvava de sus enemigos que querían más bien aniquilarlos o llevarlos a la perdición. La teocracia establecida en Israel era algo así como si Dios fuera el Rey, y Moisés su primer ministro, y Aarón como su vicepresidente, y los levitas como su corte y servidores (por poner un ejemplo ligeramente asemejable).
Dios había mandado "No matarás" como un mandamiento para el hombre, dando a entender que el hombre no está capacitado para decidir a quién matar a su voluntad. Pero el hecho de que en el mismo libro Dios mismo mandara a ejecutar a ciertas personas, enseña que Dios sí tenía el derecho de matar manteniendo su justicia. La cuestión es que el rol de matar no le pertenece al ser humano, sino a Dios. Así como sólo un policía bien capacitado puede hacer bien una tarea policiaca, pero otros no tienen derecho a hacerlo, Dios tiene derecho a juzgar y condenar, pero los hombres no lo tienen.
Desde este punto de vista, veamos en la Biblia a los servidores de Dios como personas que ejecutaban a otros de la misma manera que oficiales especializados ejecutan a un condenado a muerte por un juez. Había gente en la Biblia que fue usada como instrumento para que Dios realizara sus juicios sobre algunos, y esto no es distinto de los ángeles que fueron enviados para destruir Sodoma y Gomorra sin dejar vivos a uno sólo en la ciudad, y a cuya familia se le advirtió que tendría que escapar.
El gobierno teocrático de los israelitas era como una extensión palpable, visible o física del cielo en la Tierra: Dios mandaba absolutamente algo, y todos los que estuvieran allí sabían que tenían que hacerlo porque Dios estaba ahí ordenando todo y en control total. Bajo esos términos, teniendo a Dios así de forma tan presente entre ellos, y de forma tan poderosa, rebelarse contra Él sería como escupirle en la cara al más santo ser; como si Lucifer estuviera en el mismo cielo para rebelarse, en su cara, en contra de las leyes de Dios, usurpar su adoración, ponerlo en ridículo e incitar a otros a hacer lo mismo.
"No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará" (Gálatas 6:7,8)
"¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios" (1 Corintios 6:9)
"Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Apocalipsis 21:8)
Es razonable el hecho de comprender que Dios es un juez con todo el derecho de emitir una pena de muerte, si se considera en términos de jurisprudencia. Cuando Dios mandaba la ejecución de alguien, no era una decisión arbitraria, ni desconocida, ni dictatorial, ni injusta, ni poco investigad. Nosotros no leemos todos los pormenores de los casos en los que Dios mandó ejecuciones,ni leemos acerca de las pruebas que habían en contra de cada una de las personas que fueron ejecutadas, pero aunque no todo lo que ocurrió fue escrito en la Biblia, podemos descansar en la fe de que DIOS CONOCE TODO. Dios sabía absolutamente TODOS los pormenores de cada caso, porque Dios es un juez justo. Bajo el Antiguo Pacto Dios estaba haciendo en la Tierra lo que ahora se conoce como "pena de muerte" o "pena capital". En el Nuevo Pacto, se nos indica que bajo el mismo principio citado anteriormente, Dios también hará esto en el Día del Juicio.
¿Somos dignos de muerte por causa del pecado? Sí. Cuando reconocemos que la suma de nuestras maldades e iniquidades es digna de un castigo así de drástico, como la muerte, cobran sentido las palabras del salmista y el ladrón:
¿Somos dignos de muerte por causa del pecado? Sí. Cuando reconocemos que la suma de nuestras maldades e iniquidades es digna de un castigo así de drástico, como la muerte, cobran sentido las palabras del salmista y el ladrón:
"Oh SEÑOR, Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos injusticia, 4si he pagado con el mal al que estaba en paz conmigo, o he despojado al que sin causa era mi adversario, 5 que persiga el enemigo mi alma y la alcance; que pisotee en tierra mi vida, y eche en el polvo mi gloria" (Salmos 7: 3)
"Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? 41Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho" (Lucas 23:40)
Incluso el escéptico deísta Rousseau enseñaba que quien comete ciertos delitos gravísimos, rompe con un contrato social, no tiene ya derecho alguno frente a la sociedad que ha sufrido sus crímenes, ni tan siquiera derecho a la vida ni a la protección de esa sociedad que él ha desconocido, pues quien los comete ha roto con ello sus lazos con ella.
Ahora bien, la pena de muerte es un tema de debate en tiempos modernos. Todavía es existente en la mayor parte de los Estados Unidos, y en países como China, Corea del Sur, Japón, Tailandia, y otros. Es un tema controversial en la actualidad principalmente porque el hombre en su propio entendimiento o habilidades no está normalmente capacitado para hacer un juicio de pena de muerte de forma correcta; la historia nos muestra de que cuando se practica la pena de muerte, en el mundo se corre el riesgo de cometer ejecuciones injustas, llevadas a cabo por gobiernos opresores que no hacen un juicio justo y sólo quieren destruir a sus oponentes por odio, o sin razones legítimas reprimir a quienes van en contra de sus gobiernos injustos. No obstante, mucha gente en los últimos años ha propuesto el tema en la mesa cuando se trata de ciertos delitos drásticos como los homicidios, violaciones, secuestros o narcotráfico. Para las personas que proponen este método de justicia, eliminar a esas personas de la sociedad es la forma ideal de evitar que sigan siendo un peligro o una carga para la misma.
Ahora bien, la pena de muerte es un tema de debate en tiempos modernos. Todavía es existente en la mayor parte de los Estados Unidos, y en países como China, Corea del Sur, Japón, Tailandia, y otros. Es un tema controversial en la actualidad principalmente porque el hombre en su propio entendimiento o habilidades no está normalmente capacitado para hacer un juicio de pena de muerte de forma correcta; la historia nos muestra de que cuando se practica la pena de muerte, en el mundo se corre el riesgo de cometer ejecuciones injustas, llevadas a cabo por gobiernos opresores que no hacen un juicio justo y sólo quieren destruir a sus oponentes por odio, o sin razones legítimas reprimir a quienes van en contra de sus gobiernos injustos. No obstante, mucha gente en los últimos años ha propuesto el tema en la mesa cuando se trata de ciertos delitos drásticos como los homicidios, violaciones, secuestros o narcotráfico. Para las personas que proponen este método de justicia, eliminar a esas personas de la sociedad es la forma ideal de evitar que sigan siendo un peligro o una carga para la misma.
Ahora bien, con Dios no se corre riesgo de que Él haga un justo injusto, porque, de nuevo lo afirma la Biblia tajantemente: DIOS ES UN JUEZ JUSTO. Dios sabe el pasado, presente y el futuro, los detalles de cada caso, las voluntades e intenciones de todos, los secretos y las pruebas que nadie ha visto, y no sólo eso, sino también las acciones factuales o hipotéticas que cada persona ha hecho, hace o haría; las clase de cosas que tal o cual persona viviría en caso de que las cosas cambiaran, antes o después de que ocurran. La Palabra de Dios dice:
"Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda. Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí" (Salmos 139-2-5)
Ahora bien, la mayoría de los países modernos han elegido correctamente abolir la pena de muerte, porque es muy alto el riesgo de que haya conflicto de intereses sociales o políticos por medio de las ejecuciones y no suficientes pruebas en los juicios. Es muy alta la posibilidad de que un humano juzgue mal a otro ser humano, pero es imposible que Dios juzgue mal a un ser humano. Muchos de los detractores de la pena de muerte, incluso dicen que ningún humano tiene el derecho de determinar el fin de la vida de otra persona: sólo Dios. Muchos proponentes de la pena de muerte dirán: es justo que quien tome la vida de alguien, también se le quite la vida (ley de la siembra y la cosecha, ley del talión, ley del ojo por ojo y diente por diente).
El hombre ya no está capacitado para eso pero Dios siempre va a juzgar bien cada caso porque Él conoce todo y a todos. La Biblia dice:
El hombre ya no está capacitado para eso pero Dios siempre va a juzgar bien cada caso porque Él conoce todo y a todos. La Biblia dice:
"El SEÑOR es un Dios de conocimiento y por Él son juzgadas las acciones" (1 Samuel 2:3).
"Oh SEÑOR, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender" (Salmos 139:1-6).
"Su entendimiento es infinito" (Salmo 147:5).
"Dios es más grande que nuestro corazón y conoce todas las cosas" (1 Juan 3:20).
"Los ojos del SEÑOR están en todo lugar, observando al impío y al justo" (Proverbios 15:3).
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el SEÑOR" (Isaías 55:8-9)
"Desde el lugar de su morada El observa a todos los habitantes de la tierra; Él, que modela el corazón de cada uno de ellos; El, que todas las obras de ellos entiende. El rey no se salva por gran ejército; ni es librado el valiente por la mucha fuerza" (Salmos 33:14-16).
"Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y El ve todos sus pasos" (Job 34:21).
"Grande en consejo y poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno conforme a sus caminos y conforme al fruto de sus obras" (Jeremías 32:19).
"Porque El conoce a los hombres falsos, y ve la iniquidad sin investigar" (Job 11:11).
"Porque los ojos del SEÑOR recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo" (2 Crónicas 16:9).
"Y el SEÑOR dijo: "Ciertamente he visto la aflicción de Mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. (Éxodo 3:7)
Nota cómo Dios es consciente de las angustias y de los dolores de la gente. ¿Entonces por qué exige la pena de muerte como pago por el pecado? Precisamente porque es consciente de que son los que rompen la ley los que causan todo ello, y sabe que si se permite que éstas personas sigan como si nada, las angustias y dolores de las víctimas no van a cesar. Esto es en una lay espiritual del juicio, un principio de retribución que aparece numerosas veces en la Biblia, pero particularmente en estos versículos:
Algunos en la Tierra dicen, si Dios es amoroso, ¿cómo pudo haber creado un infierno en donde va a terminar gente? Pero si recuerdas los horrores perpetuados en el holocausto, en la Segunda Guerra Mundial, y los pecados sumados de la humanidad en guerras y rebeliones, lo correcto es preguntar, ¿cómo podría no haber creado un infierno donde se castigue a esas personas? Pues si recordamos las palabras de Jesús, él dijo que el infierno no fue hecho originalmente para el hombre, sino para Satanás y sus secuaces (Mateo 28:51), pero se ha elegido ese lugar como una prisión eterna para los pecadores que nunca quisieron arrepentirse y decidieron seguir en el pecado. El infierno es la cárcel de Dios, y la razón por la cual es tan oscura, mala, y dolorosa, es porque implica estar separados de Dios eternamente. Es horrible porque la presencia de Dios no está allí, y Dios es luz, bondad, paz y amor. Estar separados eternamente de eso, de Él, es un infierno mismo. ¿Porqué separar entonces al pecador eternamente?
"ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie" (Éxodo 21:24).
"El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre" (Génesis 9:6).
"Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecado" (Hebreos 9:22).
"Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido; 10y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?" (Apocalipsis 6:10)
"Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso, el que eres y el que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar. Y las naciones se enfurecieron, y vino tu ira y llegó el tiempo de juzgar a los muertos y de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra" (Apocalipsis 11:8).Imagina que alguien asesina a tu madre con un cuchillo en la garganta y queda libre. ¿No habría el deseo de un castigo severo para esa persona, al menos en el corazón? ¿Y qué tal castigar a quien te ha causado mal injustamente? ¿No hay en el ser humano una naturaleza de desear justicia retributiva? Pues puede que las leyes de gobiernos hayan cambiado ahora en tiempos modernos, pero la familia de las víctimas y las víctimas siempre le piden al sistema judicial una justicia retributiva; quien quiere hacerlo por su propia mano, busca ese tipo de venganza, pero la Biblia dice: "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el SEÑOR" (Romanos 12:19). Los creyentes claman de sus víctimarios: "que Dios lo juzgue" o descansan en la certeza de que "Dios lo va a juzgar". En este sentido, estos últimos hacen bien, porque "tarde o temprano", Dios promete que todo caso se resolverá y nada quedará impune; pero Él nos enseña que es Él el que se debe encargarse de eso, no nosotros.
Algunos en la Tierra dicen, si Dios es amoroso, ¿cómo pudo haber creado un infierno en donde va a terminar gente? Pero si recuerdas los horrores perpetuados en el holocausto, en la Segunda Guerra Mundial, y los pecados sumados de la humanidad en guerras y rebeliones, lo correcto es preguntar, ¿cómo podría no haber creado un infierno donde se castigue a esas personas? Pues si recordamos las palabras de Jesús, él dijo que el infierno no fue hecho originalmente para el hombre, sino para Satanás y sus secuaces (Mateo 28:51), pero se ha elegido ese lugar como una prisión eterna para los pecadores que nunca quisieron arrepentirse y decidieron seguir en el pecado. El infierno es la cárcel de Dios, y la razón por la cual es tan oscura, mala, y dolorosa, es porque implica estar separados de Dios eternamente. Es horrible porque la presencia de Dios no está allí, y Dios es luz, bondad, paz y amor. Estar separados eternamente de eso, de Él, es un infierno mismo. ¿Porqué separar entonces al pecador eternamente?
Pues porque Dios conoce el dolor que el pecado y la aflicción que se causa cuando se comete hacia otras personas: el pecado ocasiona dolor, llanto y sufrimiento. Pero si Dios promete un cielo donde no haya llanto, ni dolor, ni clamor, y si en el cielo se siguiera pecando, el cielo no sería cielo; sería como la Tierra: donde el mal y el bien coexisten, y hay muchas bendiciones, pero mucho mal. En otras palabras, la única forma de erradicar de forma definitiva el pecado es erradicando la fuente del pecado. El pecador es la fuente del pecado, y tiene que ser separado eternamente, si en verdad se quiere ofrecer para otros descansar en paz eterna.
En este sentido, se hace más razonable que la muerte sea la paga del pecado: es la única forma de prevenir nuevos delitos, y es eficaz para impedir crímenes de forma definitiva en el futuro.
Ahora bien, ¿por qué ocurrió la pena de muerte tan pronto en el Antiguo Testamento? Porque ahí tenían la presencia de DIos entre ellos, como vimos, y es una forma de ejemplificar lo que también pasará en los tiempos finales, cuando Dios juzgará a la humanidad y erradicará el pecado.
Jesucristo, que ya pagó nuestros pecados para ofrecernos misericordia, enseñó a sus discípulos, al hombre, a dejar de matar a espada (Mateo 26:52) y a ya no seguir la ley del talion (Mateo 5:38), pero esto no porque estos principios sean injustos (pues de hecho son espiritualmente legítimos), mas porque el hombre ya no está capacitado para seguir con estos principios que sólo Dios puede hacer sin equivocación cuando los hombres están entre su presencia como lo estaban en el tabernáculo.
El pacifista acérrimo, el Reverendo Martin Luther King Jr, Premio Nobel de la Paz, en su discurso de aceptación del premio reconoció que en el pasado, en la antigüedad:
"Puede que haya habido un momento en el que la guerra haya servido como un bien negativo, evitando la propagación y el crecimiento de una fuerza maligna..." (esto es, lo que pasó en el Antiguo Pacto), "...pero el poder destructivo de las armas modernas ha eliminado incluso la posibilidad de que la guerra pueda servir como un bien negativo" (esto es, en la actualidad).
Él hombre ya no está capacitado para realizar guerra de forma "legítima" como cuando en el reino de Israel, cuando Dios sabía perfectamente quien era legítimamente digno de pena de muerte o no, pero en el futuro, en el Día del Juicio, Dios sí evitará la propagación y el crecimiento del pecado en la siguiente vida por medio de la condenación a muerte. Jesucristo en la parábola de las minas enseñó que eso es lo que ocurrirá en los tiempos finales, y no le corresponderá al hombre, sino al Rey de Reyes, quien dirá a sus ángeles: "a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, traedlos acá y degolladlos delante de mí" (Lucas 19.27).
En medio de la aparente dureza, hay en realidad justicia. Y Él también proclama "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO", y asegura que NO condenará a los inocentes" (Mateo 12:7). "Aléjate de acusación falsa, y no mates al inocente ni al justo, porque yo no absolveré al culpable" (Proverbios 17:15). ¿Porqué entonces el Señor condena a unos prontamente a muerte, y con otros parece darles más tiempo o tener más paciencia? 2 Pedro 3:8 dice: "El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". Ahora bien, si preguntara alguno para contender, Romanos 9 confirma que es inútil desconfiar de la justicia de Dios:
14 ¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo! 15 Porque El dice a Moisés: TENDRE MISERICORDIA DEL QUE YO TENGA MISERICORDIA, Y TENDRE COMPASION DEL QUE YO TENGA COMPASION. 16 Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice a Faraón: PARA ESTO MISMO TE HE LEVANTADO, PARA DEMOSTRAR MI PODER EN TI, Y PARA QUE MI NOMBRE SEA PROCLAMADO POR TODA LA TIERRA. 18 Así que del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endurece. 9 Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios ? Porque ¿quién resiste a su voluntad? 20 Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así? 21 ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso ordinario? 22 ¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? 23 Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria, 24 es decir, nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles. 25 Como también dice en Oseas: A LOS QUE NO ERAN MI PUEBLO, LLAMARE: ``PUEBLO MIO, Y A LA QUE NO ERA AMADA: ``AMADA mía 26 Y ACONTECERÁ QUE EN EL LUGAR DONDE LES FUE DICHO: ``VOSOTROS NO SOIS MI PUEBLO, ALLÍ SERÁN LLAMADOS HIJOS DEL DIOS VIVIENTE. 27 Isaías también exclama en cuanto a Israel: AUNQUE EL NUMERO DE LOS HIJOS DE ISRAEL SEA COMO LA ARENA DEL MAR, sólo EL REMANENTE SERA SALVO; 28 PORQUE EL SEÑOR EJECUTARA SU PALABRA SOBRE LA TIERRA CABALMENTE Y CON BREVEDAD. 29 Y como Isaías predijo: SI EL SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS NO NOS HUBIERA DEJADO DESCENDENCIA, HUBIÉRAMOS LLEGADO A SER COMO SODOMA, Y HECHOS SEMEJANTES A GOMORRA" (Romanos 9).
Cuando Dios nos dio paciencia a nosotros para arrepentirnos, podemos recordar y dar gracias de la Palabra que afirma: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias" (Lamentaciones 3:22). "Entonces ¿qué? Si algunos fueron infieles, ¿acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios?" (Romanos 3:3)
Como un caso hipotético, podemos tener la certeza de que si Dios nos enviara a TODOS al infierno, aún así Él seguiría siendo un Juez Justo, y aún así, ÉL seguiría teniendo todo el derecho de hacerlo, "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Dios no nos debe nada; somos nosotros los que le debemos a Él. Dios podría, si Él quisiera, enviar un diluvio universal y acabar con toda carne, y sólo dejar a un puñado de hombres, como lo hizo con Noé. Sin embargo, Él no quiere que ninguno perezca. "¿Acaso me complazco yo en la muerte del impío--declara el Señor DIOS-- y no en que se aparte de sus caminos y viva?" (Ezequiel 18:23). Y Él no deja que ningún criminal salga impune: aquellos que Él absuelve por medio de la sangre de Cristo ya no son criminales, porque, "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17).
Habiendo dicho todo esto, otro argumento por el cual creo que es justificable que Dios haya mandado destruir pueblos enteros en la antigüedad, pero no ahora, empieza, pero va más allá del hecho de las tradiciones paganas que cometían algunos de ellos. Primero, ¿cuáles eran las naciones que Dios mandó destruir o conquistar por medio de un ejército? La Biblia dice que amorreos, madianitas, cananeos, amalecitas, los moradores de Jericó, Hai, al heteo, al gergeseo, al amorreo,, al ferezeo, al heveo, al jebuseo y al filisteo (Números 31:15-18, Deuteronomio 7, etc.). La Biblia dice que esto Dios dijo a su pueblo: “No deben morar en tu tierra, para que no te hagan pecar contra mí. En caso de que sirvieras a sus dioses, eso llegaría a ser un lazo para ti” (Éxodo 23:33). Y tiempo después, Moisés le recordó al pueblo: “Es por la iniquidad de estas naciones por lo que Jehová tu Dios las va a expulsar de delante de ti” (Deuteronomio 9:5). Los historiadores bíblicos han confirmado que, por ejemplo, en Canaán eran habituales la inmoralidad sexual, el paganismo y el sacrificio de niños a Baal pasados por el fuego, hecho bastante conocido ya. Pero la razón relacionada con la guerra contra ellos tiene que ver con un hecho crucial que narra el libro de Génesis 6:4:
"Había gigantes [nefilim] en la tierra en aquellos días, y también después cuando se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. (Génesis 6:4)
Los nephilim o nefilim, según la interpretación más común de este texto (apoyada por el libro apócrifo de Enoc y otros) es que se trataba de una raza de gigantes, que habían resultado de la procreación de ángeles caídos con mujeres humanas. En la Biblia hay relatos de amalecitas (Gén. 14:5-7), amorreos y anaceos (Núm. 13:29, 13:32, 14:6-9, Jos.14:1), emitas (Dt. 2:10-11), refaítas (Dt. 3:11,13), filisteos como Goliat (1 Samuel 17:4-7; Jos.11:21-22, 2 Sam. 21:15-22, 1 Crón.20:4-8), y hasta un egipcio (2 Sam.23:21, 1 Cron.11:23) que se describen todos como personas gigantes. De aquí se deriva la interpretación de que los pueblos estaban genéticamente "contaminados" por la hibridación de los gigantes que habitaban en las tierras.
Un argumento final que compartir para convencernos definitivamente de que ese mismo Dios justo que mandó ejecutar a otras personas prontamente en el Antiguo Testamento, es el mismo Dios amoroso que tuvo misericordia de muchas otras por mucho tiempo, en el Nuevo Testamento. Y la razón por la que creo que sigue siendo coherente y consistente es la siguiente.
En el entendido de que Dios sabe el pasado que ocurrió, el presente que ocurre, y el futuro que ocurrirá, pero en muchos casos, y Dios tiene paciencia de muchos impíos que viven en la Tierra y parecen prosperar o estar más tiempo del que deberían, mientras otras personas que aparentemente no han hecho tan grande crimen, son muertas prontamente. Sin embargo, consideremos que el Dios que NUNCA condena a un inocente, nos afirma
Salmo 37", "No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados".
Salmos 101:7 El que practica el engaño no morará en mi casa; el que habla mentiras no permanecerá en mi presencia. Cada mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, para extirpar de la ciudad del SEÑOR a todos los que hacen iniquidad.
Salmos 75:10 Quebraré todo el poderío de los impíos, pero el poderío del justo será ensalzado.
Salmos 34:16 El rostro del SEÑOR está contra los que hacen mal, para cortar de la tierra su memoria.
Salmos 37:9 Porque los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el SEÑOR poseerán la tierra. 10 Un poco más y no existirán
Proverbios 2:21 Porque los rectos morarán en la tierra, y los íntegros permanecerán en ella; 22 pero los impíos serán cortados de la tierra, y los pérfidos serán desarraigados de ella.
De los casos de esas personas que aparentemente no cometieron ningún crimen tan grave ante el mundo (fuesen hombres, mujeres o niños jóvenes), se incluyen aquellos de los que cometieron asesinato, idolatría a Baal, pasar por fuego a sus hijos, secuestro, brujería, violación del día del reposo, blasfemia, rebelión en contra de los padres, crímenes sexuales como adulterio u homosexualidad, además de ejércitos enemigos. De aquellos que hubiesen sido ejecutados, apedreados, o muertos a espada prontamente en relatos del Antiguo Testamento, bajo la aprobación, guía u orden de Dios, concluimos que debieron caer en una de tres posibilidades:
1) En realidad, sí eran culpables de un crimen (o varios crímenes) dignos de muerte, aunque no se mencionen todos en el texto. Confiamos en que era la decisión correcta porque era Dios quien lo ordenó, y podemos confiar plenamente y con toda certeza en que, cualquiera que hubiese sido el caso, nosotros no sabemos con lujo de detalles los pormenores, pero Dios, que sí los sabía, juzgó rectamente y tomó una buena decisión. (Principio de la justicia plena de Dios)
2) Dios sabía que esas personas, de haber vivido más años, habrían cometido o seguido cometiendo crímenes dignos de muerte. Aunque nosotros los humanos no lo podríamos haber previsto, Dios sabía proféticamente los crímenes que seguirían cometiendo esas personas, y decidió no dejarles más tiempo de vida y apresurar su muerte, sabiendo de antemano los males que harían en caso de seguir viviendo. (Principio de evitar la propagación del malvado)
3) En el extraño hipotético caso de que Dios mismo se hubiese llevado o hubiese dado la orden de tomar la vida de algunos que no hubiesen sido culpables de crímenes directos en cuestión, como el caso de niños o niñas que no hubiesen cometido ningún tipo de crimen digno de muerte previo ni en su vida adulta del futuro hipotético, mis respuestas razonables se justifican en tres premisas posibles:
a) la esperanza que dio Jesús al respecto de los niños: Él dijo "Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como estos es el reino de los cielos" (Mateo 19:14).
b) que la pérdida de la vida por sí misma no significa condenación para un niño, pues, por el contrario, Jesús enseñó que en el reino de los cielos seremos semejantes a los ángeles mismos (Mateo 22:30)
y c) que la Biblia dice que si a algún justo muere, hasta eso sería por la misericordia de Dios, para prevenir futuros días de aflicción: "Mueren los buenos, perecen los justos antes de tiempo sin que nadie parezca preocuparse o preguntarse la razón. Nadie pareciera darse cuenta de que Dios los aleja de los malos días que vendrán" (Mateo 22:30). (Principio de misericordia)
En el Nuevo Testamento, se lee solamente el caso de Hechos 5:1-11, Ananías y Safira, como un episodio en el que Dios mismo trae a muerte a los implicados, por haber mentido al Espíritu Santo. pero fue Dios mismo quien lo hizo. Ya no es como en el Antiguo Pacto. Ahora en el Nuevo Testamento nunca se lee que Dios mande a guerra o mande matar a persona alguna; no porque Dios haya cambiado, sino porque las sociedades han cambiado, la cultura ha cambiado, y los peligros no son iguales.
Jesús abolió la espada de hombre contra hombre (Mateo 26:52) y Pablo afirma que "No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12). Ahora será Jesús quien regrese en el futuro a "pelear contra ellos con la espada de su boca" (Apocalipsis 2:16). Pero Dios sigue siendo compasivo. "Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres" (Lamentaciones 3:32-33).
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