Parábola
del Gran Rey
Había
una vez un Gran Rey que gobernaba con poder un Gran Reino en el cual
había una perfecta abundancia de pan y tranquilidad. Vivían allí numerosas familias;
cada una de ellas labraba la tierra y cultivaba su alimento, viviendo
de forma próspera, teniendo a la mano todo lo que se necesitaba para
vivir calmada y reposadamente a lado de su Rey.
Sucedió
que, con el paso del tiempo, se acercó uno de sus enemigos
misteriosos que, usurpó la tierra y con gran pompa y ejército
grande, les ofreció a todos la oportunidad de gobernar cada uno su
propio reino, a su propia manera, en tierras desconocidas que decía
dominar y poseer. Ofreciéndoles grandes comodidades, gente a su
servicio, y la oportunidad de gobernar sin tener que trabajar, engañó
a todos los que allí vivían, quienes, tentados por la oferta de
poder y una riqueza mayor, salieron y siguieron al hombre misterioso,
quien les llevó a una tierra oscura y siniestra donde, al llegar,
fueron hechos esclavos y puestos en servidumbre, obligados a trabajar
duramente para aquél que les había prometido tantas comodidades que
nunca pudieron ver.
Viendo
el Gran Rey lo que había acontecido, se enojó mucho contra su
enemigo y lamentó la traición de aquellas familias que le habían
dejado después de todo lo que les había dado; mas sabiendo que el
precio de la traición en cualquier reino era la mismísima prisión
y la muerte por transgredir la más alta ley, ideó un plan para traer a aquellas familias de aquella
tierra oscura a la que habían sido llevados.
No
queriendo enviar a ninguno a prisión, decidió primero enviar a su
amado hijo único, como mensajero, para anunciar a todas esas
familias que el Gran Rey les daba a todos la oportunidad de regresar
y comenzar a vivir de nuevo en el Gran Reino. El hijo, al llegar,
alzó su voz y entregó este mensaje, pero las familias, al verlo,
tuvieron muy distintas y opuestas reacciones
Algunas
de ellas, arrepentidas de su traición, lloraron y corrieron,
escapando como pudieron de camino hacia el Gran Reino del que habían
venido. Otras, temiendo que el hombre misterioso las atrapara al
tratar de escapar, se quedaron allí sin moverse con miedo y
aflicción. Otras más, no creyendo al hijo y temiendo que fuera una
trampa para enviarlos a prisión, se burlaron de él y no hicieron
caso de su advertencia, a pesar de que las primeras familias les trataban de disuadir a que confiaran en que el Gran Rey tendría misericordia y les permitiría entrar si hacían caso al mensaje del hijo. Pero al ver el enemigo que había entrado el
hijo a esa tierra oscura, ordenó que le tomaran y azotaran en
presencia de todos hasta matarle.
Al
llegar las familias arrepentidas de regreso al gran Reino, grande fue su sorpresa al encontrar al hijo con vida ante sus ojos. Dando cuenta de todas estas cosas y dando el Hijo testimonio de que ellas le habían escuchado, se les permitió entrar. el Gran Rey reunió a un gran ejército de aliados y se levantó en
contra de su enemigo para capturarlo junto a aquellas familias que le
habían traicionado y habían rechazado la advertencia de su hijo.
Llegando
el Gran Rey a la tierra oscura con su ejército, tomó a sus enemigos
y a las familias traidoras y los echó a todos a una prisión de por
vida; mientras que a aquellas familias que creyeron el mensaje del
hijo y regresaron, se les perdonó la vida y se les dio la
oportunidad de volver a vivir junto al Rey y a su hijo, en un nuevo
reino donde ninguno volvió a desviarse o a conocer la aflicción jamás. La gloria del nuevo reino fue tal que aquellas familias volvieran a vivir en reposo y en bonanza cual nunca hubo en ningún reino antiguo jamás.
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