Cada época de elecciones, los políticos hacen un arduo trabajo para ganarse la confianza de la gente y llegar al poder. A menudo, los partidos usan propagandas con tácticas sucias para exponer a la luz pública a sus oponentes. Su método común radica en desprestigiar a los contrincantes, para obtener el favoritismo de la gente en las elecciones nacionales o locales.
En medio de este juego, se promueve en los medios de comunicación un mito secular que se nos ha enseñado a muchos ciudadanos: que darle nuestro voto a uno de los candidatos puestos por la clase política secular es nuestra "obligación". Desde la escuela se nos dio la idea de que esto un "deber cívico" y una acción patriótica, y que aquellos que no votan, son irresponsables y reprobables. Lamentablemente muchos líderes religiosos han repetido este dicho de forma acrítica y sin considerar los engaños que sostiene y los daños que puede causar.
En medio del caos político, todos los cristianos deberíamos detenernos y reflexionar a la luz de las Escrituras para examinar si el acto del sufragio es realmente es algo bíblico o no. Por mi parte, yo estoy convencido de que en un sistema secular y corrupto, la respuesta es clara y simple: los cristianos NO deberíamos votar ni alabar a ningún candidato político que no es conforme al corazón de Dios y eso suele eliminar a todos. En este post comparto 10 razones bíblicas para demostrarlo.
RAZÓN #1: Ser apolíticos previene divisiones entre los miembros del cuerpo de Cristo
Salvo por casos de apostasía o falsa doctrina, se nos ha dicho que debemos cuidarnos estrictamente de no causar divisiones y la Biblia condena la actitud de visión entre los hermanos en el sentido más estricto (1 Corintios 1:10; Romanos 16:17-18). Sin embargo, el defender apasionadamente a un candidato secular y disputar a favor del mismo siempre causa disgusto y termina en discusiones internas. No hay duda de que cada uno tiene sus preferidos y sus propios puntos de vista cuando de política se trata, pero ¿están sustentados en la Palabra?
Incluso entre amigos cercanos y familiares, tomar partidismos políticos puede llevar a peleas acaloradas y en la mayoría de los casos, esto lleva a amargura y contiendas. Imagina lo mismo ocurriendo dentro de la iglesia por causa de un político o partido secular. Pablo escribió: "...todavía sois carnales. Pues habiendo celos y contiendas entre vosotros, ¿no sois carnales y andáis como hombres? Porque cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois simplemente hombres?" (1 Corintios 3:3-4). Algunas personas pelean por sus candidatos, los defienden a capa y espada o los eximen de sus pecados, siendo imparciales. No vale la pena hacer esto por gente que ni si quiera conocemos de verdad. Ismael Quintero Rojas ha escrito algo muy cierto que debemos recordar: "Es contradictorio ver cristianos fervorosos en la política y tibios en su fe". La política no genera unidad; genera división, tanto dentro de la iglesia, como a nivel nacional, como a nivel espiritual.
RAZÓN #2: Votar por inconversos es confiar en el hombre y solapar su pecado
Jesucristo dijo que aquel que peca es esclavo del pecado (Juan 8:34), que aquél que no cree en Él, está bajo condenación (Juan 3:18); que aquél que no le confiesa ante los hombres, tampoco será recibido por el Padre, que aquél que rehúsa creer en el hijo, tiene la ira de Dios sobre sí (Juan 3:36), que todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo (1 Juan 4:3), que El que no está con Cristo, está contra Él; y el que no recoge con Cristo, desparrama (Mateo 12:30, Lucas 11:23), y que aquél que no toma su cruz y le sigue cada día, no puede ser su discípulo (Lucas 14:27). Profesamos creer que el que vive en pecado, está separado de Dios (Isaías 59:2), y la Biblia nos dice que "en esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano" (1 Juan 3:10).
Pero cuando de política se trata, muchos creyentes dejan de lado su teología y dejándose llevar por la idea de la "separación de la iglesia y el estado", prestamente dan su voto a hombres que odian a sus oponentes, que engañan para ganarse la confianza de la gente, y que temen confesar que Cristo es el Señor para no causar antipatías y perder votos. La Biblia les describe como: esclavos del pecado, gente condenada, gente con la ira de Dios sobre sí, que vive separada de Dios, e hijos del diablo. ¿Por qué votar por ellos?
Cuando de salvación se trata, profesamos que las buenas intenciones no son suficientes y que nuestras propias buenas obras son como trapos de inmundicia, pero cuando de política se trata, defendemos el humanismo centrado en el hombre y la inmundicia de los candidatos políticos. Profesamos creer que "Si el SEÑOR no construye la casa, los constructores pierden su tiempo. Si el SEÑOR no vigila la ciudad, los guardias pierden su tiempo." (Salmos 127:1), pero cuando de votos se trata, nos dicen que vale la pena apoyar a un sistema político que no toma en cuenta a Dios, y votar por partidos cuya grandiosa propuesta consiste en policías o militares especializados coordinados por un gobierno laico. ¿No es todo esto una contrariedad?
La Biblia dice: "¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre" (1 Juan 2:23), pero cuando votamos, parece que no tenemos problema por votar por mentirosos y anticristos. ¿Qué candidato político confiesa ante los hombres creer en Jesús como el Señor y Salvador y le pone primero que a todo lo demás? Quizá hay algunos que profesan creer en Dios o seguir una forma de religión. ¿Y eso qué? ¡Hasta los demonios creen! La Biblia dice que "si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto" (1 Juan 4:20); y "El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en Él" (1 Juan 2:4).
Aunque hay excepciones en algunos países y localidades, generalmente no es políticamente correcto hablar defender las enseñanzas de Jesucristo en el mundo político, así que el tema no se pone sobre la mesa. Todos los políticos prefieren postular un discurso mesiánico en el que ellos mismos se presentan como los que "sacarán al pueblo de Egipto", siempre hablan bien de sí mismos y se jactan de sus actos buenos, tratan de convencer a los demás que ellos mismos son la salvación del pueblo, despilfarran millones en propaganda que afirma que ellos son la mejor opción para resolver los problemas del país, que su partido es la única esperanza posible para salir adelante o que ellos son los únicos que pueden satisfacer sus necesidades sociales y no les van a fallar.
A menudo, los políticos se olvidan de su falibilidad humana y no se examinan a sí mismos, sino que apoyan en su propia prudencia. No se reconocen como pecadores y perdidos sin Dios; creen en su propio entendimiento, contrariando el mandato del Señor, y dirigiéndose a camino de muerte que parece derecho. Sea que digan la verdad o no, son egocéntricos y sabios en sus propios ojos. La Biblia nos dice: "¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él" (Proverbios 26:12) Gran parte de su campaña se centra en decir lo inteligentes, experimentados, calificados, talentosos y grandiosos que son, demeritando a sus contrincantes. ¿Porqué votar por alguien así? "Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu" (Proverbios 16:18,19). Gran parte de su tiempo se ocupan en exaltarse y ensalzarse a sí mismos. Su boca habla de lo que abunda en su corazón: ellos mismos. Sus frutos les dan a conocer. Y Jesucristo advierte: "Cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido" (Mateo 23:12; Lucas 14.11). En ellos se cumple la Escritura: "Pues hablando con arrogancia y vanidad, seducen mediante deseos carnales, por sensualidad, a los que hace poco escaparon de los que viven en el error. Les prometen libertad, mientras que ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues uno es esclavo de aquello que le ha vencido" (2 Pedro 2:19).
La Biblia nos advierte "que en los últimos días vendrán tiempos difíciles; porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; teniendo apariencia de piedad (religión), pero habiendo negado su poder; a los tales evita" (2 Timoteo 3:15).
No importa por quién votemos: no tenemos las herramientas verdaderas para discernir lo profundo del corazón. El hombre basa su simpatía en las apariencias, pero "Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón" (1 Samuel 16:7). A los hipócritas, "Él les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos ante los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, porque lo que entre los hombres es de alta estima, abominable es delante de Dios" (Lucas 16:15).
Poca es la diferencia entre un becerro de oro y un político idolatrado. El pueblo se olvida de los mandatos del Señor porque la santidad no es parte de sus intereses públicos. Impulsar la riqueza del país es uno de sus objetivos primordiales, pero Jesucristo dijo que "Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mateo 6:24). Por tanto Dios advierte: "Ellos han puesto reyes, pero no escogidos por mí; han nombrado príncipes, pero sin saber lo yo. Con su plata y su oro se han hecho ídolos, para su propia destrucción. Él ha rechazado tu becerro, oh Samaria, diciendo: Mi ira se enciende contra ellos. ¿Hasta cuándo serán incapaces de lograr la purificación?…" (Oseas 8:4-5).
La sustentores y grandes promotores de la política secular a menudo son grandes incrédulos desinteresados del Evangelio o falsos creyentes. Cristo bien les podría haber dicho como a los fariseos: "Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, ¡a ése recibiréis! ¿Cómo podéis creer, cuando recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?…" (Juan 5:43). Los políticos nos hacen pensar que si ellos ganan y gobiernan, la gente al fin podrá vivir "segura", realizar sus sueños, ser feliz o vivir "en paz". La Biblia los contradice: "No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos" (Isaías 48:22). Y al pueblo creyente le dice: "¡Mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a extraños!" (Ezequiel 16:32).
Mucha gente espera buenas cosas al votar. Le dan su favoritismo a ciertos políticos porque en verdad tienen la esperanza en esos hombres y piensan que podrán hacer cosas buenas. Los votantes buscan que los políticos les brinden la ayuda que requieren para resolver los problemas de su vida. Pero todo esto es muy contrario a la mentalidad de un hijo de Dios. Nosotros debemos pensar como el salmista, que escribió: "¿De donde vendrá mi ayuda? MI AYUDA VIENE DEL SEÑOR, que hizo los cielos y la Tierra" (Salmos 121). "Salva, SEÑOR, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres. Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón. Corte el SEÑOR todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración" (Salmos 12:1-2).
Votar por candidatos políticos inconversos no es solo es depositar nuestro voto en una boleta electoral; es depositar nuestra fe en ellos; es tener confianza en su falibilidad. Mas la Biblia nos dice una y otra vez que no debemos buscar nuestra ayuda en el hombre. Con una dura advertencia, declara: "Así ha dicho el SEÑOR: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová" (Jeremías 17:5). "No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación" (Salmos 146:3). "Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre" (Salmos 118:8). "Deja de considerar al hombre, cuyo soplo de vida está en su nariz; pues ¿en qué ha de ser él estimado?" (Isaías 2:22).
Por muy buenas intenciones que los gobernantes seculares tengan, Cristo no aprobó un sistema de gobierno en el que los líderes controlan y toman las decisiones impositivamente, como lo hacen en las supuestas democracias occidentales. El voto de la gente es darle "permiso" a una persona de que promulgue su política, la legisle, y la imponga sobre los demás.
La visión de Jesucristo es radicalmente distinta para sus discípulos: "Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor. y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo. así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.…" (Mateo 20:25-27). La historia está repleta de los huesos blanqueados de naciones que no siguieron este mandato y en el Día del Juicio Dios les pedirá cuentas a quienes desecharon su palabra y apoyaron a gente que lo hacía.
Nuestra fe sólo le pertenece a Dios. No veo que sea correcto delante de Dios dársela al César. De modo que lo dicho por C.S. Lewis cobra un gran sentido en estos tiempos: "aquél que se rinde sin reservas a las pretensiones temporales de una nación, partido, o clase política, le está entregando al César, lo que, por sobre todas las cosas, le pertenece categóricamente a Dios".
RAZÓN #3: Los políticos buscan agradar a la gente, no a Dios
Salvo en aquellos casos en que se hace uso de la fuerza, normalmente, para que un político gane y perdure de forma influyente en una posición de poder, lo que necesita es ganarse la aprobación de la gente. A menudo, los políticos harán alianzas para ganar más y más adeptos y abarcar más intereses seculares. Estarán dispuestos a usar toda clase de artimañas para lograrlo y hacer que se vote por ellos. Dicen buscar el bien, pero no practican la búsqueda que profesan. Cristo nos encargó: "¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes" (Marcos 8:15). Es un peligro eterno centrarse en los intereses del hombre y no en los de Dios, pero en una agenda secular, todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús.
Los Evangelios nos enseñan que todo lo que necesitamos para obtener lo indispensable es "Buscar primero el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas nos serán añadidas". El Nuevo Testamento dice: "Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:2). Pero la política hace exacta lo opuesto: busca primero todas las cosas terrenales, y deja el Reino de Dios y su justicia hasta el final... o totalmente fuera del debate. Ante esto, conviene recordar que Jesucristo dijo a Pedro: "¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (Mateo 16:23).
Ante esto, deberíamos recordar las Palabras del apóstol: "Os ruego, hermanos, que vigiléis a los que causan disensiones y tropiezos contra las enseñanzas que vosotros aprendisteis, y que os apartéis de ellos. Porque los tales son esclavos, no de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos" (Romanos 16:18). "Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gálatas 1:10). Jesucristo mismo nos dijo: "¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mateo 18:7; Lucas 17:1).
El profeta Isaías escribió que esta tendencia de poner primero el agrado de la gente y olvidar el Reino es una actitud sumamente aborrecible y desagradable ante Dios:
"¡Ay de los hijos rebeldes--declara el SEÑOR-- que ejecutan planes, pero no los míos, y hacen alianza, pero no según mi Espíritu, para añadir pecado sobre pecado! Los que descienden a Egipto sin consultarme, para refugiarse al amparo de Faraón, y buscar abrigo a la sombra de Egipto. El amparo de Faraón será vuestra vergüenza, y el abrigo a la sombra de Egipto, vuestra humillación. Porque sus príncipes están en Zoán, y sus embajadores llegan a Hanes. Todos se avergonzarán a causa de un pueblo que no les trae provecho, no les sirve de ayuda ni de utilidad, sino de vergüenza y también de oprobio... Porque este es un pueblo rebelde, hijos falsos, hijos que no quieren escuchar la instrucción del SEÑOR; que dicen a los videntes: No veáis visiones; y a los profetas: No nos profeticéis lo que es recto, decidnos palabras agradables, profetizad ilusiones. Apartaos del camino, desviaos de la senda, no oigamos más acerca del Santo de Israel. Por tanto, así dice el Santo de Israel: Ya que habéis desechado esta palabra, y habéis confiado en la opresión y en el engaño, y os habéis apoyado en ellos, , por eso esta iniquidad será para vosotros como muro agrietado a punto de caer, como abultamiento en una pared alta, cuya caída viene de repente, en un instante.…" (Isaías 30:1-5; 9-13).
RAZÓN #4: El mundo político es ciego al Evangelio porque está engañado por el maligno
La gente que acapara las cúpulas políticas, sin importar que sean de derecha, de izquierda, o revolucionarios, defienden un status quo contrario a los principios establecidos de Dios. La Biblia nos dice que el mundo entero es engañado por el maligno (Apocalipsis 12:9) y en 2 Corintios 4:4, se nos dice que Satanás es el falso dios de este mundo; él es la fuerza maligna detrás del gobierno "que ha cegado las mentes de los incrédulos para que no vean la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios".
No es de sorprenderse que los políticos y medios seculares sean intolerantes ante sus compañeros que muy rara vez llegan a expresar fe pública en el Señor. Lo consideran "una amenaza" al laicismo del estado. ¿Pero cuántos de ellos hablan en contra de la inmoralidad sexual, la prostitución, la pornografía, la trata de personas, la distribución de tabaco, alcohol, drogas, el uso de armas, el maltrato animal, el entretenimiento lleno de violencia, sexo ilícito, brujería, derramamiento de sangre y otro tipo de maldad que está disponible expandido en los sectores de la sociedad? Lejos de ello, los políticos se mantienen en silencio porque ésto forma parte de los intereses de muchos.
Muchas personas están cegadas a la verdad, incluyendo las que apoyan a guías ciegos y los que siguen a los líderes de este mundo. Jesucristo dijo de los que no ven: "Dejadlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mateo 15:14). Nótese que Jesús mandó "dejarlos". ¿Pero qué hacen las personas? ¡Lo contrario! Piden el auxilio de ciegos y siguen a ciegos, ¡y luego se preguntan porqué están en el hoyo y porqué no pueden salir! George Carlin dice al respecto: "Si votas, no tienes derecho de quejarte".
¿Porqué habrían los cristianos de votar por candidatos paganos que toman una actitud tan hipócrita? "¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" (Amós 3:3); "¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?" (2 Corintios 6:14).
Los políticos y sus simpatizantes piden que se siga su ley: un conjunto de estatutos humanos creados por el hombre que conforman usualmente en una constitución mundana que, sin duda alguna, no se conforma a la ley de Cristo. Los políticos han sustituido la Biblia con una Constitución creada con entendimiento humano. Los ciudadanos laicos piden que se respete la constitución pero la Biblia tiene algo que decir "Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastar lo en vuestros placeres. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El celosamente anhela el Espíritu que ha hecho morar en nosotros?" (Santiago 4:4). El engaño de Satanás incluye el hacernos creer que un sistema de gobierno secular es correcto o mejor que el del Evangelio, pero el apóstol escribió: "¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el polemista de este siglo? ¿No ha hecho Dios que la sabiduría de este mundo sea necedad?" (1 Corintios 1:20).
No podemos esperar que el mundo político nos ame ni que nos entienda. A Cristo no le amaron los líderes romanos y Él nos dijo: "Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que yo os dije: Un siervo no es mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros" (Juan 15:19).
La Biblia nos llama a separarnos del mundo. La luz y la oscuridad no se unen, aunque estén en la misma tierra. Es por eso que leemos: "Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor; y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré" (2 Corintios 6:17). Juan, en su epístola escribió: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque TODO lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, NO PROVIENE DEL PADRE, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:15-16).
Por supuesto que sobre de todo, Dios tiene el control y la última palabra en nuestras vidas. Él puede usar a todos, en todas partes, y para cualquiera de sus propósitos, porque "sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Pero es Él que el obra cuando le seguimos, cuando oramos y le clamamos, no cuando votamos. Y Él no está obligado a acoplarse a nuestros métodos; somos nosotros los que debemos acoplarnos a los suyos. Nuestro deber, y privilegio, es la oración a Dios para que las cosas mejoren, pero, en su propio entendimiento, el hombre cambió este privilegio y lo cambió por el de la votación.
#RAZÓN 5: Jesús no participaría en la política de hoy en día
La Biblia nos dice que si somos cristianos, debemos seguir a Cristo e imitarle, andando como Él anduvo. Si Jesucristo estuviera en la tierra, ¿Votaría por alguno de los candidatos que proponen los partidos políticos? ¿Sería elegido presidente por los incrédulos o ateos que no quieren seguir la Verdad? ¿Participaría en la política de hoy en día? ¿Defendería las políticas y propuestas que hacen los candidatos presidenciables? Evidentemente, no.
Cuando Cristo vino a la Tierra, Jesús se rehusó tajantemente a participar en la política. Cuando el diablo tentó a Jesús y le ofreció todos los reinos del mundo, Jesucristo contestó diciendo: "¡Vete de aquí, Satanás! Porque escrito está: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a Él le servirá" (Lucas 4:5-8). El pueblo que había creído en Él, también quería darle el poder político, y "dándose cuenta de que iban a venir y llevárselo por la fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez al monte Él solo" (Juan 6:15). Él nos dijo también: "si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. En verdad, en verdad os digo: un siervo no es mayor que su señor, ni un enviado es mayor que el que lo envió" (Juan 13:14-16).
Cuando estaba ante Pilato, Jesús también dejó claro que su interés no estaba en un gobierno terrenal. Se escuchaba que Él era el Rey de los judíos, pero "Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí" (Juan 18:36). Nótese la gran enseñanza: que el gobierno secular no es el Reino de Jesús y que Él dijo que sus servidores no estaban para pelear por obtenerlo. Nuestra lealtad última no es con ningún gobierno humano u opinión pública. Esto es contrario a la cultura de la votación secular porque cuando votamos, nos identificamos como parte del gobierno de este mundo en vez de identificarnos como parte del Reino de los Cielos.
RAZÓN # 6: Los cristianos somos embajadores del Reino de Dios
La Biblia dice que "Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo" (Filipenses 3:20). También leemos que la Escritura nos declara "un reino y real sacerdocio" de Dios (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:4-6, 5:9-10) y "EMBAJADORES de Cristo" (2 Corintios 5:20). ¿Cuáles son las implicaciones?
Los embajadores son diplomáticos acreditados que son enviados por un país como sus representantes oficiales a un país extranjero. La función de un embajador es proteger los intereses de su país en el país receptor; negociar con el gobierno del estado anfitrión lo que su propio gobierno demanda o espera; enterarse, por vía legal, de las condiciones y desarrollos del estado receptor y reportarlos al gobierno de su país para que haya diplomacia.
Nosotros debemos comportarnos como REPRESENTANTES del Reino de los Cielos y hablar proteger los intereses del Reino hablando con las palabras que manda el Rey. Los embajadores no buscan puestos en la política interna de los países extranjeros a los que se les envía. ¿Es posible que un embajador vote para elegir a los gobernantes de una tierra extraña? ¡Por su puesto que no! "Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Marcos 12:17).
Los cristianos no debemos caer en la trampa de creer que podemos "arreglar" el gobierno de este mundo. No hay bases bíblicas para creer que podamos establecer un gobierno santo y piadoso en estos últimos tiempos. Jesucristo mismo no vino a este mundo a mejorar nuestro gobierno; pero vino a hacer algo sumamente más importante: ÉL VINO A ANUNCIAR QUE EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA y Dios ofrece vida eterna en un Reino en el que no habrá llanto, ni lágrima, ni dolor.
Ningún Estado o institución humana debe tomar el lugar de Dios y ser visto como la fuente de provisión de paz y prosperidad. Sin importar por quién votemos, las profecías bíblicas nos dicen que las cosas van a ir empeorando más y más mientras más cerca estemos del fin. Los gobiernos se levantarán unos contra otros y habrá levantamientos y rumores de guerras por aquí y por allá. En medio de todo, el Reino de Dios y la voluntad de Dios será el lugar más seguro para vivir. Nuestro deber no es votar por líderes políticos que prometen cosas que no pueden lograr. Nuestro deber es orar y pedir a Dios: "QUE VENGA TU REINO y se haga Tu voluntad en la Tierra como en el Cielo" (Mateo 6:10).
RAZÓN #7: Los políticos casi siempre defienden cosas OPUESTAS a la Palabra de Dios
Si estudiamos la política de este mundo, puede que algunos líderes religiosos lleguen a hacer apología de algunos líderes y decir que los gobernantes fueron constituidos por Dios, pero Pablo mismo escribió que cuando éstos son constituidos por Dios, "los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal" (Romanos 13:3). Lamentablemente muchos gobernantes han hecho lo contrario en una agenda pública que satisface al hombre. En países corruptos, es innegable que los gobernantes están coludidos con el crimen organizado. En países impunes, se han comportado como Saúl al apartarse de los camino de Dios y darse una vida de autoindulgencia, causando temor a los de buena conducta. En países liberales y desarrollados, se comportan como Salomón, que a pesar de todo su conocimiento, se van tras los ídolos y olvidan la ley moral de Dios.
Casi siempre los políticos comprometen los principios morales bíblicos para satisfacer la opinión pública y simpatizar a tantos votantes como sea posible. La Biblia ADVIERTE contra los que toman esa actitud: "¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios a sus propios ojos e inteligentes ante sí mismos!" (Isaías 5:20-21). Eso pone bajo juicio a una gran mayoría de políticos postmodernos que defienden pecados y promueve cosas que la Biblia condena:
- Defienden el aborto
- Apoyan el matrimonio entre homosexuales
- Apoyan la adopción homoparental
- Creen en el humanismo (se centran en lo que dice el hombre)
- Promueven un sistema capitalista que crea desigualdad extrema
- Promueven la falsa democracia (sólo unos cuantos terminan imponiendo sus decisiones)
- Tienen una actitud mesiánica (se comportan como falsos Cristos)
- Acostumbran calumniar o acusar falsamente a sus contrincantes
- Toleran la corrupción o impunidad dentro de sus propios partidos o familias
- Aprueban o se apoyan de la Iglesia Católica, Vaticano o Pontífice
- Defienden el "libre pensamiento" (escepticismo, ateísmo o secularismo absoluto)
- Discriminan a los cristianos o toleran la persecución contra ellos
- Apoyan la militarización, el uso del ejército, aceptan la guerra, la violencia y uso de la fuerza
Decir que uno está a favor de la justicia y la equidad y defender estas cosas es tener la mente entenebrecida y defender un doble estándar. William Penn bien dijo que "Lo correcto es correcto, aun cuando todos estén en su contra, y lo indebido es indebido, aun cuando todos estén a favor". La Escritura da instrucciones a los cristianos para que obedezcan a las autoridades legítimas, pero nos dice que si éstas contradicen los mandatos del Señor, debemos obedecer a Dios por encima de todo y no seguirles a ellos (Hechos 5:27-29; Romanos 13:1-7). Es por eso que un cristiano maduro nunca debe votar por un programa de gobierno, por leyes o candidatos cuya formación ética o religiosa contradicen el contenido ético o moral de nuestra fe. "Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!" (Mateo 6:23). Los candidatos o aspirantes que violan los mandamientos bíblicos en la vida, la familia, el matrimonio, o la fe, nunca deben ser apoyados (Proverbios 14:34), y eso excluye a la mayoría de los candidatos.
Jesús reinará el mundo entero algún día, pero no este mundo, sino un mundo donde la vida se viva en santidad y los reyes y sacerdotes sigan la ley de Cristo. Mientras tanto, el es el Rey de Reyes y Señor de Señores en el corazón de sus discípulos y busca que el Evangelio y sus enseñanzas sean llevados a toda criatura. Él anuncia un gobierno espiritual e interno en el que ningún hombre se enseñoreará de los demás. Y nos recuerda que el gobierno humano por imposición fallará eventualmente. Cielo y Tierra pasarán, los gobiernos humanos se acabarán uno por uno, "pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:17).
Paginas de interés:
- "10 Shocking Reasons Christians should NOT Vote", en: https://becomingchristians.com/2016/04/24/10-shocking-reasons-christians-should-not-vote/
- "Should a Christian Vote?", en: http://www.cogwriter.com/vote.htm
- https://wordpress.com/read/feeds/19589592