lunes, 8 de enero de 2018

El rol y el derecho de la mujer en la Biblia

En un mundo postmoderno en el que el machismo y el feminismo coexisten entre grupos de personas que defienden o se disputan sus posturas por causa de tradiciones y movimientos sociales a favor o en contra de una u otra perspectiva, es normal que muchos creyentes se pregunten qué es lo que dice la Biblia acerca de estas posturas sociales, que a veces son impuestas en algunos grupos religiosos sin tomar en cuenta el consejo completo de la Palabra. 


La equidad bíblica al valor del hombre y la mujer

Desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, los gobiernos modernos de las Naciones Unidas se comprometieron (al menos en la teoría) a defender el principio de que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, sin importar si son mujeres o varones.

Sin embargo, una de los primeros principios históricas de equidad entre el hombre y la mujer se halla narrado miles de años antes, en la Biblia, y es pronunciado en el libro de Génesis al hablar del tiempo de la Creación, del cual se nos dice:
"Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra" (Génesis 1:27-28)
Un hecho notable y poco conocido es que Dios mismo llamó con el mismo nombre al varón y a la mujer; la traducción Biblia dice:
"1 Este es el libro de las generaciones de Adán. El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. 2 Varón y hembra los creó; y los bendijo, y los llamó Adán el día en que fueron creados" (Génesis 5:1-2 RV 1960).
Es de considerar que la palabra "hembra" históricamente ha adquirido una connotación negativa  por asociarse desde el siglo XIX con animales de género femeninos, y desde el siglo XX con una forma despectiva de llamar a la mujer en países contemporáneos. Sin embargo, en el principio no era así. El texto citado muestra que de hecho Dios llamó "Adán" a los dos: al varón y a la mujer con el mismo término hebreo "’ā·ḏām" (אָדָ֛ם) que significa esencialmente "tierra" o "barro", así como "ser rojo" o "de piel morena".

Ahora bien, el primer momento en que la situación de equidad inicial empezó a cambiar fue con la caída, o el momento en que el pecado humano vino al mundo (el pecado es la desobediencia a Dios, o la maldad moral) y esto conllevó a sufrir una dura consecuencia tanto para el hombre (Génesis 3:19) como para la mujer. Como seguramente hemos oído, Adán y Eva habían sido puestos en el Jardín del Edén, hasta que, engañados por la serpiente, ambos comieron del fruto prohibido. La Biblia dice:
"11 Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? 12 Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13 Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí." (Génesis 3:11-13).
En este conocido pasaje, lo primero que vemos es que ninguno de los dos aceptó su propia culpa: Adán culpó a la mujer (con un cierto tono de reproche hacia Dios, quien le había dado a la mujer); mientras que Eva culpó a la serpiente. Luego de castigar a la serpiente, Dios prosiguió con un pronunciamiento de un castigo en que cada quien sufrió consecuencias por su culpabilidad:
"16 A la mujer dijo: —Aumentaré mucho tu sufrimiento en el embarazo; con dolor darás a luz a los hijos. Tu deseo te llevará a tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17 Y al hombre dijo: porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: “No comas de él”, sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3:16 RV1960)
Compárese con una traducción contemporánea de la Biblia.
"Después Dios le dijo a la mujer: —Te daré más trabajo y multiplicaré tus embarazos; y con todo y tu duro trabajo, tendrás también que dar a luz a los hijos. Desearás estar con tu marido, pero él te dominará a ti. 17 Luego Dios le dijo al hombre: Ya que tú obedeciste a tu mujer y comiste del árbol que yo te había prohibido, la tierra estará maldita por tu culpa. Tendrás que conseguir la comida por medio de duro trabajo, durante todos los días de tu vida (Génesis 3:16 PDT)
Se percibe que desde entonces la relación en la cual el hombre sobresale con mayor preeminencia, fuerza física y dependencia fue una consecuencia lamentable que con toda certeza se puede decir que NO era el propósito original de Dios en la Creación sino un castigo por el producto del pecado. No fue esto la única ni la última vez que el plan que Dios pensaba originalmente para el matrimonio no se llevó a cabo. Un hecho similar ocurrió con el divorcio: aunque Dios había dicho que el hombre al casarse sería "una sola carne" con su esposa, cuando le preguntaron a Jesús, ¿porqué Moisés dio permiso después de divorciarse?, explicando:
"Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras esposas; pero al principio no fue así." (Mateo 19:18 RVG)
Estos pasajes explican que, aunque Dios en realidad planeaba desde el principio planeaba una relación de equidad duradera de por vida en el matrimonio, el duro corazón de los seres humanos trajo como consecuencia una dirección que inicialmente NO era conforme a la voluntad de Dios inicial. 

Hoy es indiscutible que, por siglos, los hombres han dominado muchas áreas sociales más que la mujer y muchos hombres han tenido preeminencia sobre sus esposas. En muchas sociedades antiguas y aún en ciertos pueblos contemporáneos o familias tradicionalistas, la mujer ha sido minimizada, despreciada, maltratada y menospreciada, como alguien con capacidad intelectual inferior, sin derechos o con pocas consideraciones para el trabajo. El mismísimo Charles Darwin en su libro "El origen del hombre", defendió y popularizó la idea de inferioridad intelectual de la mujer.

Sin embargo, en medio de un caos social donde la mujer se consideraba por muchos "poco inteligente", desde tiempos antiguos Dios atribuyó a las mujeres un corazón generoso, habilidad para trabajar con las manos y un corazón lleno de capacidad (véase Éxodo 45:22-29). Evidentemente se hablaba de mujeres que voluntariamente habían querido servir con amor a Dios, una cualidad que no todas las mujeres ni todos los hombres tiene. Pero Dios también usó al hombre más sabio del Antiguo Testamento, Salomón, para honrar a la mujer creyente y atribuirle gran sabiduría (Proverbios 31). 
"La mujer sabia edifica su hogar, pero la necia con sus propias manos lo destruye" (Proverbios 14:1). 
Cuando Dios dice que la mujer sabia "edifica" su casa, cabe considerar que "edificar" se define como "fundar o establecer una entidad", o bien, "construir un edificio o cualquier otra obra cubierta para albergar personas", y "casa" en la Biblia también se refiere a la familia. Curiosamente, el mismo capítulo donde se escribe esto, Dios llama a todos a "levantar la voz por los que no tienen voz y defender los derechos de los desprotegidos!" (Proverbios 31:8)con lo cual podemos ver con toda claridad, que, si a las mujeres no se les da voz en la sociedad, y sus derechos no son considerados, Dios quiere defender sus derechos y quiere que todos los creyentes también los defendamos.

En el Antiguo Testamento, Dios proveyó leyes para proteger a la mujer en caso de quedar viuda (Deuteronomio 25:5-6); Dios respaldó, por medio de David, la decisión de una mujer creyente que se vio obligada a no hacer caso de la decisión inmoral de su esposo, con tal de actuar en la voluntad de Dios, y ésta tuvo que dejar de la voluntad de su esposo para hacerlo en ese caso específico (1 Samuel 25:1-38). Y también Dios a través de los profetas enseñó que la desigualdad socioeconómica (pobres, humildes), de género (viudas), generacional (huérfanos) e intercultural (extranjeros) es contraria a su voluntad (Is. 1:17-18, 23; 10:1-2; Jr. 7:5-7; 22:3; Ez. 22:7; Zac. 7:10; Mal. 3:5).

Cristo trató a las mujeres con una estima altísima y una consideración especial, sobresaliente por encima de cualquier otro profeta o líder antiguo. Incluso aunque las mujeres con las que Jesús trató no fueran creyentes o perfectas moralmente, aún así les mostró afecto, compasión, misericordia y una suavidad al tratar con ellas, como se ve en relatos de los Evangelios: por ejemplo, al tratar con la mujer samaritana (Juan 4), con la mujer adúltera que fue atrapada en medio del acto de la fornicación (Juan 7:53-8:11), la mujer que había padecido flujo de sangre por años (Mateo 9:18-26, Marcos 5:21-43, Lucas 8:40), la mujer encorvada a la que sanó en la sinagoga en día de reposo (Lucas 13:10-17), las dos mujeres que ungieron sus pies (Juan 12; Marcos 14), sus seguidoras y amigas cercanas Marta y María, hermanas de Lázaro (Lucas 10:38-42) y otras muchas mujeres que también le seguían, acompañaban y ayudaban voluntariamente junto a los doce apóstoles (Lucas 8:1-3). 

A lo largo del Evangelio, Cristo defendió el valor y la situación de todas éstas mujeres contra la condición de menosprecio con las que otros las veían, y reivindicó su valor, mostrándoles respeto e infundiéndoles confianza en Dios, a la vez que también les enseñaba a amar con el amor de Dios. Jesús dio su vida por todas ellas incluídas, y si Cristo trató así a las mujeres, cabe recordar que todos estamos llamados a seguir con disposición el ejemplo de Cristo en todo, pues la Biblia dice que si decimos creer en Él, debemos andar como Él anduvo (1 Juan 2:6).

Asimismo, el apóstol Pablo enseñó que todos los cristianos tienen una posición de equidad espiritual al ser herederos de las promesas de Dios sin distinción de género: 
"...Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús(Gálatas 3:28) 
Si todos los miembros, hombres o mujeres, son hechos todos partes del cuerpo de Cristo, todos heredan las promesas, todos tienen una importancia esencial y vital (1 Corintios 12:12-27) y también todos heredan la obligación de seguir el Nuevo Pacto, mismo que nos dice que "...la justicia de Dios [es] por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción;" (Romanos 3:22)

Dios dijo que en los últimos días, las mujeres también serían llenas del Espíritu de Dios: 
"Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días" (Joel 2:28-29)
Este momento se inauguró en el Día de Pentecostés, época desde la cual todos los primeros seguidores de Jesús (incluyendo María y las muchas otras mujeres que eran parte de los tres mil) fueron llenas del Espíritu de Dios. La Biblia también dice que la promesa de que Dios nos llenaría de su Espíritu y estaríamos con Él, es para todos (hombres y mujeres, jóvenes y ancianas, de toda tribu, lengua o nación: 
"Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros descendientes, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare(Hechos 2:39).   
"Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos" (Apocalipsis 7:9)  
"Porque en Dios no hay acepción de personas" (Romanos 2:11)  
"Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto. 36 El mensaje que El envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo, que El es Señor de todos" (Hechos 10:34-36)
El rol de la mujer como congregante

En el tiempo de Pablo, algunas mujeres (al igual que algunos varones), no tenían un buen control y orden dentro de sus iglesias. En una de sus cartas, Pablo lamentaba que habían viudas jóvenes que estaban aprendiendo “a ser ociosas… y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran” (1 Timoteo 5:13). No sólo esto, sino que habían personas que manipulaban a las “mujeres débiles” en la fe (es decir, mujeres con poca fe), las cuales se dejaban “llevar por toda clase de pasiones” (2 Timoteo 3:6)Por esto, Pablo escribió a Timoteo que él no permitía a esas mujeres hablar desordenadamente, y pidió que ellas permanecieran aprendiendo calmadamente cuando todas las familias se reunían: 
9 Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos; 10 sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad. 11 Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. 12 Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. 13 Porque Adán fue creado primero, después Eva. 14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión” (1ª Timoteo 2:11-12, BLA).
Este pasaje ha sido usado por líderes religiosos para argumentar precepctios que han tenido las sociedades a través de los tiempos. Sin embargo, es una porción de la Escritura que también se ha interpretado de formas distintas. Lo que el versículo prueba en definitiva es que Pablo no permitía a las mujeres de la iglesia de Timoteo el tener la función de pastorear o tener autoridad como líderes dentro de la Iglesia de Timoteo. Sin embargo, el siguiente capítulo de la carta (1 Timoteo 3) también restringe a muchos hombres de participar como líderes de la iglesia, lo que prueba que esta orden no es meramente una cuestión de género sino de roles en la Iglesia. 

Muchos teólogos reformados como los bautistas y luteranos (entre otras iglesias protestantes) tradicionalmente han interpretado el pasaje anterior como un precepto bíblico que básicamente establece que las mujeres no deben ser las "líderes principales" o pastoras (en general, esto se basa en la premisa de que la primera carta a Timoteo no sólo era para esa iglesia y esa época, ni por postura de Pablo, sino un modelo general de cómo debe ser las congregaciones).  Ciertamente Pablo restringió a las mujeres de servir en roles de autoridad espiritual sobre otros hombres dentro de la congregación. La predicación, enseñanza o autoridad espiritual sobre otros hombres varones adultos, por orden paulino, es dada solamente a varones entregados a Dios meticulosamente seleccionados, esposos de una sola mujer. 

Según esta interpretación, esto no quiere decir que la mujer, los jóvenes o los otros hombres queden relegados o descalificados para tener algún servicio o función en la congregación. Tampoco quiere decir que sean menos importantes, sino que simplemente es un modelo que Dios quiere que sigamos para que haya orden establecido donde cada quien tenga un papel específico que siga el ejemplo de las iglesias del primer siglo. Quienes sostienen este punto de vista, insistirán en que hay otras funciones que las mujeres y los demás hombres deben desarrollar por igual. ¡Ojo! Aún si se acepta esta postura, hablamos de funciones, no de posiciones; hablamos de papeles, no de jerarquías. ¡Ya vimos que la Biblia establece claramente que ninguno es más importante que otro!, porque todos (sin distinción de si somos varón o mujer) somos un cuerpo en Cristo con miembros que tienen el mismo valor: 
"12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. 13 Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu. 14 Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15 Si el pie dijera: Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo, no por eso deja de ser parte del cuerpo. 16 Y si el oído dijera: Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo, no por eso deja de ser parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo fuera oído, ¿qué sería del olfato? 18 Ahora bien, Dios ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó. 19 Y si todos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? 20 Sin embargo, hay muchos miembros, pero un solo cuerpo. 21 Y el ojo no puede decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No os necesito. 22 Por el contrario, la verdad es que los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios; 23 y las partes del cuerpo que estimamos menos honrosas, a éstas las vestimos con más honra; de manera que las partes que consideramos más íntimas, reciben un trato más honroso, 24 ya que nuestras partes presentables no lo necesitan. Mas así formó Dios el cuerpo, dando mayor honra a la parte que carecía de ella, 25 a fin de que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros. 26 Y si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él. 27 Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él" (1 Corintios 12:12-27).
Otra interpretación sobre la 1a Epístola a Timoteo considera el punto de vista cronológico y regional: hay teólogos actualmente, especialmente dentro de iglesias pentecostales y otras evangélicas, que permiten la figura de "pastora" porque argumentan contra la interpretación tradicional, que se trataba de una carta que se refería a lo que debía ser en la iglesia de Efeso específicamente (1 Tim. 1:3), y defienden la idea de que este mandato no se dio para aplicarse a todas las iglesias. Una interpretación más al respecto, sostiene que es permisible a la mujer tomar el liderazgo de una iglesia o un matrimonio, cuando los varones que están se desentienden de su rol y se rehúsan a cumplir con el liderazgo, por falta de compromiso.

Sea cual sea la interpretación que se tome, la Biblia enseña indudablemente que las mujeres que son esposas tienen el deber de enseñar los caminos de Dios a sus hijos (esto es, junto a su padre, por su puesto, pero no en lugar de él). El versículo de Proverbios 22:6 implica que ambos padres deben instruir a los hijos en el camino del Señor. 

La Escritura se expresa de siervas de Dios como mujeres que también desempeñaban funciones de liderazgo espiritual en el pueblo de Dios, por ejemplo, la diaconisa Febe (Romanos 16:1) cuyo papel vendría a ser distinto del pastorado, pero no menos importante; o bien, otras mujeres líderes, tales como Miriam (que fue enviada por Dios mismo como líder junto a Moisés y Aarón (Miqueas 6:4), o las conocidas María, Elizabeth, Ruth, Noemí y Ester. 

La Biblia también hace mención del mujeres profetisas en la Biblia: tres servidoras de Dios que la Escritura llama profetizas fueron: Hulda (2 Reyes 22.14-20; 2 Crónicas 34.22), quien por palabra de Dios anunció juicio contra la impiedad gubernamental; Débora, profetiza verdadera y jueza femenina que gobernaba en Israel (Jueces 4:4-6)Ana, hija de Fanuel (Lucas 2:36), quien oraba en el templo de Jerusalén y reconoció de inmediato que Jesús era el Mesías Salvador en cuanto lo vio. 

También se habla en la Biblia de la voluntad de Dios de que las mujeres llenas del Espíritu Santo no sólo puedan, sino que deban estudiar, instruir, orientar y aconsejar sobre asuntos espirituales; no sólo a sus hijos, sino también a otras mujeres más jóvenes en la fe, a los niños, y a aquellos que no son creyentes.  Pablo, por ejemplo, escribió que las mujeres experimentadas sería de ejemplo y enseñanza a las mujeres jóvenes: 
"2 Que los hombres mayores sean sobrios, serios y prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia. 3 Asimismo, que las mujeres mayores sean reverentes en conducta, no calumniadoras ni esclavas del mucho vino, maestras de lo bueno, 4 de manera que encaminen en la prudencia a las mujeres jóvenes: a que amen a su marido y a sus hijos(Tito 2:2-5). 
El rol de la mujer como discípula de Jesús

Aunque las mujeres, en el consejo de Pablo, no tendrían que ejercer autoridad espiritual en la congregación (es decir, la reunión de la iglesia), esto no las excluye de ejercer autoridad o liderazgo fuera de la iglesia. El ejemplo principal es que, ciertamente el mensaje bíblico en conjunto muestra que las mujeres no solo "pueden" sino que DEBEN predicar el Evangelio a su alrededor en su vida diaria, porque esto es lo que Cristo mismo lo mandó a sus seguidores:
"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15) 
"Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;. 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Mateo 28:19-20).  
Recordemos que este mandato, al igual que sus promesas conjuntas, no se dado a unos cuantos discípulos sino a todos, porque Jesús había dicho a los doce: "Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos" (Marcos 13:37). 

Si creemos en el sacerdocio de todos los creyentes ante el mundo, (una doctrina básica y fundamental del cristianismo evangélico-protestante) no podemos entonces de ninguna forma excluir a las mujeres de obedecer el mandato que Jesucristo dio a todos, en el Sermón del Monte y en el resto de los Evangelios. Mucho menos cuando consideramos que Jesús fue el primero en enviar a las mujeres a predicar las buenas nuevas: pues después de la resurrección de Jesús, a excepción del discípulo amado, fueron sólo mujeres discípulas las que estuvieron siguiendo a Jesús durante su viacrucis (Lucas 23:27-28) fueron las mujeres discípulas las que estuvieron presentes en el momento su crucifixión (Marcos 15:40-41), fueron mujeres discípulas las que ungieron su cuerpo para la sepultura (Lucas 23:56) fueron mujeres las primeras que se enteraron de que Cristo ya no estaba en el sepulcro (Mateo 28:1-8. Marcos 16:1-8. Lucas 24:1-6), fueron las que se encontraron a un ángel que les dijo a ellas específicamente: “Váyanse deprisa, díganle a sus discípulos y a Pedro que Él ha resucitado de entre los muertos...”. Fueron mujeres discípulas las primeras en el mundo en dar las buenas noticias de que Jesús había resucitado, a pesar de que los doce apóstoles pensaban que estaban diciendo locuras (Lucas 24:1-11). Jesús claramente aprobó la acción de las mujeres y les mandó a ir y predicar las buenas nuevas a quienes no las sabían:
"8 Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, 9 Jesús les salió al encuentro, diciendo: —¡Hola! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán." (Mateo 28:8-10). 
¿Alguien se ha preguntado por qué Dios escogió a mujeres para anunciar las buenas noticias, antes que los hombres? ¿Quizá para romper un estereotipo? Como sea, esto se había anunciado siglos antes de que ocurriera:
"El Señor da la palabra; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son gran multitud" (Salmos 68:11)
Es evidente a la luz de estos versículos que Dios aprueba que las mujeres ejerzan un "liderazgo" espiritual al menos ante el mundo. El mandato y el Evangelio que Jesús dio es el mismo para las mujeres de hoy en día. Las mujeres fieles a Cristo pueden ser de gran testimonio para la gente que aún no conoce el amor de Dios.

Ahora bien, el Libro de Hechos, que nos habla de la forma en que vivían los primeros cristianos que fueron llenos del Espíritu Santo, tiene un excelente ejemplo con la figura de un judío llamado Aquila y su esposa Priscila (Hechos 18:1-3). La pareja viajaba junto a Pablo en su camino a Siria (Hechos 18:24-28) y al estar dentro de una sinagoga en Éfeso, ambos, (tanto el esposo como la esposa) escucharon a un judío llamado Apolos exponer de forma valiente pero algo confusa las Escrituras, por lo cual, "lo llevaron aparte y le explicaron el camino de Dios con aún más precisión(Hechos 24-28). La Escritura habla en plural, implicando que, habiendo salido de la sinagoga, tanto el hombre como su mujer le prepararon para explicar con mayor exactitud el papel de Jesús como Mesías (v.27-28). Este testimonio de un matrimonio que predicaba conjuntamente fue aprobado y su trabajo fue honrado por Pablo, que más tarde les reconoció como una pareja que servía a Dios para avance el Evangelio:
"Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí, a los cuales no sólo yo doy las gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles" (Romanos 16:3-4)
Así de felices nos deberíamos sentir los creyentes cuando cualquier cristiano, sea varón, mujer (o ambos) expone con alegría el camino de Dios a un mundo caído por el pecado  o maldad que espera la redención del Salvador Jesucristo. 

El rol laboral de la mujer

Es una visión cultural SIN SUSTENTO BÍBLICO el pensar que el hombre es el ÚNICO que debe suplir las necesidades de su casa. Lo que sí es un principio bíblico es que el esposo tiene la obligación de trabajar para proveer a su esposa e hijos las cosas que ellos necesiten, "pues quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen" (1 Timoteo 5:8). 

El punto es este: la voluntad de Dios es que los padres (varones) cumplan sus RESPONSABILIDADES y no se deslinden de ellas. Es lamentable que algunos religiosos machistas han tomado este versículo y otros y los han torcido para enseñar que las mujeres tienen prohibido trabajar. Gran error, gran tergiversación, y gran mentira. ¿No leímos que la mujer sabia edifica (es decir, trabaja)? Ninguna parte de la Biblia dice que la mujer tenga prohibido trabajar. Lo que enseña la Biblia claramente es el que el varón tiene la obligación (deber) de proveer a su familia (sea que la esposa trabaje o no). La mujer tiene la opción de trabajar fuera si ella quiere, aunque no es obligatorio. El ejemplo de Priscila y Aquila nos sirve dado que se nos dice que este matrimonio trabajaba como "fabricante de carpas" (Hechos 18:1-3)En el Antiguo Testamento, Seera, hija de Efraín, era otra mujer que trabajaba, de la cual se dice que "edificó a Bet-horón, la baja y la alta, y a Uzen-seera" (1 Crónicas 7:24). Bet-horón y Uzen-seera era el nombre de dos aldeas en el extremo occidental de las montañas Efraimitas.

Por otro lado, cuando un matrimonio tiene hijos, lo correcto también es que la esposa procure a sus hijos, y esto es una responsabilidad que se tiene como madre. ¡El punto es que la mujer no debe abandonar o desatender a sus hijos!, ¡pero tampoco el hombre a su familia! Por lo tanto, ¿qué tan cierto es decir que la mujer debe quedarse exclusivamente en casa?


Veámoslo de esta forma: si el hombre suple para las necesidades pero la mujer aún quiere trabajar, nada en la Biblia dice que la mujer tenga prohibido hacerlo, aunque se le pide que no descuide su papel como madre. De la misma forma, la Biblia enseña que el hombre debe proveer, pero tampoco debería descuidar su papel como padre y esposo por causa de su trabajo. Lo que se puede ver en realidad es que la mujer no tendría la obligación ni la necesidad de tener un trabajo si su esposo creyente cumple con su obligación. 

Por eso el apóstol Pablo escribió que "La mujer [refiriéndose en este caso a la esposa] se salvará siendo madre y permaneciendo con sensatez en la fe, el amor y la santidad" (1 Timoteo 2:15). Como en otros casos, este versículo la palabra mujer es sinónima de esposa, (una mujer que ya tiene hijos). Cuando Pablo enseña esto, de ninguna manera se implica que la esposa va a ir al cielo "sólo por ser madre" o sólo por tener hijos. Pensar tal cosa no sólo sería aberrante sino contraria al Evangelio de Cristo y a lo que Pablo mismo escribió respecto a la salvación, de la cual afirmó: "por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don [regalo] de Dios; 9 NO POR OBRAS, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9). Obviamente la mujer, al igual que el hombre, es salva sólo por la fe en Jesús; lo que Pablo enfatiza en este versículo es que la madre que es esposa y tiene hijos estará cumpliendo con su deber familiar si cumple sus responsabilidades como madre y esposa, al permanecer viviendo en una verdadera conducta cristiana de santidad, como seguidora de Jesucristo. 

Ese versículo de ninguna manera sugiere que la mujer soltera deba casarse y tener hijos para ser aprobada por Dios. Pablo mismo enseñó en la Biblia que para aquellas personas que tengan el don de la continencia y se siente apto para la soltería, no se impone, pero es una sugerencia preferible quedarse soltero o soltera (sea hombre o mujer) porque así podrá centrar toda su atención en el servicio a Dios. Este consejo paulino de soltería fue explícito tanto para hombres como para mujeres: 
"...Quiero que estén libres de preocupación. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señora. 33 Pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, 34 y sus intereses están divididos. La mujer que no está casada y la virgen se preocupan por las cosas del Señor, para ser santas tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido" (1 Corintios 7:32-35).
"6 Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. 7 Que mas quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera y otro de otra manera. 8 Digo, pues, a los no casados y a las viudas que les sería bueno si se quedasen como yo. 9 Pero si no tienen don de continencia, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse 10 Pero a los que se han casado mando, no yo, sino el Señor: que la esposa no se separe de su esposo 11 (pero si ella se aparta, que quede sin casarse o que se reconcilie con su esposo), y que el esposo no abandone a su esposa" (1 Corintios 6:7-11).
Evidentemente Pablo reconoce que la soltería no es para todos, pero recuerda que es una opción aprobada por Dios cuando la persona dedica su vida al amor de Dios y sabe mantenerse en pureza sin caer en pecados sexuales como la fornicación, la raíz del adulterio. Jesús habló de lo mismo cuando advertía en contra del divorcio: 
"Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo, y le preguntaron: "¿Es permitido que el marido repudie a su mujer por cualquier causa?”, pero Él, respondiendo, les dijo: "¿No han leído que el que los creó al principio, los creó como hombre y mujer y dijo: ‘Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se juntará a su mujer, y los dos serán hechos una misma carne?.’ Así que, ya no son dos, sino una carne. Por lo tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el ser humano”. Ellos le dijeron: "¿Entonces por qué Moisés decretó darle carta de divorcio y rechazarla?". Jesús les dijo: "Fue por la dureza del corazón que ustedes tienen que Moisés les permitió divorciarse de sus esposas, pero en el principio de la Creación no fue así. Y yo les digo que si no es por causa de adulterio, cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, adultera; y el que se casa con la divorciada, adultera”. 
Sus discípulos le dijeron: “Si así es la relación del hombre con su mujer, no conviene casarse”. Entonces Él les dijo: ‘‘No todos pueden recibir este precepto, sino aquellos a quienes les ha sido dado. Porque hay eunucos que así nacieron desde el vientre de su madre; y hay eunucos que son hechos así por los hombres; y hay eunucos que se hicieron así por causa del Reino de los cielos. El que pueda recibirlo, recíbalo (Mateo 19:3-12. Marcos 10:2-12. Lucas 16:18)
El rol de la mujer en el matrimonio

Uno de los pasajes más controversiales y malinterpetados de la Biblia cuando es puesto fuera de contexto es el siguiente, escrito también por el apóstol Pablo: 
"22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor. 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo. 24 Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo" (Efesios 5:22-24)
Lo primero que hay que decir es que un pasaje como este, citado fuera de contexto, no es un texto completo, sino un pretexto.  Los editores de las traducciones católicas de la Biblia (Biblia de las Américas) y (Nueva Biblia de los Hispanos) que tradujeron el versículo 22 diciendo: "las mujeres estén sometidas a sus propios maridos..." parecería que no tomaran en cuenta la connotación sumamente negativa que la palabra "sometida" tiene en la época contemporánea. "Estar sometida" al marido es interpretado por conservadores e incrédulos como una subordinación humillatoria, una vejación o una posición inferior y de maltrato; y si no, al menos una obediencia incuestionable al esposo o una aprobación de todo lo que un esposo machista ordena. Esa clase de "sometimiento" sería inconsistente con lo que la Biblia enseña en su consejo completo, y en conjunto con otras partes, porque otro precepto establece que "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29). 



Es curioso ver que en el manuscrito original, la palabra "sujetas" NO aparece como tal en este versículo sino que se intuye como subsecuente del versículo anterior, como lo muestra la imagen anterior. De cualquier forma, hay un problema en el orden moderno de algunas traducciones bíblicas dado que el capítulo parece estar separado de lo que se dice antes, porque el Nuevo Testamento originalmente no tenía separaciones por capitulo. 

Efesios 5:21, el versículo que justo precede, habla a la iglesia en general y nos dice que debemos estar "sometiéndonos unos a otros en el temor de Cristo" y esto debe interpretarse JUNTO a Efesios 5:22. ¿Porqué enfatizan algunos líderes religiosos la sujeción de la mujer y ni si quiera mencionan el versículo anterior donde claramente se habla de estar "SUJETOS UNOS A OTROS". Y, de cualquier forma, ¿qué implicaciones tiene esta sujeción? 

En el contexto de la carta de Efesios, primero que nada, "sujetarse" tiene relación con la fidelidad marital de forma humilde (no humillante), la lealtad voluntaria de una esposa a seguir a su esposo y la lealtad humilde del esposo a seguir a su esposa en vida. Este significado de la palabra "sujetarse" se puede percibir claramente en una carta de Pablo donde se lee:
"Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, ella es libre de la ley del marido" (Romanos 7:2 RV1960)
Esto indica que si una mujer enviuda, bíblicamente es libre de la unión que tenía con su marido; sin problema moral puede casarse otra vez con otro creyente pues ya no está "sujeta" al marido. Ya no está ligada a la relación marital que tenían. En otros sentido también se aplica la fidelidad pues la Biblia nos pide también que los hijos estén sujetos a su padre y madre, los congregantes estén sujetos a sus pastores y toda la iglesia esté sujeta a Cristo Jesús.

El "sujetarse al esposo" es un concepto que también tiene que ver con que la mujer no se pase el tiempo rebelándose contra lo que diga de su marido, no oponiéndose a él o contradiciéndolo en todo lo que decide, sino siendo comprensiva: un marido espera correspondencia y apoyo de parte de su mujer (una ayuda idónea o ideal, según Génesis 2:18), no una fuente de críticas incesantes que tendrían el potencial de irritar, lastimar o estresar. Asimismo, una esposa espera correspondencia y comprensión por parte de su esposo y lo último que quiere es dureza o desinterés por parte de él, órdenes arbitrarias o imposiciones. En la Biblia se nos describe así al respecto:
"2 Que los hombres mayores sean sobrios, serios y prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia. 3 Asimismo, que las mujeres mayores sean reverentes en conducta, no calumniadoras ni esclavas del mucho vino, maestras de lo bueno, 4 de manera que encaminen en la prudencia a las mujeres jóvenes: a que amen a su marido y a sus hijos, 5 a que sean prudentes y castas, a que sean buenas amas de casa, a que estén sujetas a su propio marido para que la palabra de Dios no sea desacreditada" (Tito 2:2-7)
Pedro también escribió respecto a la NECESIDAD de una relación matrimonial mutuamente respetuosa en beneficio de la educación de los hijos creyentes y para ser de buen testimonio de amor:
"Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a su marido para que, si algunos no obedecen a la palabra, también sean ganados sin una palabra por medio de la conducta de sus mujeres, 2 al observar su manera de vivir reverente y casta. 3 Su adorno no sea el exterior, con arreglos ostentosos del cabello y adornos de oro ni en vestir ropa lujosa; 4 sino que sea la persona interior del corazón en lo incorruptible de un espíritu tierno y tranquilo. Esto es de gran valor delante de Dios. 5 Porque así también se adornaban en tiempos antiguos aquellas santas mujeres que esperaban en Dios y estaban sujetas a su propio marido. 6 Así Sara obedeció a Abraham llamándolo señor. Y ustedes han venido a ser hijas de ella si hacen el bien y no tienen miedo de ninguna amenaza.  
7 Ustedes, maridos, de la misma manera vivan con ellas con comprensión, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que las oraciones de ustedes no sean estorbadas. 8 En fin, sean todos de un mismo sentir: compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos y humildes. 9 No devuelvan mal por mal ni maldición por maldición sino, por el contrario, bendigan; pues para esto han sido llamados, para que hereden bendición" (1 Pedro 3:1-9)
Nunca ninguna parte de la Biblia sugiere que el hombre tenga permiso de mandonear arbitrariamente a la mujer, ni que ella tenga que hacer ciegamente todo lo que un esposo controlador y pecaminoso le dice que haga. Cada vez que se habla de los deberes de la esposa en su matrimonio, se debe también hablar del deber del hombre de respetarla, valorarla, amarla y tratarla con sumo respeto, como dice la Biblia "DANDO HONOR A LA MUJER, COMO A VASO MÁS FRÁGIL, Y COMO A COHEREDERA DE LA GRACIA DE LA VIDA". 

Con toda seguridad, a la luz de los versículos que leímos, se puede llegar a la conclusión certera de que el matrimonio y el rol de la mujer en estos versículos proponen una relación de amor, comprensión mutua y respeto. Por un lado, es claro que la Biblia desaprueba el matriarcado: Dios no quiere que la mujer mandonee ordene al hombre. Por otro lado, la Biblia también desaprueba el machismo: Dios no quiere que el hombre controle ni sea dictador de órdenes arbitrarias a la mujer, ni le falte al respeto ni le falte el amor que se merece la mujer. 
El hombre como la cabeza del hogar: ¿qué implicaciones tiene?
Llamemos la atención a este punto: el llamado "orden familiar" bíblico en realidad no es una jerarquía de superioridad ni inferioridad de uno y otro, sino una forma de organización matrimonial. Todo equipo necesita un líder, y visto desde un punto de vista neutral, el hecho de que el esposo es llamado "la cabeza" del hogar en la mayoría de traducciones bíblicas le otorga al varón la función principal de administrar, dirigir, tomar ciertas iniciativas y decisiones finales como líder espiritual de su hogar, pero sigue siendo líder de un equipo conformado de dos partes humanas y una divina. El hombre tiene una función matrimonial, mas no una posición jerárquica. Esto no quiere decir que el hombre sea más inteligente ni tampoco que tenga más valor. En un equipo de trabajo, el director o coordinador no puede considerarse mejor que sus compañeros maestros. El coreback puede ser la cabeza de un equipo de fútbol pero no por eso es superior a los demás: ambos deben estar sujetos a las instrucciones del coach (en este caso, Dios). Si el hombre está para ser líder del equipo, debe recordarse que el equipo está conformado por los dos, y por los hijos; que él sea líder significa que él debe ser el que tome la iniciativa, el que haga propuestas, el que guíe a su equipo al camino de Dios, pero nunca que sea un dictador; un buen líder siempre debe buscar acordar o tener una relación perfecta y comprensible con sus pares. No se trata de que sea alguien mandón y no considere lo que el otro piensa o sienta, porque de otra manera, tarde o temprano fracasará y se quedará sólo. Aunque un cuerpo tenga cabeza, no funciona si no tiene corazón que bombee la sangre al cerebro, y un cuello que le mueva, y ninguna parte del cuerpo sobrevive si no come del Pan de Vida que da aliento y fuerzas desde el cielo.

Algunos comentaristas defensores del valor de la mujer insisten sabiamente que, cada vez que se estudien, la interpretación de los versículos en cuestión debe profundizarse y acercarse más al significado original de las palabras usadas en el manuscrito bíblico. Por ello, es importante considerar que en español la palabra “cabeza” tiene muchos significados. En el griego koiné (el lenguaje en el que se escribió el Nuevo Testamento) la palabra traducida como cabeza es "kefalé" que también tiene significados metafóricos que varían según el contexto: algunas veces interpretada como "líder", otras veces como "fuente". En hebreo, la palabra “cabeza” se expresa con el término rosh que simbólicamente también puede significar líder al igual que en el español, pero también "origen" o "principio". El estudioso Kenneth Bailey hace una interesante observación: 
"El año nuevo judío es celebrado como rosh hashanah, “la cabeza del año”. El primer día del año no tiene “autoridad sobre” el resto del año. Más bien, el año “fluye desde” ese primer día. En el Antiguo Testamento “El temor del Señor es la cabeza (rosh) de la sabiduría” (Sal. 111:10). Las traducciones al español usualmente dicen “El temor del Señor es el principio de la sabiduría” 
[Kenneth E. Bailey, Paul Through Mediterranean Eyes: Cultural Studies in 1 Corinthians (Downers Grove: InterVarsity Press, 2011) 302]
Pablo es el único escritor bíblico en decir que la "kefalé" de la mujer es el hombre, y ésto lo dice en dos ocasiones: 1 Corintios 11:3 y Efesios 5:23: el hombre es la cabeza de la mujer. Siendo los únicos dos versículos bíblicos que ocupan esta terminología, y ante  tantas posible malinterpretaciones, debemos interpretarlo de forma cuidadosa, congruente con el mensaje de toda la Biblia. El sólo hecho de que la Biblia llame al hombre la "cabeza" del hogar es aún controversial en el mundo postmodernista dado que en la mente de muchos conservadores la cuestión tiene que ver con ejercer autoridad arbitraria (la cual, vimos que no es posible según los versícuos antes expuestos). 

Hay una vertiente de la teología que aboga por una interpretación distinta y más completa. En el contexto de Efesios, el estudioso J Lee Grady (2011) nos recuerda que Pablo insta claramente a los esposos a amar y cuidar abnegadamente a sus esposas. Ofreciendo al respecto una reinterpretación igualitaria construída a base de una revisión etimológica y de pasajes bíblicos, nos advierte: 
"El lector casual podría suponer por la lectura de este pasaje que Dios estableció el matrimonio como una jerarquía. Sin embargo, la palabra griega usada para denotar 'cabeza' en ambos pasajes es 'kefalé', una palabra que no tiene nada que ver con la autoridad severa. Si Pablo hubera querido implicar una sumisión ciega autocrática habría usado una palabra más común: arjón. La palabra kefale puede significar tanto "fuente" (con la fuente de un río), o 'uno que conduce a la batalla" (como un precursor). Ninguna definición original de esta palabra da lugar al control, al abuso o a un dominio dictatorial. 
El liderazgo, en esencia, no consiste en "quién es el jefe". Realmente consiste en "quien es la fuente". El esposo es la "fuente" de la esposa porque la primera mujer se originó del primer hombre, y como resultado fue conectada íntimamente con él en una unión mística que no se parece a ninguna otra relación humana. 
Cuando Eva fue tomada del costado de Adán y luego le fue presentada, él recitó lo que parece ser un poema acerca de esta hermosa nueva creación. Dice en Génesis 2:23: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada hembra, porque del hombre fue tomada". 
Muchas Biblias resaltan este pasaje como poesía, pero algunos eruditos creen que en realidad es una canción. ¡Considere la posibilidad de que la primera canción de la Biblia sea una canción de amor de un esposo para su esposa! Hubo un serio romance en el Jardín del Edén y el primer hombre tuvo un caso grave de enamoramiento. Observe además que lo que celebra en este cántico es el hecho de que la mujer provino de él. Adán encuentra especial el que esta criatura de cautivante hermosura llamada "mujer" tuviera su origen en la costilla del hombre. 
El hecho de que él sea la "cabeza" de ella, o su "fuente" u "origen", hace que la relación con ella sea romántica, única y además profundamente espiritual. Los ue como compañeros para siempre. Comparten una santa y mística conexión que se realza todavía más cuando tienen relaciones sexuales. Pero su vínculo trasciende lo sexual; es una unión espiritual que fue creada y bendecida por el mismo Dios. Éste es el verdadero poder del liderazgo. Se trata de conexión, vinculación y correspondencia. Cuando un hombre se considera la cabeza de su esposa, eso le recuerda que ella es su igual, que provino de él, y que comparten una conexión especial, de pacto, que fue diseñada para durar toda la vida. Cuando una mujer considera a su esposo como su cabeza, se deleita en la protección que él le brinda y valora el aliento y el afecto de su río de amor. Y ella reconoce que esta conexión es un vícnulo de por vida. El matrimonio, como fue diseñado desde el principio, es una oportunidad para que un varón y una mujer compartan la sorprendente profundidad del amor de Dios durante toda su vida. 
El liderazgo también nos recuerda que el vínculo entre un esposo y su esposa es más importante que cualquier otra relación humana. De hecho, cuando Dios le dio Eva a Adán, le dijo que él tendría que cortar su conexión principal con sus padres. Dios dijo en Génesis 2:24: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Esto es verdadero también para la mujer. Cuando se une a su esposo en matrimonio, ya no considera a sus padres como su fuente principal. Dios crea una nueva familia con cada vínculo matrimonial. En la antigüedad, los padres a veces exigían derechos sobre los esposo de sus hijas o sobre sus posesiones (como intentó hacer Labán cuando Jacob huyó con Raquel y Lea en Génesis 32:22-23). Pero Dios no admite ese arreglo. El padre no es la cabeza de la hija casada, y los suegros no tienen derecho a exigir reclamos sobre la pareja recién casada... 
Nunca se dispuso que el hombre se interpusiera entre su esposa y la relación de ella con Dios, ni que el hombre estuviera sobre ella como una especie de policía establecido por Dios. El plan original siempre ha sido que el esposo y la esposa caminen en unidad divina como uno y juntos coloquen al Señor en el centro de su pacto". 
[Grady J. Lee (2011). 10 mentiras que los hombres creen: La verdad sobre las mujeres, el poder, el sexo, Dios y por qué importan (2011). Charisma Media, pp. 86-88]
Para ayudarnos a entender mejor esto hay que señalar que el único pasaje del Nuevo Testamento que menciona explícitamente la palabra para autoridad (exousia) en el contexto del matrimonio es en 1 Corintios 7:4 donde se toca el tema de la intimidad marital y se enseña que la autoridad del esposo sobre su propia carne está ¡COMPARTIDA! con una autoridad maritual que la esposa también tiene sobre él: 
"2 ...que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 3 Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. 4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5 No se nieguen el uno al otro, a menos que sea de acuerdo mutuo por algún tiempo, para que se dediquen a la oración y vuelvan a unirse en uno, para que no los tiente Satanás a causa de su incontinencia. 6 Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. 7 Más bien, quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera y otro de otra manera..." (1 Corintios 7:2-5). 
Pablo también reafirma que el hombre no independiente de la mujer en la misma carta a la iglesia de Corintios::
"Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer. 12 Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todas las cosas proceden de Dios" (1 Corintios 11:11-12).
Vemos por lo tanto que la Biblia habla de una relación horizontal de mutualidad (peticiones y apelaciones recíprocas) y de ninguna forma es una toma decisiones vertical, lo cual nos ayuda a confirmar que la unión y humildad en la pareja debe ser recíproca, recordando que Jesús advirtió: "todo aquél que se exalta a sí mismo será humillado, y todo aquél que se humille será exaltado" (Lucas 14:11).

Cuando Dios dio a conocer que crearía a la mujer, dijo de Adán: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea” (Génesis 2:18), lo cual muestra que en el matrimonio, la esposa es la ayuda perfecta para él. El esposo, a su vez, de entrada debe ser el protector que le corresponda trabajar o "arar" la tierra para cuidar de ella (Gén. 2:5; 1:28). Ambos se complementan; ambos esperan compañía, fidelidad y respeto, el uno del otro, por lo cual siempre deben cuidar la comunicación, o, como dice la Biblia, "el consentimiento mutuo" para no tomar una dirección arbitraria. La mujer en su papel de esposa debe buscar la voluntad de Dios y escudriñar las Escrituras aprendiendo junto a su marido, y los dos deben estar unánimes juntos y pedir dirección de Dios. Ambos deben llegar conjuntamente a un acuerdo mutuo, pues ambos se han hecho "una misma carne(Génesis 2:24; Marcos 10:8).

Un ejemplo claro es cuando Dios mandó al mismísimo Abraham, considerado un padre de la fe, a no desatender a las inquietudes de su esposa en el problema que surgió con Agar e Ismael: "..Dios dijo a Abraham: "No te angusties por el muchacho ni por tu sierva. Presta atención a todo lo que Sara te diga porque por Isaac será llamada tu descendencia..." (Génesis 21:12)Si el mismo Abraham atendió a todo lo que le decía Sara, un esposo cristiano también debería ocuparse, y nunca desechar groseramente, las preocupaciones de su mujer; nunca menospreciar sus palabras si ella busca tranquilidad o quiere hacer la voluntad de Dios, sino buscar en qué puede ayudarle. El hombre no debe de escuchar a la mujer si ésta le induce a pecar (para evitar lo que ocurrió en el Edén), pero tampoco la mujer debe escuchar al hombre si él le induce a pecar contra Dios (como en (1 Samuel 25:1-38). En una relación bíblicamente sana, ambos miembros esperan ser escuchados y tanto el hombre como la mujer deben someterse al Señorío de Cristo y buscar la voluntad de Dios en lo que decidan hacer como matrimonio.


Si con ser cabeza de la mujer, se piensa en liderazgo y una función de autoridad espiritual, hay que distinguir también autoridad de autoritarismo. Consideremos lo que un estudioso de la materia comparte sobre concepciones básicas del liderazgo que encajan bien dentro del esquema moral del matrimonio y nos recuerdan que el esposo debe ser un líder compañero y no un jefe absoluto:
"Un jefe es quien da órdenes incuestionables; un líder da el ejemplo y nunca pierde la humildad ante su equipo. Un jefe manda a los demás esperando absoluta obediencia; un líder administra al equipo y si encarga cosas es para lograr un mejor rendimiento. Un jefe infunde miedo; un líder inspira entusiasmo. Un jefe culpa a los demás; un líder trabaja para ayudar a reparar el daño y entender lo que pasó para que no vuelva a ocurrir. Un jefe se limita a su propio punto de vista y posición; un líder considera lo que ven y viven los demás. Un jefe exige que la contraparte aprenda a hacer las cosas que no sabe; un líder exhorta con respeto y no exige cosas que él desconoce. Un jefe depende de su propia autoridad; un líder depende de la fuente de su confianza. Un jefe condena y se deslinda de culpas; un líder comparte la responsabilidad mutua. Un jefe usa a la gente; un líder se interesa en que la otra persona se desarrolle. Un jefe se lleva todo el crédito; un líder da crédito a los demás. Un jefe siempre quiere que le obedezcan; un líder se interesa por preguntar y escuchar; un jefe indica el camino que hay que seguir; un líder es el primero en acompañar a los demás. Un jefe dice, "ve"; un líder dice, "¡vamos!". 
La pareja debe recordar que el esposo está llamado a ser un líder, ambos son compañeros de un mismo equipo, y el único en el Universo y la vida digno de ser el Jefe Supremo de ambos y de todos es DIOS mismo. El jefe de jefes es servido. El líder es el primero en servir con amor y guiar a otros a hacer lo mismo. ¡Y sin embargo, Jesús vino a servir, porque aunque era el jefe, se volvió el líder servidor! Y nos llamó a servir también a todos:
"25 Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos.  26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, 27 y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; 28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:25-28).  
"13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. 16 Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. 17 Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos" (Juan 13:13-16). 
Por orden de Jesucristo, un esposo NUNCA debe exigir que "todos les sirvan" aunque sean su esposa y sus hijos: el esposo debe buscar seguir el ejemplo de Cristo y servir primero, al igual que la esposa ser recíproca. 



El trato del hombre a la mujer

La BIBLIA MANDA que el esposo debe amar a su esposa como a sí mismo, con el profundo, puro y leal amor de Cristo, dispuesto incluso a dar su vida por ella de ser necesario: así lo enseña este pasaje: 
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efesios 5:25-27). 
Ambos deben consentir mutuamente, comunicarse y recordar que son un mismo cuerpo:
"28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, 29 pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo». 32 Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia." (Efesios 5:28-32). 
Por tanto, la BIBLIA manda que las esposas deben ser tratadas con el más sumo respeto a su persona e integridad física; el varón debe tratar a la mujer como él quiere ser tratados (con amor, respeto, fidelidad, consideración, etc...), nunca debe una parte menospreciar a la otra porque se caería en pecado (Proverbios 14:21). 

Reiteramos que el hombre, por mandato bíblico, debe tratar a la mujer con la mayor delicadeza posible, como se indica en la ya citada de la carta de Pedro: 
"Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas" (1 Pedro 3:7). 
Lo que éste último versículo expresa es que si un hombre trata mal a su esposa, Dios NO escuchará las oraciones de ese hombre y desaprobará a tal persona; pero si el hombre trata bien a su esposa, no habrá en ello ningún impedimento para que Dios le escuche: la voluntad de Dios es hecha cuando se trata bien a la mujer, porque este es el deseo celestial. Por supuesto, las enseñanzas de Jesucristo también reafirman que el varón debe serle fiel a su esposa, tanto en sus actos, como en su corazón y pensamientos, y el deber de mantenerse en pureza y lealtad, o de lo contrario terminar en el infierno (1 Corintios 6:9-10; Efesios 5:5; Apocalipsis 22:15). Por eso, reafirmamos el dicho israelita de que la mujer salió de la costilla del hombre, no salió de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior, sino del lado para ser igual; debajo del brazo para ser protegida y a un lado del corazón para ser amada

Finalizamos este estudio advirtiendo que los varones creyentes en general, por orden bíblico, no sólo deben tratar bien a esposa, sino también a su madre y a todas las demás mujeres, pues la misma Biblia nos dice que debemos tratar a los demás como queremos ser tratados, que todas las cosas que hagamos a los demás, son las cosas que se nos hará a nosotros, y que debemos exhortar a las mujeres siendo siempre sumamente respetuosos: "a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza" (1 Timoteo 5:2). 

domingo, 7 de enero de 2018

"Dios ama al pecador, pero odia su pecado" es un principio totalmente bíblico

Miembros de la Iglesia de Westboro conocidos por sus polémicas pancartas de odio, como las que dicen, "Dios odia a los maricones".




¿Por qué la controversia?

En épocas recientes, se ha vuelto más común escuchar de religiosos que causen polémica o discusiones innecesarias al oponerse a una verdad fundamental que se ha expresado de distintas maneras, pero comúnmente se cita así: «Dios ama al pecador, pero aborrece su pecado». Para la persona que ha leído la Biblia completa y la ha estudiado a profundidad, guiado no por la religión, sino por el Espíritu Santo, no debería ser una frase que causara problema alguno, dado que es una verdad profundamente mostrada a lo largo de las Escrituras como probaremos en este artículo. 


Sin embargo, para el que aún no ha entendido el amor de Dios mostrado en el Evangelio, para simpatizantes que apenas de oídas conocen la Biblia o para los que la interpretan a través de doctrinas fariséicas y con lentes religiosos, se trata de una frase problemática porque se opone a doctrinas religiosas sectarias y potencialmente las declararla falsa. Los grupos fariseícos que la rechazan sólo suelen torcer tres versículos bíblicos para justificar su pésima interpretación:

Salmos 5:5"Los insensatos no estarán delante de tus ojos. Aborreces a todos los que hacen iniquidad".

Salmos 7:11"Dios es juez justo, y un Dios que se indigna cada día contra el impío".    

Proverbios 6:16-19:  "Seis cosas aborrece el SEÑOR, y aun siete abomina su alma:  Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre los hermanos".

Digo que es una "pésima" interpretación, porque para cuestionar lo que se cuestiona y predicar lo que unos predican en base sólo a estos dos versículos, tienen que desechar gran parte de la Biblia que de otra forma ayudaría a entender correctamente. Los versículos anteriores son totalmente ciertos y de bendición cuando son bien interpretados, pero lamentablemente si son mal citados, fuera de contexto, y mal interpretados por grupos sectarios de odio como la Iglesia Bautista de Westboro y otros líderes e individuos legalistas del mundo que tuercen las Escrituras para su propia perdición (2 Pedro 3:16). Son personas que no comprenden aún cómo se complementa la ira de Dios contra el pecado y el amor de Dios hacia los pecadores.  

Al diablo y sus hijos les encantan citar las Escrituras para tratar de confundir o hacer caer a los hijos de Dios, como puede evidenciar el pasaje donde se recuerda cómo el diablo tentó a Jesús (Mateo 4:1-11, Marcos 1:12-13, Lucas 4:1-13). Ellos tratan de robar y destruir la fe de los creyentes y crear una imagen falsa de un Dios que odia, "Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz" (2 Corintios 11:13-14).  


¿Qué significa aborrecer o estar airado?:  El significado básico de las palabras clave

Para empezar debemos distinguir entre el significado de "aborrecer" y odiar. En nuestro lenguaje, han pasado a ser sinónimos, pero hace 2,000 años, cuando la Biblia se escribió, no significaban lo mismo. De hecho, de acuerdo al diccionario de WordNet de la Universidad de Princeton, a la etimología de Webster, entre otras, la palabra "aborrecer", al igual que la inglesa "abhor" y la francesa "abhorrer", provienen todas del vocablo latin "abhorreo", compuesto por la raíz "ab" (lejos de) y "horrere" que significa "erizarse", "estremecerse de horror" u "horrorizarse". "Abhorreo" en su significado escencial significa "escaparse de alguien horrorizado", protestar en contra de alguien, separándose de la persona; o "rechazar solemnemente" en términos de una corte legal. 

La concordancia interlinear en hebreo muestra también que en la Biblia, la palabra "aborrecer" usada en este versículo proviene de la raíz hebrea "sane" (נֵ֗אתָ) que, aunque en ciertos contextos es traducida como "odiar", también es traducida en otras partes de la Biblia como "ponerse en contra", "enemigo" y estar en "enemistad" en distintas traducciones (compárese Éx. 1:10, Lv. 26:17, Dt. 1:27, 2 Sam. 5:8, 2 Sam. 19:6, 2 Cr. 1:11, Job 31:29, Pr. 25:21, 27:6, 28:16). El aborrecer en este sentido consiste en una desaprobación de la persona o de sus actos.

Una correcta interpretación considerando tan sólo el significado etimológico llegaría a la conclusión de que cuando Salmos 5:5 dice que Dios aborrece al inicuo, se refiere a que Dios se pone en su contra, se pone en enemistad, lo desaprueba o rechaza profundamente su maldad. No es difícil de entender tampoco que en Salmos 7:11 se declara que Dios se enoja contra aquél que hace maldad. Pero, si se nos dice que Dios es un juez justo, pensemos en términos legales: imaginen la indignación que la familia de una víctima siente cuando se entera de que un amigo suyo cometió un crimen contra uno de sus hijos. Pues Dios, como nuestro Padre, también siente indignación cuando el hombre causa daños a sus hijos o a sí mismos: siente ese sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.  

Imagínense la indignación de un activista que lucha por los derechos de trabajadores, y se entera de que una corporación les despide sin explicaciones y sin reconocer sus derechos. Imagínense ustedes a un Padre que se enfada cuando descubre a uno de sus hijos haciendo daño a otro de sus hijos: el Padre no le deja de amar por estar enfadado, pero según la gravedad del pecado, estará en mayor o en menor medida molesto por sus actos, hasta que muestre arrepentimiento y entienda que no debió hacerlo. Lo desaprobará profundamente, pero no lo dejará de amar. Así también, nosotros como humanos muchas veces nos hemos enojado con motivos contra miembros de nuestra familia o amigos, quizá porque nos han maltratado, nos han humilladp o se han aprovechado de nosotros, usándonos, pero eso no es suficiente para desaparecer el amor filial que les retenemos, y si ellos son los que se enfadan contra nosotros, tampoco quiere decir que nos dejen de amar. Depende, claro, del caso y de la persona, pero hay muchas pruebas bíblicas de que Dios ama a las personas, aunque esté en contra de su maldad y desapruebe sus actos pecaminosos.

Pruebas bíblicas de que Dios ama a los pecadores


Cuando Jesús vino a este mundo, los Evangelios relatan cómo se sentó en la mesa con pecadores, fue a la casa de pecadores, escogió a pecadores como sus discípulos, enseñó a multitudes de pecadores, defendió a pecadores arrepentidos en peligro de muerte, y murió por los pecadores, para ofrecerles salvación. Además, eligió a Pablo, un hombre que se consideraba "el más grande de todos los pecadores" (1 Timoteo 1:15), para difundir su mensaje: que ÉL vino a salvar a todos los pecadores y siempre los ha amado. Porque después de todo, ¿hay alguien de quien se pueda decir que no es un pecador? Jesús mismo nos dijo que "Bueno solamente hay uno: Dios" (Marcos 10:18). Cualquiera que haya leído la Biblia sabe que todos caemos dentro de la categoría de pecadores. 

Cuando los fariseos criticaron a Jesús, Él les respondió: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento" (Lucas 5:32). Corrie Ten Boom lo explica así:
"Jesús ama a los pecadores. Él ama solamente a los pecadores. Él nunca ha rechazada a nadie que se acerque a Él por perdón, y Él murió en la cruz por pecadores, no por gente respetable. Fue precisamente por los pecadores que Él murió, no por gente respetable. Fue precisamente por pecadores que Él sufrió tan terriblemente en la cruz, tanto que parecía casi imposible que lo cargara" [Corrie ten Boom. 2008. I Stand at the Door and Knock: Meditations by the Author of The Hiding Place. Zondervan. p.21]
Pero si este argumento no parece suficiente, la Biblia declara que Dios ha amado a TODO el mundo a través de Cristo, para que cualquiera que crea en Él, tenga vida eterna, y expresa que esto lo hizo "porque Dios amó al mundo", es decir, Dios amó a la humanidad (Juan 3:16). Hemos probado con muchos versículos de otro artículo que Dios NO cambia su propia naturaleza: Dios amó, Dios ama, y Dios amará, porque Él es amor y Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8, et. al.). Él se ofreció como propiciación dispuesto a salvarnos de nuestros pecados, no de nosotros, sino del mundo entero (1 Juan 2:2).

De hecho, la Biblia dice que no hay hombre en la Tierra que sea justo o justa. Si Dios no amara a los pecadores, nadie sería amado por Él, pues todos hemos pecado (1 Crónicas 6:36, Romanos 3:23). Seamos bíblicamente "pecadores" o "santos", todos hemos sido pecadores y cualquiera que lo niegue es un mentiroso (1 Juan 1:8). Ninguno de nosotros tenemos mérito de ser amados: su amor es un regalo. El no nos amó porque fuéramos justos ni hasta que nos portáramos bien en todo: Él nos amó tal cómo éramos, con todo y nuestros claroscuros. "Mas Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo" (Efesios 2:4-5).

Podemos descansar porque la Biblia afirma tajantemente que Dios ama incluso a los pecadores: otros podrán decir lo que quieran, querrán hacerte pensar que Dios odia al pecador con la intención de que te alejes del pecado, pero así no funcionan las cosas: el odio no libera al pecador; solo el amor puede librarle; y otros podrán interpretar a Dios de forma distinta, "pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). 


¿Se puede aborrecer y amar al mismo tiempo?

Por supuesto. En primer lugar, debe ser posible, porque de lo contrario la Biblia se contradeciría, mas la Palabra de Dios es viva y eficaz. Así que no se trata de citar unos versículos a favor, y otros en contra, sino de entender lo que significa la Palabra. De hecho, amar y aborrecer al mismo tiempo no diría que sólo es una posibilidad, sino un deber. Pero aborrecer y odiar NO pueden significar lo mismo. Dios aborrece y ama al pecador al mismo tiempo, y para vivir una cristiana madura también debemos aprender a aborrecer y amar a la vez porque en la Biblia se nos llama a hacerlo. Permítanme explicarlo, mostrando algunos pasajes:

Llamados a aborrecer:

Aborrezcan el mal y amen el bien. Establezcan el juicio en el tribunal; quizás el SEÑOR Dios de Israel tenga piedad del remanente de José.  Amós 5:15

Ningún siervo puede servir a dos señores porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas. Lucas 16:13, cf. Mateo 6:24

El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno. Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros. Romanos 12:10.

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:26-27

El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. Juan 12:25
Llamados a amar y a no odiar:

El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está en tinieblas todavía. 1 Juan 2:9 


Pero el que odia a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas; y no sabe a dónde va porque las tinieblas le han cegado los ojos. 1 Juan 2:11


Todo aquel que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permaneciendo en él. 1 Juan 3:15


Si alguien afirma: Yo amo a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 1 Juan 4:20.


El que no ama, no ha conocido a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 1 Juan 4:8 RVR1960.


No se trata de una contradicción, ni de una cuestión filosófica, sino de lo hay detrás cdel lenguaje que usado en estos versículos, pero sobre todo, de conocer el amor y el camino de Dios y tener la guía el Espíritu para una correcta interpretación. Para ayudarnos con estos pasajes correctamente, debemos distinguir entre lo que bíblicamente significa aborrecer y odiar, porque como vimos, NO es lo mismo según lo que se suele entender por estas palabras en la actualidad. 

Anteriormente vimos que la palabra "aborrecer” no equivale en nuestro contexto al odio o la ausencia de amor en el contexto que vimos, pero hay casos en los que sí y contextos en los que no, a causa de que no todas las palabras usadas vienen de la misma raíz, ni todas las traducciones de la Biblia coinciden de forma consistente en la misma elección de las palabras: por ejemplo, tan sólo en 1 Juan 4:29, al menos, como muestra Bible Gateway, 7 traducciones usan la palabra "aborrecer", mientras que otras 11 usan la palabra "odiar".  Hay traducciones como la Reina Valera 1960 donde no se hace distinción clara, pero en ese caso parecería contradecirse.  

Es importante distinguir porque en Lucas 14, Jesús se refiere claramente al aborrecimiento como una desaprobación firme o rechazo determinado del pecado o de la persona que se opone a la verdad, en este caso, implica el horrorizarse o escandalizarse por las malas obras del que obra mal, y alejarse o separarse de ser necesario, para no seguirle más, y decidir seguir mas bien el camino de Dios. Jesús lo expresó en otra parte así: 
"El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí" (Mateo 10:37)
Jesús, el mismo que nos enseñó que el mayor mandamiento es amar a Tu Dios con todo tu ser, y a tu prójimo como te amas a ti mismo, es el que habla aquí mismo. Él no nos está prohibiendo exhibir un afecto profundo por nuestros parientes más cercanos; nos está diciendo que debemos amarlo a Él más que a ellos; en otras palabras, nuestro amor por Él debe ser más grande para que  demostremos que somos discípulos genuinos. Todos cometemos faltas y ofensas, o a veces caemos en tal o cual pecado, y el mal moral debe ser siempre desaprobado. Por supuesto que amaré mucho a mi familia y amigos directamente en proporción a la profundidad de mi amor por Jesús, pero debo de calcular el costo de seguir a Jesús: un amor abnegado, negar los propios caminos personales y humanos, la propia carnalidad, para estar dispuesto a seguir su camino y dejarlo todo por seguir su voluntad.

En varias ocasiones, Jesús dio a sus discípulos una imágen práctica de cómo aborrecer (rechazar o negar) a los incrédulos que no quisieran escuchar el Evangelio:
"Y a cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies" (Mateo 10:14)   
"Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos" (Marcos 6:11) 
''Pero en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, salid a sus calles, y decid. Hasta el polvo de su ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos en protesta contra ustedes; pero sepan esto: que el reino de Dios se ha acercado" " (Lucas 10:10-11)
Jesús es llamado el Príncipe de la Paz (Isaías 9: 6), pero Él también practicó el aborrecimiento de otras maneras en el Evangelio, por ejemplo, cuando pronunció ayes en contra de ciudades que le rechazaron y ayes en contra de fariseos e hipócritas que se negaron a escuchar el Evangelio (Mt. 11:20-24; 23:13, 23:15, 23:16, 23:23, 23:25, 23:27, 23:29; Lc. 6:17-26; 10.13-16). 
Él desprobaba su maldad, porque amaba la verdad.

Ahora bien, en la Biblia encontramos algunos versículos traducidos como "aborrecer" (especialmente en la 1a de Juan) se asemejan más al término "odiar" como es entendido en nuestros días: como lo opuesto de amar, y se suele definir como un sentimiento de aversión con el que se desea el mal a una persona. El amor de Dios es opuesto a lo que actualmente entendemos como odio, porque en 1 Corintios 13 se explica que "El amor no se alegra en la maldad, mas se regocija en la verdad. El amor todo lo soporta, todo lo sufre, todo lo cree, y nunca deja de amar. El amor ve más allá de las faltas de las personas para encontrar la imagen de Dios y valor del que están hechos. 

Pero para entender que Dios odia el pecado pero ama al pecador es necesario hacer una distinción entre la persona y sus acciones. El amor de Dios nos lleva a amar a las personas sin distinción, aunque rechacemos sus acciones, y esto es un principio mostrado a través de las Escrituras, que nos llaman una y otra vez a amar:
"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros" (1 Juan 4:7-12).  
"Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano" (1 Juan 4:16-21).
Amar a tu prójimo no significa que te caiga bien, ni que te agrade. El amor de Dios es un amor que se da sin exigir nada a cambio, y no se ofrece a condición de que el otro nos trate bien, ni con la condición de que aquél que vayamos a amar también nos ame. Jesús dijo:
»¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y perversos.  Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso"(Lucas 6:32-38).
¿Acaso Dios sólamente ama a quienes le aman? ¡Claro que no! Es claro en este contexto que Jesús estaba enseñando lo opuesto: ¡cómo es la misericordia de DIos para los pecadores!, y ¡que Dios ama a quienes no le aman, y por eso debemos imitarle! Porque Él mismo se dio por la vida de sus enemigos, para volverlos amigos. Él mismo amó a quienes no lo hacían, para cambiar sus vidas.
"Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen así también los gentiles? Sean, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:45-47)
Además de esto, podríamos hacer una recopilación breve de otros versículos que aseveran que Dios es bueno hasta para con los ingratos y los malos que no le reconocen:

  • "Bueno y recto es el SEÑOR; por tanto, El muestra a los pecadores el camino" (Salmos 25:8)
  • "Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo. Tú preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal" (Salmos 36:6,7)
  • "Por eso los que moran en los confines de la tierra temen tus obras, tú haces cantar de júbilo a la aurora y al ocaso. Tú visitas la tierra y la riegas en abundancia, en gran manera la enriqueces; el río de Dios rebosa de agua; tú les preparas su grano, porque así preparas la tierra. Riegas sus surcos abundantemente, allanas sus camellones, la ablandas con lluvias, bendices sus renuevos" (Salmos 65:8-10)
  • "Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; Abres tu mano, se sacian de bien" (Salmos 104:27-28).
  • "El que da sustento a toda carne (a todo ser humano), porque para siempre es Su misericordia" (Salmos 136:25)
  • "El SEÑOR es bueno para con todos, y su compasión, sobre todas sus obras" (Salmos 145:9)
  • "A ti miran los ojos de todos, y a su tiempo tú les das su alimentoAbres tu mano, y colmas de bendición a todo viviente" (Salmos 145:15-16)
  • "En su mano está el alma de todo viviente, y el espíritu de toda carne humana" (Job 12:10)
  • "He aquí, El extiende su relámpago en derredor suyo, y cubre los abismos del mar. Pues por estos medios El juzga a los pueblos, y da alimento en abundancia" (Job 36:31)
  • "Así dice Dios el SEÑOR, que crea los cielos y los extiende, que afirma la tierra y lo que de ella brota, que da aliento al pueblo que hay en ella, y espíritu a los que por ella andan" (Isaías 42:5)
  • "He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía..." (Ezequiel 18:4-20)
  • "....al Dios que tiene en su mano tu propio aliento y es dueño de todos tus caminos, no has glorificado" (Daniel 5:23)
  • "Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos" (Mateo 5:45)
  • Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (Mateo 6:25-26)
  • "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos. Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves!" (Mateo 10:29-31)
  • Lucas 12:24
  • "Aquella luz verdadera... alumbra a todo hombre" (Juan 1:9)
  • "En las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos; y sin embargo, no dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría" (Hechos 14:16-17)
  • "...pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hechos 17:25)
  • "para que buscaran a Dios, y de alguna manera, palpando, lo hallen, aunque Él no está lejos de ninguno de nosotros" (Hechos 17:27)
  • "Porque en El vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: Porque también nosotros somos linaje suyo" (Hechos 17:28)
A la luz de esto, el hecho de que la Biblia nos diga por un lado que debíamos aborrecer prácticamente todo en este mundo incluyendo nuestra propia vida, y sin embargo, por otro lado nos diga que debemos amar a nuestros enemigos (Mateo 5: 43–46), amar a la esposa (Efesios 5:25), amar a los hijos (Efesios 6:4), amar a los padres (Éxodo 20:12), honrar a todos (1 Pedro 2:7), y hasta a amar nuestra propia alma (Proverbios 19:8) es otra muestra de que su amor hacia todos es real, palpable e ideal. Y la Biblia nos dice: "Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados" (Efesios 5:1) instándonos a amar incluso a aquellos que no se arrepienten aún de su pecado.

La Biblia enseña reiteradamente que aquél que odia es del maligno


No importa si predican desde un púlpito o si tienen la Biblia en la mano. De nada sirve si tienen la Biblia en mano pero la tienen en el corazón, o hay una interpretación engañosa, porque escrito está que: 
"En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano" (1 Juan 3:10).  
"Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios" (1 Juan 4:7)
“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4:7-8).
La regla de oro se basa en el amor. En primer lugar, amar a Dios por encima de todo y con todo nuestro ser, y en segundo lugar, amar al prójimo como a nosotros mismos, tratarlo cómo quisiéramos ser tratados, y hacer con ellos como quisiéramos que hicieran con nosotros (Levítico 19:17-18; Mateo 22-34-40; Marcos 12:28-34, Lucas 20:40; Lucas 10:25-38). Jesús nos aseguró que "de estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:40) y "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:35).
Esto es el meollo de nuestra existencia. Amar a Dios, a los demás, y a nosotros mismos. El amor de Dios no odia a la persona, pero odia la maldad. El odio odia al amor y no ama el amor, pero el amor ama el amor y odia el odio.

"Amar al pecador" no era una frase de Gandhi, sino un principio de la teología cristiana



Finalmente, terminaremos refutando la idea de aquellos que rechazan la verdad de que "Dios ama al pecador, pero odia su pecado" asegurando que fue Mahatma Gandhi (1869-1948) quien lo propuso, y que por lo tanto debe de estar mal. Éstos caen en un doble pecado, primero, al dar falso testimonio (cosa que Dios aborrece), ya que falsamente  le atribuyen a Gandhi el origen de esta creencia, y en segundo lugar, propagan el rumor o la mentira de que es una idea gandhiana no cristiana. Es un mal razonamiento que usan "teniendo apariencia de verdad, pero negado su eficacia". 

A mediados del siglo XX, Gandhi escribió:

"El hombre y su obra son dos cosas distintas. Mientras que una buena acción debe invocar la aprobación y una desaprobación del acto malvado, el autor del acto, ya sea bueno o malo, siempre merece respeto o piedad según sea el caso. Odia el pecado y no el pecador es un precepto que, aunque es bastante fácil de entender, rara vez se practica, y es por eso que el veneno del odio se propaga en el mundo" [Autobiografía de Gandhi (1948), p. 11; & Capítulo XI: "A Tussle with Power"].

Gandhi sí estaba haciendo eco de la frase en uno de sus escritos más relevantes, y quien no conoce el trasfondo, puede despistarse y pensar que era algo propio, pero realmente ni siquiera la estaba citando como una frase propia, sino como un precepto que ya se conocía. De hecho, aunque era hindú de nacimiento y ciertamente no era cristiano, Gandhi era un teísta que estaba discutiendo un principio que había escuchado antes, pues él exploró, indagó y tomó muchos de sus principios clave a partir de los Evangelios y la doctrina de Jesucristo, como bien documenta el artículo "La influencia de Cristo en Gandhi: Dios, el cristianismo, y la India", que también prueba que Gandhi estuvo rodeado de figuras cristianas importantes durante su tiempo de vida y su pensamiento fue moldeado por cosas que escuchaba también de ellos. De hecho, el líder consideraba a Jesucristo el mayor pacifista de la historia y la figura que más ha influido favorablemente en "las vidas de todos" con sus principios. No hago apología de Gandhi, dado que él nunca comprendió el corazón del Evangelio, pero me doy cuenta de que tampoco lo entienden de aquellos que insisten en que "Dios odia al pecador", torciendo la Escrituras para su propio detrimento. 


Hay otras personas que atribuyen la frase a San Agustín de Hipona (d.C. 424), el célebre teólogo católico que en el año 424 d.C., escribió una carta para incitar a las monjas del monasterio de Hippo a comportarse en armonía. Agustín usó la frase "Cum dilectione hominum et odio vitiorum""con amor al ser humano y odio a su pecado" para hacer un llamado. [Agustín, Cartas, 211-2070, Vol. 11/4, citado en The Works of St. Augustine. Roland Teske, S.J. Nueva York, New York City Press, 2005, por Patte (2018, p. 197); atribuida a Él también en The Oxford Dictionary of Quotations. 1999. Oxford University Press, TME., p. 36.]  Sin embargo tampoco fue San Agustín quien originó esta idea.

Como afirmamos desde el principio, es una enseñanza bíblica que vamos a probar que ha estado presente en la teología cristiana mucho antes de que si quiera viviera Gandhi o San Agustín, y que ha perdurado independiente de ambos como un principio ético que por siglos prevalece en la teología de distintas ramas como algo claramente enseñado en la Biblia. Tertuliano (ca.155-c.240), apologista cristiano de la iglesia primitiva fue uno de los primeros líderes notorios del cristianismo primitivo que defendió al cristianismo de herejías contemporáneas y paganismo, y escribió al respecto:
"Es claro, a partir de la segunda de Tesalonicenses, que es posible que los hermanos amen a un pecador" y que "San Pablo, en Segunda de Corintios, habla de mostrar amor al pecador[Treatises on Penance: On Penitence and On Purity p. 245]  
Hay más referencias del amor de Dios hacia pecadores en las obras de Tertuliano y existe una impresionante lista de pasajes que lo muestran en una compilación del autor C. Daly, en su obra, "The Sacrament of Penance in Tertullian" (1947) del Irish Ecclesiastical Record, pp. 819-820. Sin embargo, no es el único de los pioneros del cristianismo primitivo que enseñó esta verdad. Orígenes de Alejandría (ca. 184 d.C. - 253 d.C.) también habló de que Dios ama a todos independientemente de si son pecadores o no, escribiendo:
"Tanto leemos como sabemos que Dios ama a todas las cosas existentes y no odia nada que Él haya hecho, porque Él no hubiera creado nada en odio. Hemos leído, además, la declaración, 'Tú tienes compasión de todos, porque todos te pertenecen, oh Tú que amas las almas. Porque Tu espíritu incorruptible está en todo. Por eso, también por un poco de tiempo Tú los corriges y amonestas recordándoles sus pecados' [The Sacred Writings of Origen (Annotated Edition) Escrito por Origen, Contra Celsum, Cap. XXI].
Asimismo, John Bunyan (1628​-1688), el célebre escritor puritano creador de El Progreso del Peregrino, escribió refiriéndose a Jesús como el que ama a los pecadores:
"Este es el único Salvador, el único Redentor, el único que podría amar tanto a los pecadores como para lavar sus pecados en su mismísima sangre de lo más preciosa"[John Bunyan. 2007, The Pilgrim's Progress and Grace Abounding to the Chief of Sinners, Knopf Doubleday Publishing Group, p. 324]. 
Matthew Henry (1662-1714), teólogo presbiteriano considerado el comentador bíblico más reconocido de la historia, escribió:
"Ciertamente no debemos usar nuestros miembros y sentidos, diseñados de forma tan curiosa, como instrumentos de injusticia para pecado. Pero nuestras almas inmorales y racionales son una obra aún más noble y regalo de Dios. Sin embargo, si no fuera por sus preciosos pensamientos de amor hacia nosotros, nuestra razón y nuestra vida por siempre sería, a través de nuestros pecados, pretexto para nuestra miseria eterna. ¡Cuánto entonces deberíamos meditar en el amor de Dios por los pecadores en Jesucristo, cuya suma excede todo cálculo! Al pecado se le odia, y a los pecadores se les lamenta, todo por temor del Señor. Sin embargo, mientras les esquivamos, deberíamos orar por ellos: con Dios, su conversión y salvación son posibles". [Matthew Henry Study Bible - Revised King James Version]
John Wesley (1703-1791), predicador anglicano fundador del metodismo, teólogo arminiano y precursor del pentecostalismo, escribió:
"Tengan cuidado, no solo de expresiones externas de ira, como llamar a su prójimo "ignorante" o "tonto", sino de toda emoción interna contraria al amor, aunque no se aleje de su corazón. Enójense contra el pecado, como la afrenta que es ante su Majestad del cielo, pero sigan amando al pecador, como nuestro Señor, que "miró alrededor de los fariseos con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones". Él se condolió por los pecadores, airado hacia el pecado. Así ustedes "¡airaos, pero no pequéis!".  [Wesley, John. 1840. The Works of the Reverend John Wesley, A.M. T. Mason.; en su Sermón XXXIII. The Sermon on the Mount, p. 306]. 
William Carey (1761–1834), el misionero bautista considerado el precursor de las misiones modernas, por su trabajo evangelístico para alcanzar a millones en La India, escribió en 1796, una carta testificando que el amor de Dios por sus enemigos era un tema central de su predicación:
"Espero predicarles de nuevo esta tarde. Les hablé del amor de Dios al ser paciente con sus enemigos, al ayudarles y proveer para ellos, al enviar a su Hijo a morir por ellos, al enviar el Evangelio por ellos, y all salvarlos a muchos de ellos de la ira eterna" [The Journal and Selected Letters of William Carey. William Carey Smyth & Helwys Publishing, Inc., 2000. p. 85]
William Howels (1778–1832), predicador galés y evangelista conocido en su tiempo, escribió:
"Los pecadores que no han sido cambiados por la gracia de Dios, se odian entre sí, y no a sus pecados. ¡Qué horrible consideración! Aman el pecado, pero odian a los pecadores; odian también las consecuencias de su pecado cuando son obligados a sentirlas, pero al pecado mismo lo aman. No es así con el hombre que ha sido transformado a la imagen del Dios Viviente: a él se le enseña a amar y condolerse del pecador, al mismo tiempo que aborrece al pecado" [Twenty Sermons, 1835. John F. Shaw. edited by W. Bruce. 1835 p. 251. 
Andrew Murray (1828–1917), pastor cristiano sudafricano y autor de numerosas obras teológicas, escribió:
"Nosotros odiamos al pecado con odio infinito, pero amamos al pecador con el amor de que envió a su Hijo. El Hijo da vida, destruye el pecado, y hace libre al cautivo"[The Indwelling Spirit: The Work of the Holy Spirit in the Life of the Believer, 2006, p. 108]
Hudson Taylor (1832–1905), el misionero bautista que evangelizó a millones en China, escribió en una de sus recopilaciones esta anécdota:
"¡Oh! ¡Cuán agradecido me sentí de escuchar a un chino, de su propia iniciativa, decirle a sus compatriotas que Dios los amaba, que eran pecadores, pero que Jesús murió en su lugar y pagó la pena de su pecado! Sólo ese momento hizo que valieran la pena todas las tribulaciones que había pasado y sentí que el Espíritu Santo cambiar el corazón del hombre" [James Hudson Taylor, China's Spiritual Need and Claims. Cambridge University Press, 10 jun. 2010, p. 66]
Charles Spurgeon (1834-1892), el destacado predicador reformado y bautista, aferrado teólogo calvinista que predicó a millares, escribió:
 "Tan cálido como es Su amor por los pecadores, también lo es de intenso Su odio hacia el pecado" [The Gladness of the Man Of Sorrows. No. 498]. 
Asimismo, Spurgeon afirmó que, "El amor de Cristo por nosotros y nuestro amor a Cristo fluyen en el mismo canal. Juntos hacen una corriente de amor de clase gloriosa. Nos amamos los unos a los otros por causa de Cristo; amamos a los pecadores por causa de Cristo. Amamos la verdad como Cristo ama la verdad" [Spurgeon, Charles. 2015. The Complete Works of Charles Spurgeon, Volume 38, Delmarva Publications, Inc., Volume 38 Sermons 2237-2288.: Capítulo: Living Loving Lasting Union]  
Dwight Moody (1837-1899) gran predicador estadounidense, líder del movimiento de Santidad y del Instituto Bíblico Moody, dijo:
"Es difícil hacer que el pecador crea en este incambiante amor de Dios. Cuando un hombre se ha apartado de Dios, piensa que Dios le odia. Debemos hacer una distinción entre el pecado y el pecador. Dios ama al pecador, pero odia su pecado. Él odia su pecado, porque destruye la vida humana. Es justamente porque Dios ama al pecador que odia el pecado" [Dwight Lyman Moody, The Way to God. 2005. Cosimo, Inc.,p.11; Dwight Lyman Moody James Betts, 1878. "The Gospel Awakening.": Comprising the Sermons and Addresses, Prayer-meeting Talks and Bible Readings of the Great Revival Meetings].    
"Algunos podrían decir, 'No tengo duda de que Dios ama a los cristianos, pero yo soy un pecador, y me he rebelado en contra de él toda mi vida'. Si alguno piensa así, está equivocado. Dios ama a los pecadores. La Biblia dice que Dios ama a los pecadores. Enseña algo más: que Dios te ama en tu pecado. Algunos de ustedes puede que lo nieguen con su cabeza y digan que no es cierto. Dios los ama en su pecado, porque, si pudiese deshacerse de su pecado, no necesitarían a un Salvador. Si Él no nos amara sino hasta que fuéramos libres del pecado, no habría esperanza para ninguno de nosotros. Para estar seguros, Él nos salva del pecado, mas cuando estábamos aún en pecado, Cristo nos amó y murió por nosotros. [Dwight L. Moody. 1958. Finding God. Moody Publishers, 1 ene. 1958. Sermón "God Is Love"]. 
C. S. Lewis (1898- 1963), uno de los escritores más célebres del siglo XX, en su libro "Mero Cristianismo"  (1952) escribió cómo se convenció de la veracidad de este principio que otros cristianos le habían predicado:
"Recuerdo que los maestros cristianos me decían desde hace mucho tiempo que debo odiar las acciones de un hombre malo pero no odiar al hombre malo: o, como dirían ellos, 'odiar el pecado, pero no al pecador'... Solía pensar que se trataba de una distinción tonta y desgarradora: ¿cómo podrías odiar lo que un hombre hizo y no odiar al hombre? Pero años después se me ocurrió que había un hombre con el que había estado haciendo esto toda mi vida: éste era yo mismo. Por mucho que me disguste mi propia cobardía, presunción o avaricia, seguí amándome a mí mismo. Nunca había habido la menor dificultad al respecto. De hecho, la razón por la que odiaba las cosas era porque amaba al hombre. Solo porque me amaba a mí mismo, lamentaba descubrir que era el tipo de hombre que hacía esas cosas” [Mere Christianity].
Martin Luther King Jr. (1929 -1968), el ávido predicador y activista que luchó por los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos, dijo:
"El agape revela de la mejor manera su naturaleza espontánea y desinteresada cuando se dirige hacia enemigos cuyas acciones provocaría lo opuesto del amor. De la misma manera en que Dios ama a los pecadores, se espera de nosotros los cristianos que amemos a sus enemigos. Cuando el amor cristiano se dirige a los enemigos... crea comunión, aún incluso en donde la comunión parecía imposible. Así se muestra que el amor cristiano es acción, no sólo reacción'. [Martin Luther King, Jr: Nonviolent Strategies and Tactics for Social Change, Rowman & Littlefield, 2000, John J. Ansbro, p.]
Billy Graham (1918-2018), el evangelista a través de su sitio ofreció una simple explicación al respecto:
"Si Dios sólamente amara a los que son perfectos y dignos de Su amor, entonces Él no amaría a nadie, porque todos somos imperfectos e indignos. Como dice la Biblia: "No hay justo ni uno, ni uno sólo" [Romanos 3:10]
David Wilkerson (1931 –2011) enseñó esta verdad maravillosa de forma práctica, diciéndole al pandillero Nicky Cruz :
"Podrías cortarme y hacerme mil pedacitos, pero cada uno de esos pecaditos aún te diría: “Jesús te ama”.
Esto es lo que quebrantó el corazón de Nicky Cruz y es una de las más poderosas cuerdas de amor con poder de convertir el corazón del hombre incrédulo y atraer el alma quebrantada hacia Dios. Reinhard Bonnke también dijo que "Cuando el Evangelio se predica, se vuelve una confrontación entre el Señor y los pecadores: Dios extendiendo Sus brazos de amor".

En su libro "El poder de Dios para cambiar tu vida", el pastor Rick Warren escribe:
"¿Se dan cuenta de que los cristianos se supone que deben aborrecer ciertas cosas? Romanos 12:9 dice, 'Aborrezcan el mal; aférrense al bien'. Esto es bastante claro: se espera que detestemos la maldad. ¿Porqué? Una razón es por lo que la maldad le hace a las personas. La maldad hiere y destruye a la gente. Cuando ves a Jesús más de cerca, te das cuenta de que la bondad significa defender lo que es justo y oponerse a lo que es indebido. Él odia el pecado, pero ama a los pecadores. Nosotros tendemos a hacer lo opuesto: odiar a los pecadores y amar el pecado. Pero Dios quiere que nosotros al mismo tiempo tengamos compasión por la gente y convicción contra el pecado"
Podríamos seguir todo el día dando citas de otros predicadores y teólogos que en la historia del cristianismo han explorado y afirmado el amor de Dios hacia los pecadores, y su aborrecimiento del pecado, pero si las pruebas bíblicas y estas palabras que hemos dado no son suficientes para hacerle cambiar de parecer, creo que sólo Dios puede.

Es lamentable que se haya vuelto común entre líderes como Paul Washer, John F. MacArthur negar la verdad de que Dios ama al pecador. Otros como Tomás de Aquino en su Summa Theologica, y John Piper han dicho que Dios ama y odia a los pecadores al mismo tiempo. Sin afán de hacer una controversia doctrinal o teológica, no es sorpresa que estos predicadores calvinistas enseñen esto si consideramos que Juan Calvino enseñara lo mismo: que el hombre no puede ser amado por Dios sino hasta que deje de ser pecador. En sus "Sermons on Galatians", leemos que Calvino escribió:
"¿Porqué necesitamos ser justificados? Simplemente porque Dios no puede amar a los pecadores a menos de que haya perdonado sus pecados y los haya borrado" [Sermons on Galatians; John Calvin, p. 255]. 
El error de Calvino y sus seguidores es no entender la extensión en que el Nuevo Testamento dice que a través de Jesús, Dios ha amado a todo el mundo (Juan 3:16). Lo que Él detesta son los pecados de los pecadores, porque dice que odia “SUS OBRAS” y “SU DOCTRINA” en Apocalipsis 2:6 y 2:15, mas no los odia a ellos. Los ama, pero desprueba la maldad de ellos. Aborrece sus maldades porque Él es amor. El pecador está hecho a imagen y semejanza de Dios, es creación de Dios y tiene un alma que le pertenece a Dios. ¿Odiará Dios la obra de sus propias manos?

Escrito está que Dios quiere que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad, y que quiere que todos sean salvos (1 Timoteo 2:3-4), que Él no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan, (Ezequiel 33:11; 2 Pedro 3:9) que Él les desea bien a los hombres, y aunque el pecador se mantenga separado por su pecado (Isaías 59:1), Dios le ofrece reconciliación. Su amor permite ver, no lo que el pecador es, ni lo que fue, sino lo que es a través de Dios, y lo que que puede ser en Cristo Jesús, con la esperanza de redención en él.

Dios ciertamente juzgará al pecador pero Cristo nos enseñó que no debemos juzgar (condenar). Si nos enfocamos en los pecados del pecador, corremos el peligro de perder de vista el amor y la misericordia, como ocurrió con los fariseos. Ciertamente el pecador se necesita arrepentir, dejar de pecar, pero esto es posible sólo a través del amor de Jesucristo. Al tratarlos, debemos ver más allá de sus faltas y ver más bien su necesidad de ser redimidos por Jesucristo. ¡Él vino a salvar, no a condenar! (Juan 3:17; Juan 12:47). A nosotros nos corresponde seguir su ejemplo y divulgar sus enseñanzas. A través de sus palabras, se muestra el camino. Tenemos que hacer como Jesús hizo y debemos andar como Él anduvo. Difundir Su palabra: Él es el logos (la Palabra), y Él nos dice que debemos amar a nuestros enemigos, porque Él mismo lo hace, y porque también Él nos amó cuando nosotros eramos sus enemigos. Amar con el amor que Él nos ha amado. En todo esto y más, la Biblia es clara en que Dios ama al pecador, pero rechaza y desprueba su pecado.


Aquellos que creen que Dios no ama al pecador muestran ausencia de equilibrio doctrinal bíblicofalta de discernimiento, falta de entendimiento para interpretar correctamente las Escrituras, o falta de la fuerza más poderosa que nos ha dado el Señor Jesucristo: el amor de Dios. Es algo muy grave porque parecería que enseñan a un Dios distinto. Gente así deberá volver a su primer amor antes de que Dios los llame a cuentas, y tendrán que internalizar las palabras de 1 Corintios 13 donde se les recuerda que DE NADA SIRVE el conocimiento, la religiosidad y sus palabras si no conoce EL AMOR DE DIOS. Aquellos que dicen que Dios odia al pecador y enseñan esto como doctrina pueden estár usando el nombre de Dios en vano y la Biblia dice que "el SEÑOR no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano" (Éxodo 20:7).

Sólamente hay dos caminos: el del amor de Cristo o el de la perdición en el odio. El odio se desvanece pero el amor de Cristo permanece. Y como alguien dijo: "¡Cuántos problemas en el mundo se resolvería si la gente se diera cuenta de lo mucho que Dios los ama y así recibiera ese amor! La mejor manera de eliminar las barreras para recibir el amor de Dios es desechar las cosas que nos ciegan y no nos dejan ver su amor. Tenemos problemas de percepción porque sucumbimos a las distorsiones de Satanás cuyo primer propósito en el mundo es ser el mayor engañador de los seres humanos" (William Carey Ringenberg).