Por John Bunyan
"Tal vez haya algunos que pregunten ¿cuál es la iniquidad de la que nos debemos apartar, si llamamos a eso nombre religioso, el nombre de Cristo?
Respondo, PRIMERO, en general. Aquellos que profesan religiosamente el nombre de Cristo, deben apartarse de TODA INIQUIDAD. Deberían dejar de lado toda pesadez; deberían huir de toda apariencia de maldad. Hebreos 12:12, Tesalonicenses 5:22. Hay muchos que están dispuestos a deshacerse de algunos pecados, de algunos placeres, de algunas ganancias injustas, con tal de que puedan ser salvos, pero el vender todo, el ceder todo, el deshacerse de todo, es un capítulo muy duro.Y sin embargo el Señor Jesús está aquí, diciéndonos del mismo modo "Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo." (Lucas 14:33).
Cristo, por estas palabras, requiere más de aquellos que son suyos, que olvidaran toda su iniquidad: Por tanto es seguro que eso incluye a cada pecado. No menos que la obediencia universal probará que un hombre es sincero. Un corazón dividido es culpable. Oseas 10:2. Aquél que no abandona cada pecado, es "parcial en la ley," y no tiene respeto por todos los mandamientos de Dios. Donde hay reservas, no puede haber verdadero amor a Cristo: aquél que esconde cualquier pecado dentro de su pecho, o que lo mantendrá, como dice la frase, es, bajo su propia lengua, un enemigo secreto de Jesucristo. Job 20:13; Juan 14:21-24. No ama a Cristo aquél que no guarda sus palabras. Poner un pie entre dos cosas es inútil; y ningún hombre puede servir a dos amos o señores. Cristo es un señor, y el pecado ciertamente es un señor, y son señores tan opuestos, que aquél que de inmediato se una a uno de ellos, ante el otro será contado como su enemigo. Si algo del pecado se consintiese, Cristo se encontrará siendo rechazado. ¿Qué hombre se consideraría a sí mismo como amado de su esposa, si sabe que ella está de adúltera con otro? "No te prostituirás, ni serás de otro hombre", dijo él, "y yo seré para ti" (Oseas 3:3).
¿El rey contará como súbdito leal a aquel que se esconde en su casa, se sostiene de su cama, y come de su mesa, aquél que implacablemente odia y busca asesinar a su majestad? Porque, si el pecado es ese enemigo del Señor Jesucristo, por tanto, como los reyes mandan a que los traidores sean entregados a justicia, de la misma manera, Cristo manda a que nos apartemos de la iniquidad. "Aparta toda la iniquidad," es una buena oración, y asimismo: "resistir hasta la sangre, luchando contra el pecado" es una buena batalla; y aquél que pone "todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo" obtiene una espléndida victoria. Oseas 14:2; Hebreos 12:4; Corintios 10:5. La gracia crece como levadura en el alma, y consecuentemente, todas sus partes. Ahora bien, en donde todo completo es hecho levadura, el sabor debe necesariamente ser el mismo en todo. La gracia no da poder, facultad o pasión al alma que no permanece santificada; por lo cual, no hay esquina del alma santificada donde el pecado esconda su cabeza para encontrar descanso y morar sin control. En consecuencia, aquél que reciba a tal o cual pecado, de modo que éste pueda encontrar un escondite, y morar en su corazón, no es ningún hombre cristiano. Por lo tanto, que los que profesan ser cristianos en el nombre de Cristo, manifiesten que no lo hacen fingidamente, al apartarse de la iniquidad.
Pero, en segundo lugar, y muy particularmente, que aquellos que invoquen el nombre de Cristo, como los anteriores, se aparten de su constitución pecaminosa, es decir, del pecado al que está inclinado su temperamento. Todos los hombres no están igualmente inclinados al mismo pecado, sino que hay algunos inclinados a uno y otros inclinados a otros. Ahora bien, que todo hombre que profesa el nombre de Cristo religiosamente, considere dentro de sí: ¿A qué pecado o vanidad estoy más inclinado? ¿al orgullo?, ¿as la codicia? ¿a la lujuria carnal? Y que pongan manos a la obra, por todos los medios, para renunciar y apartarse de eso...
No puede aparecer un gran cambio en ti, sin importar la profesión de Cristo que hagas, a menos de que eches fuera el pecado de tu pecho. La constitución pecaminosa de un hombre, como se me permite llamarla, su pecado visible, [a menudo] está en aquello por lo que tus vecinos te conocen o te describen; ya sea orgullo, avaricia, ligereza o mentira... Una vez más, aquellos que invoquen el nombre de Cristo deben apartarse de su constitución pecaminosa, así como se deben apartar también de los pecados del temperamento de otros hombres.
No sea que habiendo huido de tus propios pecados, seas atrapado por los pecados de otros. "No participéis de otros pecados de los hombres" es el consejo y la advertencia de que Pablo da a Timoteo, si éste quiere mantenerse puro. 1 Timoteo 5:22. 1.
¿Profesas el nombre de Cristo, y pretendes ser un hombre que abandone la iniquidad? Entonces ten cuidado de no engañarte a ti mismo, cambiando un mal camino de pecado, por otro malo camino de pecado...."
Título original: Particular iniquities that must be given up.
Bunyan, John. "Works of John Bunyan — Vol. 2". 2014. Book