jueves, 17 de julio de 2014

¿Eres cristianio real o nominal? - William Wilberforce

Por William Wilberforce
Un fragmento de su libro "Cristianismo real" 

"En la mente de los cristianos más nominales aparece una idea profundamente inadecuada sobre la culpa y la maldad del pecado. Es como si suponieran que la religión no es más que un asunto policiaco. Ven las ofensas como daños a la sociedad, pero no hacia Dios. Incluso diferencían los vicios. Cuando los ven en los bajos estratos de la sociedad, los ven como algo ofensivo. Se hacen excusas de los mismos pecados en los rangos altos de la sociedad, porque atraen más prosperidad, o ánimo ánimo, o civismo enaltecido. ¡Cuán injusto es ver los males sociales en las clases bajas de la sociedad, y sin embargo, aceptarlos entre clases altas de expresivo librepensamiento, galantería, jovialidad, y mil cosas más con términos y adjetivos lisonjeros!  
Pero la Palabra de Dios estima las acciones por medio de un estándar mucho menos complaciente. Allí no leemos sobre pecados "pequeños". En el Sermón de la Montaña, no se hace distinción entre los pecados de los ricos o de los pobres. No se hacen referencias a la escala moral de las clases altas o bajas de la sociedad. La idolatría, la fornicación, la lascivia, la embriaguez, las orgías, y afecciones desenfrenadas: el Apóstol las clasifica a todas con el robo y con el asesinato. La menciona en una manera en que se afirma de estos pecados, "que todos aquellos que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:21).  
La perspectiva de los cristianos nominales revela la ausencia de un principio que es la fundación de la verdadera religión. Sus escasas nociones sobre la culpa y la maldad del pecado revelan una completa falta de reverencia por la majestad divina. Este principio es justamente referido en la Escritura como "el principio de la sabiduría". Tal vez no hay otra cualidad significantes que los escritores sagrados hayan enfatizado tanto e intentado tanto inculcar en el corazón humano (Job 28:28, Salmos 111:10, Proverbios 1:7-9). La Escritura considera el pecado como rebelión a la soberanía de Dios. Cada acto distinto de pecado viola igualmente Su ley. Si se persevera en él, se niega Su soberanía. 
Al que es jovial y descuidado, esto le puede parecer duro. Vanamente revoloteando bajo el resplandor del éxito mundano, se apaciguan a sí mismos en una falsa seguridad. "Pero el Señor vendrá como ladrón en la noche" (1 Tesalonicenses 5:02). "Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de tal manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad!" (2 Pedro 3:11). "Los malos serán trasladados al infierno, Todas las gentes que se olvidan de Dios." (Salmos 9:17). Uno debería observar cuidadosamente que estas terribles declaraciones sobre el futuro castigo del pecado derivan de la consideración de que son no sólo una sentencia judicial, sino que surgen a partir del orden establecido de las cosas. Tanto el reino de Dios, como el reino de Satanás están establecidos en el mundo, y debemos pertenecer a uno o al otro.  "Los justos han pasado de la muerte a la vida" (Juan 5..: 24). "Son librados del poder de las tinieblas, y trasladados al reino del amado Hijo de Dios" (Colosenses 1:13). Sobre los pecadores que no han sido perdonados, las Escrituras declaran, por otro lado, que "son de su padre el diablo" (Juan 8:44). Mientras que, en la tierra, los hijos de Dios son llamados "sus siervos", y se dice que ellos "hacen sus obras.". . .



El cristianismo no es un término geográfrico, sino un término moral. No es propio de un país cristiano, es una condición del alma. Además deesto, no es un estado en el que hemos nacido de forma natural. Es un estado en el que Dios nos ha de convertir.  
¡Nacer de nuevo! Por un lado, es la obra de la gracia inmerecida de Dios. Por otro lado, Dios nos encomienda a "trabajar por nuestra salvación con temor y temblor" (Filipenses 2:12). La Escritura representa a los cristianos reales como aquellos cuyos nombre son "dignos para participar en la herencia de los santos en luz" (Colosenses 1:12). Así pues, consciente de la necesidad indispensable y la ardua naturaleza de servicio al que se involucra, el verdadero cristiano se fija en la obra con vigor y la busca con diligencia."   
La Biblia describe un estado asó como el de alguien que es un peregrino y forastero. Todas las otras figuras e imágenes son dadas para dar un significado preciso. De ellas, nunca se visualiza más frecuentemente en las Escrituras sino aquella en la que se trata de un viaje. El cristiano no es sino un viajero. Se prepara para todas las dificultades de la vida. Sabe que debe esperarlas un un clma tormentoso e incierto del mundo. Pero va a viajar "a un mejor país" de luz sin tinieblas y de serenidad. Si el viaje es un poquito desagradable, será menos probable que el pierda el tiempo en otro camino, y también puede disfrutar lo que es hermoso y examinar lo que es curioso. El agradecimiento lo refresca.... Es de un valor infinito establecer en nuestras mentes un sentido fuerte y habitual del primer y gran mandamiento "Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Deuteronomio 6:5). 
¡Mirando hacia Jesús! ¡De ahí podemos aprender a crecer en el amor de Dios! Ciertamente ahí es demostrada por completa Su piedad y amor hacia los pecadores que se arrepienten. Ahí nos animamos al perdurar en la disposición de tratar de agradar a nuestro gran Benefactor, quien ya se ha probado a Sí mismo como alguien que está dispuesto con bondad hacia nosotros.. 
¡Mirando hacia Jesús! De ahí nos hacemos conscientes de lo muy indignos que todos somos de Su maravilloso amor, y nos avergonzamos de nuestro servicio más activo. Reduce nuestro orgullo y disminuye nuestras opiniones sobre nosotros mismos. Nos volvemos menos dispuesto a requerir el respeto de los demás y sentimos menor resentimiento cuando se nos ofende [o insulta]. Cuando vemos la humillación de nuestro Señor, y que "el siervo no es mayor que su Señor" (Juan 15:20), nosotros también recibimos humildad.  Si realmente crecemos en la gracia, creceremos en la humildad.... 
¡Mirando hacia Jesús! De ahí lo seguiremos a Él como el Autor y cumplidor de nuestra fe. Porque "Él vive perpetuamente para interceder" por Su gente (Hebreos 7:25). Ahí buscamos nuestras labores y cumplir nuestra mayordomía. Ahí nos conducimos en la medida que se nos determina por nuestro bendito Señor, cuya comida y bebida fue para hacer la voluntad del Padre Celestial. La comprensión de esta perspectiva le da al cristiano un alivio para la adoración y el servicio del mundo celestial. Por lo tanto, no deberíamos olvidar que la principal diferencia entre el cristianismo real y el sistema de la masa de cristianos nominales consiste principalmente en el lugar distinto que se le da al Evangelio. Para los nominales, las verdades del Evangelio son como estrellas distantes que brilllan con un destello vano e inactivo. Para los cristianos reales, éstas doctrinas distintivas constituyen el centro en el cual gravitan, como el sol en su sistema, y la fuente de su luz, afecto y vida. Incluso el mismo Antiguo Testamente, aunque es una revelación del cielo, brilla con rayos temporales y escasos. Pero el Evangelio devela a nuestros ojos sus benditas verdades, y somos llamados a contemplar y disfrutar "iluminación del conocimiento de la claridad de Dios en la faz del Cristo Jesús." (2 Corintios 4:6) 
~ William Wilberforce
Real Christianity: Discerning True Faith from False Beliefs
(Cristianismo real: discerniendo entre la verdadera fe y las falsas creencias)

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