Entre los críticos y escépticos de la Biblia, se ha vuelto común el popularizar la idea de que el Antiguo Testamento (AT) describe a Dios como un Dios "iracundo" o "furioso" que implacablemente juzga a los hombres, a diferencia del Nuevo Testamento (NT), que, según esa interpretación, presenta a un Dios distinto que se muestra un compasivo y amoroso Padre Celestial que todo lo perdona incondicionalmente.
De hecho éstas interpretaciones fueron la base para que en el siglo II surgiera la doctrina llamada "marcionismo" promovida por un grupo sectario de gnósticos y el teólogo Marción, quienes alegaban que sólamente el Dios del Nuevo Testamento era el Dios verdadero. Su contraparte era, por supuesto, el movimiento precedente de fariseos, saduceos y judíos ultraortodoxos que no aceptaron a Cristo como el Mesías y alegaban que sólo el Dios del Pentateuco y la ley de Moisés sería verdadera.
Para creyentes que apenas empiezan a indagar en las Escrituras y que realmente han tenido poca oportunidad de estudiarlas detenidamente, esas afirmaciones podrían confundirles y las exposiciones aisladas de incrédulos les pondrían en riesgo de tener una impresión difusa a primera vista. Pero, ¿qué tan cierta es esta postura de acuerdo al «consejo completo de las Escrituras» o lo que la propia Palabra de Dios dice a lo largo de sí misma?
"An Allegory of the Old and New Testaments" (ca, 1532 - 1535) de Hans Holbein the Younger . Pintura en óleo. |
1. Dios es el mismo a través de los siglos
Pues bien, podemos empezar asegurando que, habiendo leído ambos testamentos de la Biblia, es claro afirmar, respecto a la identidad, el carácter y la naturaleza de Dios, el Creador se define como alguien que permanece consistente consigo mismo de generación en generación, desde la eternidad y hasta la eternidad (Sal. 90) y que Él siempre ha sido, siempre es, y siempre será «exactamente el mismo» a diferencia de los seres humanos:
Pues bien, podemos empezar asegurando que, habiendo leído ambos testamentos de la Biblia, es claro afirmar, respecto a la identidad, el carácter y la naturaleza de Dios, el Creador se define como alguien que permanece consistente consigo mismo de generación en generación, desde la eternidad y hasta la eternidad (Sal. 90) y que Él siempre ha sido, siempre es, y siempre será «exactamente el mismo» a diferencia de los seres humanos:
"Porque yo, el SEÑOR, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Jacob, no habéis sido consumidos" (AT, Malaquías 3:6)
"Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará? ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?" (AT, Números 23:19)
"También la lloria de Israel no mentirá ni cambiará su propósito, porque Él no es hombre para que cambie de propósito" (AT, 1 Samuel 15:29).
"Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados. Pero Tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin" (AT, Salmos 102:25-27).
"Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (NT, Santiago 1:17).
"y como un manto los envolverás, y serán mudados; pero Tú eres el mismo, y tus años no acabarán" (NT, Hebreos 1:12).
"Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (NT, Hebreos 13:8).
"Yo soy el Alfa y la Omega --dice el Señor Dios-- el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso" (NT, Apocalipsis 1:8, NT).
"Yo soy el primero y el último, y el que vive, y estuve muerto; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno" (NT, Apocalipsis 1:17-18).
Estos versículos confirman que, de principio, Dios no es cambiante como las estaciones. ni como la gente La Biblia afirma que también su Palabra, consejo y llamado son irrevocables y permanecen para siempre (AT Isaías 40:8, AT Salmos 33:11, 119:89, NT Romanos 11:29), por lo cual, entender y explicar las diferencias entre ciertos actos, actitudes y mandatos que Dios tomó en ciertos momentos en los dos Testamentos, así como los principios eternos subyacentes y comunes en ambos, requiere conocer qué es lo que realmente dice cada uno específicamente, en su completitud y en su respectivo contexto interpretado en conjunto con la revelación general de la Biblia.
2. La severidad de Dios
Lo que la Biblia muestra claramente como un principio fundamental en gran parte del Nuevo Testamento es que sin duda alguna Dios es un Dios de amor (1 Juan 4:8). Esto es indiscutible, sin embargo, esto no significa que Él sólamente sea amable, indulgente, gentil, manso, y delicado todo el tiempo y con todos, ni tampoco que tenga una moral victoriana y pudorosa. En el mismo Nuevo Testamento, Jesús y otros apóstoles hablaron de toda clase de temas, y en numerosas ocasiones advirtieron de lo serio que sería caer en el juicio de Dios por causa de la maldad:
"Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia detienen la verdad" (NT, Romanos 1:18)
"Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno" (Jesús, en el NT, Mateo 10:28, cf. Lucas 12:5).
"Y si tu mano te es ocasión de pecar, córtala; te es mejor entrar en la vida manco, que teniendo las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible" (Marcos 9:43).
"Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga. Porque todos serán salados con fuego" (Marcos 9:47-48).
"Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas" (Colosenses 3:5-6).
"Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad" (Mateo 10:14-15)
"Porque El ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos" (Hechos 17:31)
"Por eso os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades descenderás! Porque si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy. Sin embargo, os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti" (Mateo 11:22-24).
"Entonces dirá también a los de su izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber" (Mateo 25:31-42)
"Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos" (2 Pedro 2:7).
"Para ejecutar juicio sobre todos, y para condenar a todos los impíos de todas sus obras de impiedad, que han hecho impíamente, y de todas las cosas ofensivas que pecadores impíos dijeron contra El" (Judas 1:15).
"El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas" (Juan 3:18-20).
"Pues conocemos al que dijo: 'Mía es la venganza, yo pagaré'. Y otra vez, 'El Señor juzgará a su pueblo', ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!" (NT, Hebreos 10:30-31; cf. 10:27).
La destrucción de Sodoma y Gomorra (1852) de John Martin. Pintura en lienzo (detalle) |
En muchísimos otros pasajes del Nuevo Testamento (y de los mismos Evangelios) se habla de "la ira venidera" que Dios traerá sobre los pecadores en lo que Jesús mismo llamó "el día del juicio" (Mt. 3:7, Lc. 3:7, Jn. 3:36). Y si alguien tiene duda de que el Nuevo Testamento lo contiene, basta con leer las siete copas de la ira de Dios descritas en Apocalipsis 15:5-16:21.
El punto es que el mismo Dios que derrama su ira en el Antiguo Testamento sobre aquellos que se rebelaban sin razón, es el mismo Dios que en el Nuevo Testamento anuncia que derramará su ira de castigo sobre aquellos que no se arrepientan de sus pecados y rechazan creer en Jesucristo (NT, 2 Tes. 1:5-10) Pero ¿por qué sería terrible caer en las manos de Dios para ser juzgados? La Biblia responde: "Porque nuestro Dios es fuego consumidor" (NT, Hebreos 12:29). Como también escribió el profeta de Dios: "Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira?" (AT, Salmos 76:7). "Tú les darás su pago, oh SEÑOR, conforme a la obra de sus manos" (Lamentaciones 3:64).
El punto es que el mismo Dios que derrama su ira en el Antiguo Testamento sobre aquellos que se rebelaban sin razón, es el mismo Dios que en el Nuevo Testamento anuncia que derramará su ira de castigo sobre aquellos que no se arrepientan de sus pecados y rechazan creer en Jesucristo (NT, 2 Tes. 1:5-10) Pero ¿por qué sería terrible caer en las manos de Dios para ser juzgados? La Biblia responde: "Porque nuestro Dios es fuego consumidor" (NT, Hebreos 12:29). Como también escribió el profeta de Dios: "Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira?" (AT, Salmos 76:7). "Tú les darás su pago, oh SEÑOR, conforme a la obra de sus manos" (Lamentaciones 3:64).
3. La benevolencia de Dios
A diferencia de lo que también algunos afirman falsamente, en el Antiguo Testamento Dios no es una figura implacable o airada tiránicamente contra los demás. El Dios de la Biblia es un juez, pero nunca ejerce juicios arbitrarios o sin razón alguna. El mismo Dios que en el Nuevo Testamento se revela como el que amó al mundo entero para enviar a Jesucristo a pagar por nuestros pecados para darnos salvación (NT, Juan 3:16), y que incluso expresa que ama y perdona a los pecadores (NT, Romanos 5:8), es el mismo Dios que en Antiguo Testamento se reveló a Moisés, a los patriarcas y profetas como un Dios compasivo, misericordioso, afectuoso, cariñoso, bondadoso, amoroso y lleno de perdón hacia la gente arrepentida y a quienes humildemente se acercan a Él de corazón. Numerosas veces repite el Antiguo Testamento:
"El SEÑOR es lento para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable"
"Compasivo y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia"
(Éxodo 34:6-7, Deuteronomio 4:31, Números 14:18; 2 Crónicas 30:9, Nehemías 9:17; Salmos 86:5, 86:15; 103:8-10; 108:4, 111:4; 112:4; 116:5; 145:8; Joel 2:13, Jonás 4:2).
Todos estos versículos enfatizan el mismo principio acerca de Dios: Él no se enoja fácilmente ni sin razón alguna contra el hombre; y muchos otros versículos antiguos nos confirman que Él siempre ha sido amplio en perdonar y en amar profundamente a la humanidad:
"Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida" (AT, Oseas 11:1-4).
"Desde lejos el SEÑOR se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia" (AT, Jeremías 31:3).
"En verdad, El ama al pueblo; todos tus santos están en tu mano, y siguen en tus pasos; todos reciben de tus palabras" (AT, Deuteronomio 33:3).
"Mas porque el SEÑOR los amó y guardó el juramento que hizo a sus antepasados, el SEÑOR los sacó con mano fuerte y los redimió de casa de esclavitud, de la mano de Faraón, rey de Egipto" (AT, Deuteronomio 7:8 NBL, cf. AT, Deuteronomio 4:37; 33:3,26).
"Porque la porción del SEÑOR es su pueblo; Jacob es la parcela de su heredad. Lo halló en tierra desértica, en medio de la soledad rugiente del desierto. Lo rodeó, lo cuidó, lo guardó como a la niña de sus ojos; como el águila que agita su nidada, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, y los lleva sobre sus plumas" (AT, Deuteronomio 32:9-11).
"Ciertamente el SEÑOR consolará a Sion, consolará todos sus lugares desolados; convertirá su desierto en Edén, y su yermo en huerto del SEÑOR; gozo y alegría se encontrarán en ella, acciones de gracias y voces de alabanza" (AT, Isaías 51:3).
"Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti" (AT, Isaías 62:5).
"Como uno a quien consuela su madre, así los consolaré yo; en Jerusalén serán consolados" (AT, Isaías 66:13).
"Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR de los que le temen" (AT, Salmos 103:13).
"Hazme oír cada mañana acerca de tu amor inagotable, porque en ti confío" (AT, Salmos 143:8-10).
"Acuérdate, oh SEÑOR, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas" (AT, Salmos 25:6)
"Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, tus consuelos deleitan mi alma" (AT, Salmos 94:19).
"Mas Él, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía; muchas veces contuvo su ira, y no despertó todo su furor" (AT, Salmos 78:38).
"Mas la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos" (AT, Salmos 103:17).
"Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen" (AT, Salmos 103:11).
"Al verlos Dios angustiados, y al escuchar su clamor, se acordó del pacto que había hecho con ellos y por su gran amor les tuvo compasión. Hizo que todos sus opresores también se apiadaran de ellos" (AT, Salmos 106:44-46 NVI).
"¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque es amador de misericordia" (AT, Miqueas 7:18-19).
"Por la bondad del SEÑOR es que no somos consumidos[a], porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad." (AT, Lamentaciones 3:22).
"Bueno es el SEÑOR a los que en él esperan, al alma que le buscare" (AT, Lamentaciones 3: 25).
"Yo os he amado--dice el SEÑOR--. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob?--declara el SEÑOR--. Sin embargo, yo amé a Jacob" (AT, Malaquías 1:2).
"Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, no me complace la muerte de los perversos. Solo quiero que se aparten de su conducta perversa para que vivan. ¡Arrepiéntanse! ¡Apártense de su maldad, oh pueblo de Israel! ¿Por qué habrían de morir?” (AT, Ezequiel 33:11, cf. 18:32).Como muestran todos esos versículos, la paternidad de Dios está claramente presente desde el Antiguo Testamento y es muy importante en cuanto revela el fundamento escritural en el que Dios presenta y proclama como Padre de su pueblo, actuando a favor de él, en su defensa, provisión y sumo cuidado (Medved, 2016).
Hay muchísimos otros versículos en las antiguas escrituras que hablan del cómo Dios cuida y ama como un Padre y cómo es misericordioso con la humanidad. El Antiguo Testamento le describe como "Padre de los huérfanos y defensor de las viudas" (Salmos 68:5); se afirma que "Él levanta al pobre del polvo, Y al necesitado" (Salmos 113:7); Dios "levanta del polvo al pobre, del muladar levanta al necesitado para hacer los sentar con los príncipes" (1 Samuel 2:8), Él pone "en alto a los humildes, y a los que lloran", Él "sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas" (Salmos 147:3), "Porque el SEÑOR es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos" (Salmos 138:6). El Señor conforta el alma, cuida de los suyos cuando están enfermos (Salmos 41:1-3), restaura y sana heridas (Jeremías 30:17), y ciertamente no deja ni abandona a los que ponen su fe en Él (Deuteronomio 31:6,Deuteronomio 31:8, Josué 1:5, Salmos 94:14,Isaías 41:17,Hebreos 13:5); promete estar con su pueblo y preservarlo en todo momento aún en las dificultades (Isaías 43:2-3) y nos asegura que podemos confiar en su voluntad:
"Porque yo sé los planes que tengo para vosotros» —declara el Señor— «planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza" (Jeremías 28:11).
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos--declara el SEÑOR. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:8-9).
"Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas" (Proverbios 3:5-6).Hay muchísimos otros pasajes del Antiguo Testamento que relatan la compasión de Dios por las personas y no terminaríamos este artículo explicando cada uno, pero dDesde Génesis 1:1, al ser Él creador de todas las cosas buenas que existen, y posteriormente bendecir y proveer a millones y millones de personas. Fue Él quien rescató a la esclava Agar al huír ella del desierto, y la devolvió a casa, quien restauró a José, después de que fuera vendido, separado de su familia, y falsamente acusado, para preservarlo, cuidarlo y finalmente exaltarlo para salvar a su familia, quien preservó la vida de Abraham e Isaac y a sus esposas ante el faraón, quien dio a Abraham y Sara un hijo, y una descendencia con la que prometió ser fiel por siempre, quien libertó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, quien liberó de nuevo a los israelitas del cautiverio en Babilonia, quien preservó la vida de Daniel en el pozo de los leones, quien sanó al leproso Namán, quien resucitó al hijo de la viuda de Sarepta, quien libró a la prostituta arrepentida que ayudó a los israelitas, quien empoderó al joven David para luchar contra el gigante goliat, quien preservó la vida de Sadrac, Mesac y Abednego en el horno de fuego, quien preservó la vida de Ester para interceder ante el Rey Persa por salvar al pueblo de Israel, quien ayudó a los israelitas a salir del yugo de los filisteos, quien ayudó a Israel a reconstruir los muros, aún bajo el yugo del rey de Persia, quien ayudó a los profetas en sus peticiones y búsquedas, quien prometió a través del Antiguo Testamento, su promesa del Mesías, un Salvador definitivo, para pagar por los pecados del pueblo y liberarlo.
4. Entendiendo la dictonomía
Todos los autores de la Biblia concuerdan en que el amor de Dios y el juicio de Dios son "dos lados de la misma moneda", dos partes esenciales de su naturaleza, y de hecho en todos los libros de la Biblia ambos elementos están presentes. A lo lrgo de las Escrituras, Dios es amor, pero Dios también es justo. El amor de Dios es sólo uno de los atributos de Dios, mas no es su único atributo ni una cualidad aislada. Dios también es luz, es santo, es puro y perfecto, y en Él no hay tinieblas (1 Juan 1:5). Precisamente por eso, aunque Dios es un Padre, también es un Juez: no hay impunidad ante Él. Él es una "Abba" (un papito cariñoso con los suyos), pero sigue siendo Rey del universo. Él es Salvador, pero también es Señor. El carácter de Dios, en otras palabras, se explica en forma de dicotomía (un concepto ambivalente compuesto de dos partes distintas pero inseparables que forman un todo, y en donde cada parte tiene un propósito determinado).
Hay en la ciencia, en la filosofía y en la ética otras dicotomías importantes que han sido expresadas como verdades fundamentales, y algunas de ellas pueden ayudarnos a reflexionar este concepto teológico. La activista Kim Phuc lo expresó así «Si no hubiera sido por el dolor, no conocería el poder sanador del amor... si no hubiera sido por la vida en necesidad, no valoraría todo lo que tengo". Por otro lado, en su ensayo "On Adversity", el célebre Francis Bacon explicaba que "aún en el Antiguo Testamento, si se escucha el arpa de David, se oirán tantos cánticos fúnebres como cantos alegres". Su punto era que, por un lado, la bendición y bonanza que el hombre pasa en la tierra no equivale a falta de aflicciones, y por otro lado, la severidad y la adversidad de las circunstancias apunta a la formación de virtudes y no es carente de gracia y compasión. Concluía así, que "la prosperidad no carece de miedo y disgustos; y la adversidad no carece de consuelos y esperanzas".
Asimismo, la Biblia enseña que muchas veces el hombre es expuesto a la adversidad y a la dificultad con el propósito de probar su fe, aprender, adquirir entendimiento, y sobre todo, para que se acerque a Dios. Las Escrituras muestran que somos expuestos a tiempos de prueba, castigo o tribulación con el propósito de que los humanos reconozcamos que no podemos solos, que necesitamos Su ayuda y que debemos acercarnos a Dios y acudir a Él por (Deuteromio 8:2, Amós 4:6-13; Joel 2:23-27, 1 Reyes 8:36-40; Éxodo 10:54-6, Proverbios 30:8-9, Salmos 32:8-9, Daniel 4:26-37). Es una realidad que si le das a un niño pequeño todo lo que quiere, lo vas a malcriar, pero si permites que enfrente la realidad y le das tu respaldo y sabiduría, lo formarás como alguien maduro que aprenderá a resolver problemas y ayudar a otros que hayan pasado por lo mismo. Incluso biológicamente el dolor nos advierte del peligro, y sería un verdadero peligro mortal tener ausencia de dolor porque así no habría sensación que nos avisara que debemos evitar la muerte. Por esto, Isaías 66:9 enseña implícitamente que Dios no permite el dolor sin que haya algo nuevo y mejor en su propósito. Todo fin implica el comienzo de algo distinto, y todo inicio implica el fin de algo conocido, y "como un fundidor purifica la plata y el oro para mostrar y darles un gran valor, Él se sienta a purificar y refinar a la gente de su pueblo" (Malaquías 13:3; Isaías 13:12). La Biblia también dice:
En una de sus canciones, el cantautor José María Napoleón argumentaba: "Si has de tener una rosa, tienes que mirar la espina; si no sabes del dolor, no sabrás de la alegría". Otra obra también expresa: "No hay placer sin dolor, no amor sin odio". Aunque a primera vista parezca un pensamiento contrario y controvertido, debe entenderse el punto: esto no significa que el bien necesite del mal o de la oscuridad para existir, porque la luz y el bien de Dios son independientes y la maldad o la oscuridad serían la ausencia del bien o la luz. Pero tienen que entenderse dos cosas: 1) que el dolor, el castigo, la adversidad no son propiamente cosas malas (o depende del caso y el origen), pues tienen una razón pragmática de existir. La Biblia reconoce que "A la verdad ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por él son ejercitados" (Hebreos 12:11). Por otra parte, "el Señor al que ama castiga, Y azota á cualquiera que recibe por hijo" (Hebreos 12:6).
El problema es que muchas veces tenemos nuestros conceptos mal definidos o torcidos y eso nubla el entendimiento. El satanista Marilyn Manson, por ejemplo, promovía la aberrante idea de "odiar el amor y amar el odio", pero la Biblia enseña justamente lo opuesto: Dios nos llama amar el amor y odiar el odio; o, lo que es lo mismo: amar a Dios (la fuente del amor) y aborrecer el pecado (la fuente de los males). Asimismo, muchos piensan que, por ejemplo, la paz sería la ausencia de caos. Pero, de acuerdo al pacifista Martin Luther King Jr., "la verdadera paz no es meramente la ausencia de tensión; es la presencia de justicia". Entendiendo esto es más fácil percibir porqué "el Dios de paz" que se describe en la Biblia (Ro.15:33, Heb.13:20, 1 Tes. 5:23, Filipenses 4:9) es también descrito en guerra activamente con Satanás y el pecado (Ro. 16:10, Gn. 3:15, Ef. 6:12) y es descrito como "El Dios de los Ejércitos" (Hageo 2:4-5, Zac. 4:6, Mal. 3:1-18, Is. 6:5, 44:6, Sal. 24:20, Jer. 32:18, 1 Sam. 1:10-11).
La filosofía taoísta tiene el concepto de yin-yang para referirse a cómo dos ámbitos contrastantes y aparentemente opuestos de la vida no terminan siendo opuestos absolutos ni en conflicto entre sí, sino que dos partes contrastantes que crean una armonía, balance o equilibrio que completa la naturaleza de la existencia (Morreall & Sonn, 2011:249). Quizá no sea nada popular hacer esta comparación, pero se cita para ilustrar que, de forma similar, en el cristianismo no hablamos de antonimia ni cosas opuestas o excluyentes cuando se muestra la ira o el juicio de Dios por un lado, y la compasión o el amor de Dios por otro.
Los conceptos de adversidad, sufrimiento, dificultad, justicia y juicio de Dios se complementan de una manera con la bendición, paz, alegría, amor y compasión que Él tiene hacia el hombre. No se contradicen, sino que se complementan, y por ello, se trata de una dicotomía bíblica que es esencial para el equilibrio que necesita la vida cristiana. Esta dicotomía también se puede alcanzar en otros asuntos teológicos como la ley o la gracia, la predestinación o la elección, la humanidad o la divinidad de Jesús, y otras enseñanzas (pero ese es tema para otra ocasión). La cuestión ahora es que, por contrastantes que sean, no hablamos de dos cosas mutuamente excluyentes entre sí, sino complementarias y coexistentes que se requiere entender para llegar un balance espiritual en esta vida, y a una correcta comprensión de Dios, ya que cada una representa un "lado de la moneda". Jesús mismo es representado en el libro de Apocalipsis como "el cordero y el león" (NT, Apocalipsis 5:5-6) y hay muchos versículos que
Dios se reveló a Moisés en una zarza ardiente (AT, Éx. 2:4-6) y hay que recordar que el fuego puede quemar y destruir lo que esté a su paso, pero el fuego también puede calentar suavemente y convertir una noche fría en una velada cálida y placentera; todo depende de dónde nos ponemos o dónde estamos ubicados en relación a la flama, y el propósito que la llama tiene al encenderse. Los dos testamentos reflejan, cada uno a su manera, esta verdad universal (FOTF, 2011).
Aunque la luz de Cristo ilumina en el alma de todos los creyentes y la Biblia nos promete que ya somos bendecidos con "toda bendición espiritual" (Efesios 1:3), Jesús también dijo que mientras estemos en este mundo tendremos aflicción (Juan 16:33). No es una contradicción; es una coexistencia demostrada a lo largo de la Biblia como también muestran los siguientes esquemas que que reafirman que nadie puede culpar a Dios por proporcionar la justicia debida contra el pecado y por no proporcionar una alternativa misericordiosa, dado que siempre la hubo:
Características de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento Infografía. Tomado de https://vidaesperanzayverdad.org/ |
La importancia del contexto
Además de lo visto, hay otras tres cosas que considerar para entender la dicotomía de Dios en los dos Testamento: el contexto específico, la revelación específica, y el propósito específico de cada sección de la Biblia. En primer lugar, para evitar malinterpretaciones o interpretaciones erradas, siempre se deben considerar los momentos y los contextos particulares en que las situaciones parecerían contrastantes o distintas, porque siempre que una persona toma un texto fuera de contexto se puede tratar de un pretexto para justificar su propio punto. Pero no es así cuando se considera la imagen completa ni se entienden las cuestiones sociales o históricas involucradas en la toma de una decisión.
Cuando alguien está molesto, es natural preguntarle "¿porqué estás molesto?" De la misma forma, Dios es omnisciente y todo lo sabe, pero nosotros no, y si alguien cita un pasaje donde Dios estaba airado o fue severo en su decisión, hay que hacer preguntas: ¿hacia quién o quiénes estaba airado? ¿qué pasó en realidad? ¿porqué estaba airado o porqué fue el juicio? ¿cuál fue la causa? ¿cuál fue el desenlace? Es preciso reconocer que Dios muchas veces actúa sin dar explicaciones o reconocer que no siempre las conocemos todas, pero Dios mismo nos dio un principio espiritual en los siguientes pasajes:
"Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, mas tú debes dominarlo" (AT, Génesis 4:7).
"El SEÑOR vio que la maldad del hombre era mucha en la tierra, y que toda tendencia de los pensamientos de su corazón era de continuo solo al mal. 6 Entonces el SEÑOR lamentó haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo el SEÑOR: “Arrasaré de la faz de la tierra los seres que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo; porque lamento haberlos hecho, Pero Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR." (AT, Génesis 6:5-7).
"El alma que peque, ésa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él y la maldad del impío será sobre él. Pero si el impío se aparta de todos los pecados que ha cometido, guarda todos mis estatutos y practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá, no morirá. Ninguna de las transgresiones que ha cometido le serán recordadas; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso me complazco yo en la muerte del impío--declara el Señor DIOS-- y no en que se aparte de sus caminos y viva? Pero si el justo se aparta de su justicia y comete iniquidad, actuando conforme a todas las abominaciones que comete el impío, ¿vivirá? Ninguna de las obras justas que ha hecho le serán recordadas; por la infidelidad que ha cometido y el pecado que ha cometido, por ellos morirá Y vosotros decís: 'No es recto el camino del Señor. Oíd ahora, casa de Israel: ¿No es recto mi camino? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete iniquidad y muere a causa de ello, por la iniquidad que ha cometido, morirá. Y cuando el impío se aparta de la maldad que ha cometido y practica el derecho y la justicia, salvará su vida. Porque consideró y se apartó de todas las transgresiones que había cometido, ciertamente vivirá, no morirá. Pero la casa de Israel dice: 'El camino del Señor no es recto. ¿No son rectos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos?" Por tanto, os juzgaré, a cada uno conforme a su conducta, oh casa de Israel--declara el Señor DIOS. Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, para que la iniquidad no os sea piedra de tropiezo. Arrojad de vosotros todas las transgresiones que habéis cometido, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? Pues yo no me complazco en la muerte de nadie --declara el Señor DIOS--. Arrepentíos y vivid" (Ezequiel 18: 20-32)
"¿Y piensas esto, oh hombre, tú que condenas a los que practican tales cosas y haces lo mismo, que escaparás al juicio de Dios? ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (NT, Romanos 2:3-5)
"Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado. Y también ellos, si no permanecen en su incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo" (NT, Romanos 11:22-23).
Estos pasajes muestran por un lado que Dios juzga a las personas por cometer pecado, maldad, iniquidad o causar sufrimiento. Es lo justo, como vimos: Dios es el que dio la vida y Él tiene todo el derecho lega de quitarla y seguir siendo justo. Por esto, Dios no necesita permiso, aprobación o conocimiento de los hombres para actuar, y se nos ha enseñado que Él nunca actúa con despropósito alguno. Él es, de hecho el único justo que tiene la capacidad de hacerlo, y en Él esperan las generaciones para que haga justicia. Por otro lado, siempre debemos aceptar su voluntad, la entendamos o no, nos guste o no (AT, Job 1:22, 2:10). Podemos tener seguridad que las decisiones de Dios son buenas porque la Biblia nos asegura que Dios no tiene favoritismos ni toma decisiones arbitrarias, sin razón o sin justicia. Él no estima diferencia entre el alma del rico y el pobre porque todos son obra de sus manos (AT, Job 34:19).
"Porque el SEÑOR vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas ni acepta soborno" (AT, Deuteronomio 10:17)
"...no hace acepción de príncipes, ni considera al rico sobre el pobre, ya que todos son obra de sus manos" (AT, Job 34:19)
"Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto" (NT, Hechos 10:34-35).
"y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones" (NT Hechos 15:9)
"...gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al judío primeramente, y también al griego. Porque en Dios no hay acepción de personas" (NT, Romanos 2:11)
"sabiendo que el Señor de ellos y de vosotros está en los cielos, y que para El no hay acepción de personas" (NT, Efesios 5:9)
"...de aquellos que tenían reputación de ser algo (lo que eran, nada me importa; Dios no hace acepción de personas)" (NT, Gálatas 2:6)
"una renovación en la cual no hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y en todos.…" (NT, Colosenses 3:11,25)
"Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestro viaje" (NT, 1 Pedro 1:17)
El AT dice en Proverbios 24:24 que "hacer acepción de personas en el juicio no es bueno", por ello, así como Jesús era alguien que era veraz y "no buscaba el favor de nadie, porque era imparcial" (Mateo 22:16), y "hablaba y enseñaba rectamente, no guiándose por las apariencias, sino enseñando con verdad" (Lucas 20:21). La Biblia enseña que en el juicio venidero, Dios también será un juez justo que juzgará a cada uno conforme a sus obras (AT Eclesiastés 12:14, NT Mateo 12:37, NT Romanos 2:9-10, 2:16, NT Colosenses 3:25, NT Romanos 2:16, NT Apocalipsis 20:12-33).
En pasajes donde también se nos asegura que de ningún modo hay injusticia alguna en Dios, la Biblia nos recuerda que no es sabio cuestionar a Dios, porque nosotros somos los injustos, no Él:
Salmos 50:16-17 |
¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: No tiene manos? (Antiguo Testamento, Isaías 45:9)
"¿Quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así? ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso ordinario? ¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria, es decir, nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles" (Nuevo Testamento, Romanos 9:14-124).
En segundo lugar, se debe tener en cuenta que otro principio bíblico es que las cosas espirituales deben compararse o acomodarse de acuerdo a las cosas espirituales reveladas en la propia Palabra de Dios (1 Corintios 2:13). En otras palabras, la Biblia explica que un pasaje del Nuevo Testamento bien puede explicar un pasaje del Antiguo Testamento, y viceversa, porque la revelación de las Escrituras es una revelación mutua y progresiva, según palabras de Jesús y los apóstoles (Mateo 13:17, Hebreos 1:1-2, 1 Pedro 1:10-12) que indicaron que los profetas antiguos recibieron el espíritu de Cristo, pero no conocieron todas las verdades fundamentales que hubieran querido saber, que sí nos fueron dadas a conocer a nosotros. Robert Creech (s.f.) lo explica perfectamente:
"Este concepto afirma que la revelación de Dios de sí mismo a los seres humanos ha sido un proceso—una progresión. Durante siglos, hombres y mujeres que han encontrado a Dios en las historias bíblicas han llegado a un entendimiento cada vez más profundo sobre quién es Dios y cómo es Dios.
Así como el amanecer gradual nos permite ver continuamente más y más de lo que contiene una habitación, igual la revelación progresiva de Dios ha permitido que los seres humanos entiendan cada vez más la naturaleza, voluntad y modos de Dios. La verdad ha estado allí todo el tiempo, pero la percepción ha sido limitada.
Es igual con Dios. La comprensión de Dios del hombre progresó a través del Antiguo Testamento y hacia el Nuevo.
La revelación progresiva también puede entenderse en términos de la humanidad convirtiéndose cada vez más y más responsable hacia Dios por sus acciones. Un padre puede permitir a un niño más joven comportarse de cierta manera—incluso cuando ese comportamiento no es en definitiva la voluntad de los padres—porque el niño simplemente no conoce otra mejor manera. Más tarde, sin embargo, a medida que el niño crece y llega a ser más responsable, se imponen estándares más altos".
En tercer lugar, es necesario entender que aunque Dios no cambia, Él es omnisciente y sabe que el hombre, las sociedades y las personas sí cambian a través del tiempo, y que las necesidades, las posibilidades, los requerimientos, las condiciones y estilo de vida no son iguales de lo que eran hace 4,000 años en todas las regiones. Asimismo, aunque Dios tiene un propósito para cada cosa, no todas las cosas que Dios crea tienen el mismo propósito específico.
Fue el mismo Dios del Antiguo Testamento el que anunció que las cosas cambiarían en el futuro y no por nada fue el mismo Dios del Antiguo Pacto de Israel el que anunció la creación de un Nuevo Pacto con sus descendientes y el resto de la humanidad:
Fue el mismo Dios del Antiguo Testamento el que anunció que las cosas cambiarían en el futuro y no por nada fue el mismo Dios del Antiguo Pacto de Israel el que anunció la creación de un Nuevo Pacto con sus descendientes y el resto de la humanidad:
“He aquí vienen días, dice el SEÑOR, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No será como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos invalidaron, a pesar de ser yo su señor, dice el SEÑOR. Porque este será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el SEÑOR: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya nadie enseñará a su prójimo ni nadie a su hermano, diciendo: ‘Conoce al SEÑOR’. Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el SEÑOR. Porque yo perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:27-40).
El Nuevo Pacto que Dios anunció a la humanidad fue anunciado con la llegada del Mesías, que de acuerdo a una profecía del Antiguo Testamento, sería el mismísimo "Padre eterno" nacido como niño (Isaías 9:6) y estaría en medio de su propio pueblo como un buen pastor entre su rebaño (Ezequiel 34:11-12). Hay alrededor de 365 profecías del Antiguo Testamento que apuntan a la persona de Jesucristo o anuncian cómo Él mismo vendría. Jesús mismo dijo que su sangre sería la copa o inauguración de ese Nuevo Pacto que había sido anunciado (Mateo 26:28; Marcos 14:24, Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25), y al respecto, el Nuevo Testamento dice de Jesucristo:
"Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, por cuanto Él es el mediador de un mejor testamento, que ha sido establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primer pacto hubiera sido sin falta, no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque hallando falta en ellos, dice: He aquí vienen días, dice el Señor, cuando estableceré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto: Porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo los desatendí, dice el Señor. Porque éste es el pacto que haré con la casa de Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus mentes, y sobre sus corazones las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo: Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor: Porque todos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor. Porque seré propicio a sus injusticias, y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más. Y al decir: Nuevo pacto, da por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está a desvanecerse" (Hebreos 8:6-13).
El Antiguo Pacto de Dios con Israel, bajo el liderazgo de Moisés estaba basado en "la ley de Moisés" , pero el mismísimo Moisés también había anunciado que llegaría un momento en que Dios levantaría a otro líder a su pueblo.
"Un profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará el SEÑOR tu Dios; a él oirán" (Deuteronomio 18:15; cf. Hechos 3:22)
"Un profeta como tú levantaré de entre sus hermanos, y pondré Mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que Yo le mande. 'Y sucederá que a cualquiera que no oiga Mis palabras que él ha de hablar en Mi nombre, Yo mismo le pediré cuenta" (Deuteronomio 18:18).
A pesar de que muchos pasajes del Antiguo Testamento contienen los mismos principios morales y espirituales que en general seguimos los cristianos, los mandatos civiles de la ley judía de Moisés sin duda eran muchos distintos en la práctica a los mandatos que Cristo dejó a los cristianos en los Evangelios. Eran precisamente más severos, y con juicios más duros e inmediatos. Mientras que el Nuevo Pacto estaba más lleno de perdón y gracia a través de los méritos de Cristo, pero no de forma laxa, sino, aún buscando la erradicación de la maldad o el pecado y la restauración de la vida.
Los dos pactos fueron distintos porque cada uno tenía un propósito distinto, aunque complementario: el Antiguo era para exponer la trasgresión y la culpa del hombre, su necesidad de libertad, su insuficiencia sin Dios y la necesidad de una promesa de libertad, el Nuevo vino para cumplir esa promesa, otorgada por gracia para dar vida.
Los dos pactos fueron distintos porque cada uno tenía un propósito distinto, aunque complementario: el Antiguo era para exponer la trasgresión y la culpa del hombre, su necesidad de libertad, su insuficiencia sin Dios y la necesidad de una promesa de libertad, el Nuevo vino para cumplir esa promesa, otorgada por gracia para dar vida.
"Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo" (Juan 1:17).
"Si se hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido de la ley. Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen. Y antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser revelada. De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por la fe. Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo" (Gálatas 3:21-25).
"Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos. Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor" (Romanos 5:19).
"Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; 20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. La justicia es por medio de la fe. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3:19-24).
"El cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida" (2 Corintios 3:6)
"Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo : enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu" (Romanos 8:2).
"Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente; porque: El justo por la fe vivirá, y la ley no es de fe, sino que dice: El hombre que las hiciere, vivirá en ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque escrito está: Maldito todo aquel que es colgado en un madero), a fin de que la bendición de Abraham viniese sobre los gentiles a través de Jesucristo; para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu" (Gálatas 10:3-14).
"Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia" (Romanos 6:14).
Por todo lo expuesto, podemos concluir que la Biblia es un libro unificado y aunque hay diferencias sustanciales en la práctica los dos testamentos, en muchos sentidos son complementarios teológicamente y mutuamente explicativos. El Antiguo Testamento es fundacional y en él Israel es tomado como ejemplo, y el Nuevo Testamento es en gran parte explicativo y de los significados profundos del Antiguo, y en él, el mundo entero es llamado a ser pueblo de Dios. El Antiguo Testamento contiene muchas profecías que se cumplieron en el Nuevo. El Antiguo establece principios que son ilustraciones del Nuevo.
Si bien es cierto que en el Antiguo Testamento se muestra gran parte de la ira y el juicio de Dios contra la maldad, cualquiera que lo lea por completo podrá encontrar pasajes en los que Dios da muestras intensas de compasión y amor por la gente, mientras que cualquiera que lea el Nuevo Testamento por completo también podrá encontrar que, aunque éste refleja en gran parte la gracia y el amor de Dios hacia los pecadores, también hay muchas partes que anuncian un duro juicio e ira de Dios contra el pecado y la más .
"¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obra:
A los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación.
Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego; pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al judío primeramente, y también al griego. Porque en Dios no hay acepción de personas. Pues todos los que han pecado sin la ley, sin la ley también perecerán; y todos los que han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados" (Nuevo Testamento, Romanos 2:4-12).
Bibliografía
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Morreall & Sonn (2011). The Religion Toolkit: A Complete Guide to Religious Studies. West Sussex. John Wiley & Sons.
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