miércoles, 23 de mayo de 2018

Cómo amar con el amor de Dios (1 Corintios 13)


Cómo amar con el amor de Dios (1 Corintios 13)


1. Sé paciente: recibe los males y sufrimientos sin devolver ningún mal a cambio, con calma y con tranquilidad, sin expresar nada malo, sin importar cuánto tiempo tenga que pasar antes de que termine, dispuesto a esperar mucho tiempo antes de que termine. Nunca actúes con precipitación o imprudencia, sin con paciencia. Trata a los demás con la misma paciencia que quieres que Dios te tenga.

2. Sé bondadoso: sé benigno en todas tus acciones y en todo tu carácter; se amable, sé útil y haz el bien a todos sin esperar nada a cambio; no seas grosero con nadie; trata bien a todos, con sumo respeto; honra a todos. Nunca seas insolente. Actúa con amabilidad. Trata a los demás con la bondad que quieres que te traten.

3. No envidies: no quieras quitarle lo bueno a nadie; no te molestes. Alégrate cuando a otras personas les va bien; no te irrites cuando a otros les va bien y a ti te va mal. Da gracias a Dios por lo que otros tienen y da gracias por lo que tú no tienes, sabiendo que Dios te suple todo lo que necesites. Actúa con generosidad. Alégrate por las bendiciones de tu prójimo, así como quieres que los demás se compartan tu sentir cuando a ti te va bien.

4. No te jactes: no seas engreído, no te creas ser más importante que otros, no te auto-gloríes (no presumas de tus logros ni hables de ellos en público), ni seas orgulloso. No tengas una opinión más alta de ti mismo de lo que simplemente eres: una obra de Dios, en las manos de tu Creador. No confíes en tu propio entendimiento, ni dependas de tus propias habilidades, ni piensas que tú eres el que tiene la razón en todo. Reconoce a Dios como la fuente de todo lo bueno; se humilde en reconocer que todo lo bueno que recibes es por su gracia, no porque lo merezcas o porque seas muy inteligente. El amor es humilde y lleno de sencillez; no pidas un desfile ni una presentación ni aplausos; actúa y luego retírate, prefiriendo el anonimato. Actúa con humildad. Así como no quieres que otros se jacten ante ti, tú tampoco te jactes ante nadie.

5. No te envanezcas: no malgastes tu tiempo en cosas sin valor y en asuntos sin utilidad; no participes en pláticas vanas ociosas en las que se especula, se habla o se indaga sin bases y sin ninguna buena intención. No dejes que tus palabras o tus acciones terrenales te hagan enfocarte en las cosas terrenales que pasarán: fija tu mirada en las cosas celestiales y eternas. Ten sabiduría. Actúa con entendimiento. Así como no quieres que otros sepan de ti algunos errores y cosas en los que caíste, no estés indagando en los errores de tu prójimo.

6. No hagas nada indebido: nunca causes daños ni perjuicios a nadie; nunca te comportes de forma indecorosa, irrespetuosa, inapropiada o indecente. Aléjate de toda lo morbosidad (la tendencia hacia lo desagradable, lo privado, lo cruel o lo prohibido). Siempre respeta las reglas sociales justas que se deban seguir, haciendo las cosas en orden.
Actúa con responsabilidad moral, atendiendo tus obligaciones y trabajando en tus deberes en toda circunstancia. Ten amor y afecto por la propiedad en la sociedad. Sé educado y atento con tu prójimo; nunca grosero. Actúa con cortesía. Como no quieres que lo otros hagan cosas indebidas contra ti y respeten los limites ajenos, tú tampoco hagas cosas indebidas a tu prójimo.

7. No busques lo tuyo: no seas ensimismado ni egocéntrico, no pienses tu propio placer, ni te enfoques en ti mismo, o en tu propio bienestar a costa del bien común o de la Palabra de Dios. No quieras acaparar las cosas buenas; siempre busca el bienestar común o colectivo, cuidando de tu prójimo, pensando también en los gustos de los otros, considerando las necesidades de los demás y siendo altruista y caritativo. Sólo busca hacer el bien de los demás y tratale con mayor estima que a la propia. Actúa con empatía. Como quieres que consideren tu punto de vista y tu sentir, también considera la condición de otros.

8. No te irrites: no te dejes provocar un mal humor, no te exasperes, ni reacciones con enojo con facilidad, no dejes que tu enojo cambie tu temperamento o tu forma de actuar en alguien agresivo, gruñón, amargo, áspero, lejano o aislado. La gente se molesta cuando pierde el control de alguna situación, pero tú no te molestes por cosas terrenales que pasarán; no levantes la voz ni grites a nadie, no ofendas pensando sólo en lo que te pasa a ti o en algo que ocurre contra tu voluntad; no actúes con intolerancia, no tengas falta de respeto ni con falta de consideración por otros. Pasa por alto las ofensas y los agravios cometidos contra ti u otros. No contestes mal; contesta suavemente lo que sea necesario y de forma calmada. Ten dominio propio de tus emociones. Escucha y comunícate. Ora por aquellos que te causan el malestar. A nadie le gusta estar cerca de alguien con mal humor. Actúa con templanza. Como no quieres que actúen de esa forma contigo, no actúes de esa forma con nadie.

9. No guardes rencor: no retengas tus sentimientos contra los que te han hecho mal; no tomes en cuenta el mal recibido, no mantengas un registro de las ofensas de otros; no retengas la culpabilidad de los demás; no te quieras desquitar ni tomar represalias. Ora por el bienestar de tus enemigos, haz el bien a quienes están o han estado en tu contra; haz el bien a quienes te han ofendido. No te bloquees contra ellos. Honra y respeta a quienes te han causado agravios, no recordando el mal que te han hecho, no hablando de ello, ni hacia ellos ni hacia otras personas. Actúa con perdón. Así como quieres que otros olviden las ofensas y errores que cometiste y no te los estén recordando, deja totalmente en el pasado el mal que otros cometieron ante ti.

10. No te alegres con lo injusto: no te permitas de ninguna forma disfrutar de cosas malas; no encuentres placer ni te sientas cómodo haciendo nada indebido; nunca te diviertas con la iniquidad, ni con bromas pesadas, ni con entretenimiento pecaminoso en ningún sentido, ni tú lo hagas ni te alegres cuando otros lo hagan. Se santo, limpio, en tu corazón y en tu pensamiento. Que no te divierta ni te cause risa ni simpatía la conducta impía como la ofensa, la perversión sexual, el menosprecio hacia otros, la burla sobre el sufrimiento de otros, la crítica de la inteligencia o al valor de otras personas. Actúa con integridad. Así como no te gustaría que se alegraran de cosas que te ofenden, jamás te alegres de las cosas que ofenden a otros o a Dios.

11. Alégrate con la justicia: gozate o regocíjate con todo lo que es correcto. Deleitate en la ley moral de Dios, en el estándar de santidad del Señor; disfruta de las acciones justas, de los buenos frutos y siéntete feliz con la verdad. Anima también a los demás haciendo justicia; no des con tristeza ni por mera obligación, sino con agradecimiento en tu corazón. Nunca te apenes de la justicia, ni tengas miedo de hacerla o decirla. Actúa con justicia. Así como te gustaría que los demás se alegren cuando otros te hacen cosas buenas, alégrate tú cuando se hace lo que es correcto en toda situación.

12. Súfrelo todo: ten longanimidad todo el tiempo; actúa con tranquilidad siempre, dispuesto a sufrir todo tipo de males sin devolver mal por mal, siguiendo el ejemplo mismo de Cristo. Vence el mal con el bien. Consciente de que las ofensas, calumnias, críticas y agravios vendrán, sufre todo agravio sin resistir al hombre malo. Pon la otra mejilla, al que te quite, no le reclames, al que te quite la capa, dale la túnica, camina la segunda milla ante el que te obliga a caminar. Haz doblemente el bien a tus enemigos. Actúa con longanimidad. Como te gustaría darte cuenta de tus agravios por medio de la carga de consciencia y no por la rebelión ni la dureza, procura que los demás se den cuenta de esa forma y ora por ello.

13. Créelo todo: Cree en todo lo que afirma o niega la Palabra de Dios y no pone en duda nada que ha sido claramente establecido por Dios. Siempre confía en Dios y siempre tiene fe, en conformidad con el mandato de Dios. En toda circunstancia, recuerda que Dios tiene la autoridad por encima de todo, el control de todo en aquellos que le buscan con diligencia, cree que todo es posible para Dios, y que todo se puede en Cristo para bien porque Él nos fortalece. Ten la certeza de que no hay nada imposible para Dios y de que Él puede hacerlo todo. Entiende que todo tiene solución en Dios y todo lo bueno puede ocurrir y cambiar en adelante con la ayuda de Dios. El amor es despreocupado (easy-going). No es movido por torrentes de agua; es inafectado porque está preparado. Actúa con fe. Así como quieres que Dios reconozca tus motivos, tu amor y tu fe (que crea en tus palabras y en tu corazón), tu debes reconocer todos caminos, todas sus palabras y todo lo que es propio del corazón de Dios.

14. Espéralo todo: Siempre ten la esperanza de que ocurran cosas buenas y de que vendrá lo que Dios ha prometido. Estáte preparado a que ocurran persecuciones tribulaciones y dificultades, pero al mismo tiempo, sabiendo firmemente que todo saldrá bien para aquellos que tienen en el amor de Dios. Ten la expectación de que todo lo que Él prometió vendrá y nunca fallará. Ten la plena confianza de la buena voluntad, agradable y perfecta, y los planes buenos que Dios tiene para todo, sin importar las circunstancias temporales. Dios espera lo mejor del amor y la confianza de sus hijos. Así como tú esperas que tus amigos y familiares confíen en que tú tienes buenas intenciones y que les amas y haces las cosas por su bien, tú debes hacer lo mismo hacia Dios siempre y tener buenas expectativas, pase lo que pase. Actúa con confianza. Así como tú estarías dispuesto a hacer todo lo bueno por los que más amas, debes esperar que Dios haga lo mejor por la humanidad, a quien amó hasta la muerte.

15. Sopórtalo todo: Aguanta todo tipo de circunstancias adversas, dolorosas, permaneciendo igual de vivo. Se comporta de manera paciente y tranquila a través del sufrimiento, las críticas o las calumnias. Sabe tolerar las cosas que le resultan desagradables: no pierde su alegría ni su vitalidad a pesar de que hay alrededor que no consciente ni aprueba. No se deja afligir por ellas. No se anda quejando, ni expresando sus protestas o sus reclamaciones contra todo lo que no le parece; no expresa resentimiento sobre las cosas que le son adversas. Cubre las faltas en busca de afecto y amistad; no anda divulgando lo malo que actúan los demás, sino que perdona los males cometidos en contra. Actúa con gratitud. Así como no quieres de que divulguen o publiquen las cosas malas que se han hecho o permitido sin tu lo quieras, tampoco te andes quejando de todo lo que el Señor permite que vivas en este mundo: confía y ora para que cambie la situación.

16. Nunca dejes de amarNunca dejes de lado el amor como regla principal de vida; persevera hasta más allá de la muerte; hasta la eternidad. Insiste en amar sin importar que los demás no amen, busca diligentemente cómo amar sin esperar nada a cambio de la gente. Nunca tires la toalla ni te des por vencido. Continúa en el amor en tiempos de enfermedad, tribulación o dificultad al igual que en tiempos buenos; se estable a inamovible en tu decisión de amar; no dejes que se apague tu amor; no dejes que nunca deje de ser, que nunca falte y que nunca falla. No seas inconsistente con tu profesión de fe. Siempre se congruente y sincero entre lo que predicas y lo que haces. Deja la hipocresía. Ama sin reservas. No dejes de orar y de comunicarte con Él. Actúa con consistencia. Aquél que quiere tener una relación íntima y personal contigo. Como quieres que Dios y tus amados no te dejen de amar, tú tampoco dejes de amar.

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