Leyendo mensajes de un grupo de WhatsApp surgió el tema de las emociones y Dios. Comentaba, una hermana querida que ella solía llorar mucho durante la oración, hasta que se le dijo que no expresara tanto sus emociones, que se enfocara en la obediencia y no expresara tanto sus angustias cuando estuviera orando. La idea es que estaba exagerando.
Alguien discrepó sintiendo que su comentario se sentía legalista. Pero surgió un tema legítimo. La expresión de nuestras emociones y nuestros sentimientos ante Dios. ¿Será que Dios quiere que escondamos o reprimamos nuestras emociones cuando estamos orando? ¿o será que Dios quiere las expresemos? ¿será que hay una manera "correcta" o "incorrecta" de expresarlas?
Habiendo sido parte de iglesias de distintas denominaciones, la verdad es que este es un tema del que se tiene que hablar. A veces se habla, pero a veces se regaña y se legaliza. Cuando estaba con los bautistas, se nos enseñaba a no expresar tanto nuestras emociones, y se veían con malos ojos a quienes lo hacían; (los comentarios negativos lo daban a conocer). Por otro lado, cuando estaba con los pentecostales, empecé a escuchar gente que animaba a todos a expresar ciertas emociones, aunque no les naciera o no lo sintieran, y se veía con malos ojos a quienes no lo hacían.
Hermanitos, la Palabra de Dios nos guía mucho respecto a esto y primeramente nos llama al amor, y a ser genuinos. Algo que nos muestra la Biblia es que cada uno de nosotros puede pasar por un proceso distinto a veces y por distintos momentos (Eclesiastés 3). ¿O acaso no han leído que todo tiene su tiempo?
"Tiempo de llorar
y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo
y tiempo de bailar,
5 tiempo de esparcir piedras
y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar
y tiempo de abstenerse de abrazar,
6 tiempo de buscar
y tiempo de perder,
tiempo de guardar
y tiempo de tirar,
7 tiempo de rasgar
y tiempo de coser,
tiempo de callar
y tiempo de hablar,
8 tiempo de amar
y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra,
y tiempo de paz".
Cuando por primera vez me acerqué a una iglesia cristiana, me encantó la atmósfera de adoración, y la emoción de adorar a Dios sin idolatría, de forma genuina. Pero luego empecé a notar que siempre se animaba a que todos mostraran un júbilo y una adoración con gozo y con alegría, cuando yo en la Biblia leía del afligido Job y de otros profetas angustiosos. No conocía a Dios ni conocía su Palabra.
Comencé a buscar a Dios mucho más en serio, y seguí el consejo de pastores que me hablaron por primera vez del Evangelio con arrepentimiento, y ellos me hablaban de expresar angustia, una especie de oración "dolorosa" que mostrara que estaba compungido por el pecado. Así que oré por mucho tiempo pensando que el estado normal de la oración era con angustia. Y aunque Dios me guiaba y me sostenía, ahora entiendo que lo mejor hubiera sido que me enseñaran a que el arma de la oración es, "sobre todo, tomando el escudo de la fe" (Efesios 6:16), cosa que Jesucristo mismo también nos enseñó (Mt. 17:20, 21:22, Mc. 9:23, 11:22, 11:24, Lc. 1:37, 8:50, Jn.14:12-14).
Cuando yo me arrepentí, y confesé a Dios mis pecados, pidiéndole perdón, yo viví lo que manda la Biblia a los pecadores de doble ánimo que se acercan a Dios, orando en aflicción, lamento y lloro (Santiago 4:8). Puse mi fe en Cristo y su obra suficiente y perfecta en la cruz, y fue por gracia por medio de la fe que Dios me dio esa noche una paz que en verdad sobrepasa todo entendimiento. Sentí una paz que es literalmente como Él dijo: fuera de este mundo. Supe incluso que podría morir esa noche y estar en paz; ya no tendría miedo de morir, porque sabía que estaría con Dios: ¡Cristo ya había pagado todos mis pecados y me había limpiado! ¡Aleluya!
Sin embargo, después de un tiempo, yo iba en oración a Dios y quería seguir angustiado y llorando, pero ya no me salían las lágrimas. Pensé que algo malo habría con eso. Y uno empieza a escuchar las voces de la religión: de qué aquellos que no estén agonizando en oración quizá se han vuelto demasiado tibios o quizá han perdido la pasión y el amor.
Dios conoce los corazones de cada uno. Aunque es el caso de algunos, que están entonces llamados a regresar a su primer amor, la Palabra del Señor también nos recuerda que Él convierte nuestro llanto en alegría, y nuestro lamento en baile. Por lo tanto, no siempre uno se va a sentir igual, ni tampoco debe imponer a los demás a que todos tengan la misma experiencia en la iglesia. ¡Al contrario! La Biblia enseña que uno debe empatizar con el sentimiento del otro, ante Dios y con Dios (Ro.12:15).
Pero cuando estamos a sólas en oración a Dios, se trata de ser genuinos. Nadie me ve cuando estoy en mi lugar secreto: es sólo Dios y yo, se trata de ser abierto, franco, y honesto ante mi Padre. A Dios no le gusta la hipocresía (no se trata de poner otra cara distinta a la que tenemos).
Obviamente, que Él nos pide el requisito mínimo de respeto o reverencia, y humildad. Pero Dios no desprecia al corazón contrito y humillado (Sal. 51:17). Al único que mira desde lejos es al altivo, al arrogante (Sal. 138:6). Pero los que son pobres en espiritu, los que reconocen su autosuficiencia ante Dios, ven el reino de Dios (Mt. 5:3).
Por lo tanto, no es sabio que comparemos nuestra propia experiencia con la de otros (2 Cor. 10:12) porque cada uno de nostros puede estar en un tiempo distinto o en un proceso distinto, y hay dos versículos que nos abren los ojos respecto a este tema:
Salmo 55:22, "Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo".
1 Pedro 5:7, "Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros".
Comparto esto porque precisamente era el tema del debate. Pero ante nuestro Padre nosotros debemos tener la fe de que podemos expresar abiertamente y con humildad y respeto todo nuestro pesar y nuestras emociones, todos nuestros sentimientos necesitan exponerse a su luz: sean sentimientos de culpa, ansiedad, insatisfacción, miedos, disgustos, descontentos. Dios puede ayudarnos a sobrellevar todo esto, si lo llevamos a los pies de Cristo.
Otro tabú entre los cristianos son los miedos, las dudas, las inseguridades, falta de esperanza. ¿Nos prohibe Dios hablar de esto ante Él? No. La fe no significa que esos pensamientos no pasen por la cabeza, porque todos los hombres somostentados en algún u otro momento. La fe es la convicción de las cosas que no se ven; significa que aunque esos pensamientos se sugieran aquí o allá en este mundo, yo decido no retenerlos, decido no aceptarlos, decido no creerlos, decido no entregarme a ellos, no los creo, aunque me estén tocando la puerta o rondando por aquí o por allá, estos serán derrumban con los argumentos de la verdad: de la Palabra, y haré que mis pensamiento se sujeten a la verdad de Cristo.
La Biblia en inglés dice, "Cast all your worries", "Cast all your anxiety... upon Him". En español dice "ECHAR sobre Él", y el verbo aquí "echar" o "cast", significa hacer que algo aparezca, traerlo a la superficie, exponerlo desde la oscuridad a la luz. Es exactamente lo contrario que reprimir.
¿Se enoja acaso un Padre cuando su hijo le confiesa sus miedos y va llorando hacia Él? Hermanos, ¡no seamos legalistas! ¡Él es el único que de hecho nos puede comprender y escuchar y entender lo que sentimos plenamente! ¡Él es el único que puede recibirnos tal y como somos, aún con lo que hemos hecho o dicho, aún con nuestras deudas, faltas, o equivocaciones! Dios conoce nuestros corazones. Por supuesto que el que se hace orgulloso y el que se cree muy justo o sabiondo, el que activamente le rechaza en incredulidad, no está actuando de forma acepta o agradable ante Dios.
Pero recordemos que Él es el único que nos acepta como somos y con las cosas negativas que sentimos: si vamos a Él en sinceridad y humildad, Él no nos echa fuera, porque a todo aquél que viene a Él, el Padre le ha enviado, y todo aquél que invoque su nombre será salvado. Recordemos que en donde está el Espíritu de Dios hay libertad: libertad de expresarse, y libertad verdadera, no esclavitud, ni espíritu de miedo (1 Juan 4:18; 2 Timoteo 1:7). A. W. Tozer, señalaba en su libro "And He Dwelt Among Us" una verdad fundamental: Dios conoce lo peor de ti, y aún así, te ama mucho más que todos los demás.
Hagamos como Ana, que derramaba su corazón ante el Señor expresando todo lo que sentía (con su vergüenza, burla y humillación) y no lo callaba: ella expresó lo que le incomodaba sobre su situación. Si se sienten avergonzados, exprésenlo ante Dios. Si se sienten sumamente felices, exprésenlo a Dios. No conozco un sólo Salmo que hable de reprimir nuestra emoción. Por su puesto que hay momentos, lugares, en los que se nos da el consejo de no hablar apresuradamente delante de Dios para escuchar (Ecl.5:2); e incluso hay momentos de incluso estar quietos ante el Señor y reconocer que Él es Dios (Salmos 46:10). Pero hay momentos en los que es tiempo de correr hacia Él en nuestro lugar secreto de oración. "Torre fuerte es el nombre del SEÑOR; a él correrá el justo, y será levantado" (Proverbios 18:10).
Es importante escuchar lo que Dios te dice a ti personalmente, y actuar, pero no legalizarlo. Si el Señor te muestra algo específico acerca de tu situación, es necesario atender, y actuar con fe. Como Moisés, que aunque era un hombre de noches y días de oración, que había pasado tiempo clamando y tiempo en oración, llegó un punto en que el pueblo perseguido tuvo miedo, y estando frente al mar rojo, ya no sabía cómo salir, así que Moisés se arrodilló a clamar a Dios, pero Dios le dijo: "¿Por qué clamas a mí? · Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo" (Éxodo 14:16), como diciendo: ¡hijo, ya clamaste, ya te hice una promesa, ¡ahora actúa! Eso es muy específico de Dios en algunos casos, pero no generalizemos.
No escondan sus emociones ante el Señor, no escondan su dolor, su sentimiento de culpa, su tristeza, dolor, su aflicción, su confusión, sus preguntas, si es que las tienen. El gozo del Señor es un fruto que el Espíritu Santo promete darnos, pero Cristo también nos dijo que en este mundo tendríamos tribulación, aflicción, problemas, y hasta tropiezos. Pero cuando vengan, expónganlos ante la luz del Señor; no seamos como Adán y Eva que escondían su vergüenza detrás de hojas de higuera. Esconder tu ansiedad o esconder tus inquietudes ante el Señor no es conveniente, te aflige psicológicamente y hasta puede desvocar en dolor físico.
No estamos para agradar a las personas, pretender o ponernos una máscara de perfección y pretender que estamos sintiendo todo lo bueno cuando no es cierto. A Dios le gusta la franqueza y la honestidad mucho más que la hipocresía. Dios ve con desagrado la hipocresía. Así que no nos guardemos piedras en el zapato que luego se conviertan en lozas sobre nuestras espaldas.
¿Le esconde la novia, a su novio, lo que le inquieta, si le ama? Hay veces que debemos ser muy honestos y francos ante el Señor y derramar nuestros corazones ante a Él. Como David, quien era conforme al corazón de Dios, y expresaba abiertamente sus angustias y sus inquietudes ante el Señor, cosa clara a través de los Salmos; mas con danza y júbilo tremendo cuando era tiempo de alabarle y lo sentía con honestidad. Recuerden a Jeremías, que llamaban el profeta chillón, o como Job que en medio de desgracias no tuvo cuidado de reprimir su tristeza y expresarse ante Dios:
“Por tanto, no refrenaré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y me quejaré con la amargura de mi alma” (Job 7:11).
Pero, sobre todo, sigamos el ejemplo de Jesús, que enfrentando la gran dificultad que venía sobre Él, no se retuvo de expresar su aflicción, su tristeza, ante sus hermanos y ante el Padre en el jardín o huerto de Getsemaní (Mateo 26:36-41). ¿Saben que Cristo nos ha dado ejemplo? Y piensen que a veces Él ni si quiera reprimía lo que le molestaba, como cuando se ponía en contra de la hipocresía de los escribas y fariseos, o la mercadería en el templo. Él mismo nos dijo que si tu hermano está pecando contra ti, lo hables primero a solas (Mt.18:15).
No les estoy llamando a sacar su ira ante los hombres. "Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Santiago 1:20); la ira de Cristo era divina, era justa, y Él era Señor del templo donde dio de azotes. Sin embargo se nos dice que si nos enfadamos, no pequemos, y no dejemos que el sentimiento se mantenga allí (Ef.4:26). Hay que sacarlo, hay que expresarlo ante Dios. Él mismo expresaba su sentir. Llegó a decir, "¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?" (Mt. 17:17)
Lo que digo es que ante Dios, no escondamos nuestras dolencias. Hay cosas que nos han molestado, no fácilmente, sino por mucho tiempo, sobre el mundo, sobre lo que cada quien sabe, o sobre lo que solo Dios sabe. La Biblia nos dice, "Si alguno de ustedes está afligido, que ore. Si alguno está contento, que cante alabanzas." (St. 5:13).
A veces esto es lo opuesto a lo que te ha enseñado la costumbre. Hemos aprendido, erróneamente, a que si estamos afligidos, nos ponemos una cara bonita, una máscara y aparentamos que nos sentimos bien... y eso no está bien. No queremos que en algún momento explota la olla de presión. Y, por otro lado, a veces estamos contentos, y nos lo callamos, u otros nos dicen que nos callemos, que no seamos tan efusivos, que no lo expresemos... y eso tampoco está bien. Hasta David cantaba y danzaba con sumo gozo para Dios, aunque eso fuera en la opinión del mundo una forma de rebajarse o no comportarse con la dignidad de un rey. ¿Y quién determina si se está exagerando o no? El hombre ve la apareincia pero Dios ve el corazon (1 Samuel 16:7)
Si tú arrepentido has recibido a Cristo; si tú haz creído en la obra de su perfecto sacrifico en la cruz como la obra suficiente para salvarte de tus pecados, Dios está contigo y ¿quién estará en contra de ti? Todos los que fuimos bautizados en Él por Él recibimos el Espírtu Santo en nuestra vida, y su Espíritu es el mismo poder que resucitó a Cristo de entre los muertos. Su Espíritu Santo tiene poder: por favor, no se escondan ante sus gigantes emocionales, mas enfréntelos con la fe de que Él los va a derrumbar.
Dios es el único refugio en donde podemos expresar lo que sentimos plenamente y Él puede quitar lo que sea negativo o lo que no sea conveniente. Pero dejémos nuestras inquietudes en el lugar más seguro. Él es el refugio más seguro.
Salmo 34:18 dice: "El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado".
Filipenses 4:6: "Por nada estéis afanosos; antes bien, en TODO, mediante oración y SÚPLICA con acción de gracias, SEAN DADAS A CONOCER vuestras peticiones delante de Dios". No las escondamos.
Mateo 11:28: "Vengan a mí TODOS ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso".
1 Corintios 1:27-28: "sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios".
2 Corintios 12:10: "Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".
Dios nos hizo con emociones por algo. ¿O acaso no han leído que el mismo que nos hizo de un cuerpo, y espíritu, nos dio un alma? El hombre es una trinidad y aunque hay emociones pecaminosas, el dejarse llevar por la carnalidad, por otra parte existen las luchas y las batallas emocionales contra esas luchas. Una cosa es dejarse llevar por el gigante o ponerse del lado del gigante, y otra cosa es enfrentar de frente al gigante, con el escudo de la fe, con la armadura de Dios, con la guía perfecta del Espíritu Santo. Son dos cosas diametralmente opuestas.
Como se ha dicho en un estudio de gotquestions.org, es necesario diferenciar las emociones de las acciones. "Todos sentimos emociones. Hay momentos en los que sentimos tristeza, dolor, frustración, emoción, alegría [y molestia]. Estos sentimientos son naturales y no son pecaminosos en sí mismos. Lo que puede ser pecaminoso es cómo actuamos con esas emociones. Las emociones son internas y no se dirigen contra las personas. La acción es externa y puede dirigirse positiva o negativamente hacia los demás".
La Palabra nos dice que "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;" (Ga.5:19-21). Esas son cosas que desagradan a nuestro Dios.
Pero así como Dios siente emociones, nosotros estamos hechos a su imagen y semejanza. A través de las Escrituras vemos que Dios siente gozo, tristeza, disgusto, abominación, molestia, e incluso una ira santa, en distintas situaciones. Los seres humanos sentimos cosas que Dios tampoco siente: miedo, angustia, ansiedad, sorpresa, nerviosismo, sentimiento de culpa, vergüenza, etc. Son el resultado de la caída, del pecado en el mundo, pero la buena noticia es que Dios lo quita y nos da fe y victoria por la sangre del cordero y su testimonio.
Cristo llevó todo mal en la cruz, Él era Dios y se hizo hombre, así que no tenemos a un Sumo Sacerdote que no se compadezca de nuestras debilidades ni nos comprenda, mas por el contrario: tenemos a un Señor y Salvador que en todo fue tentado como nosotros, aunque Él nunca pecó. Su sacrifico santo y perfecto, hecho por amor, cubre nuestras vergüenzas.
Ahora, la cuestión es tener la guía del Espíritu Santo que da el dominio propio, para expresar con libertad nuestro gozo, para controlar nuestras emociones, y para dejar nuestras aflicciones a los pies de Cristo. Pero recuerden que el mandato de Dios es amar a Dios con TODO nuestro corazón, con TODA nuestra alma, con TODO entendimiento, con TODA nuestra mente y TODAS nuestras fuerzas (Marcos 12:30 ). La Palabra TODO implica INCLUYENDO TUS EMOCIONES, sin reprimir aquellas que son agradables para Dios.
El alma es la parte del ser humano que comprende la mente y el corazón. El corazón tiene que ver con nuestros deseos, anhelos, afecciones, aficiones, motivaciones, emociones, sentimientos internos, intereses, gustos, pasiones internas y también convicciones morales. Sin embargo, evidentemente la Biblia no habla del corazón como un órgano físico sino como la parte inmaterial del alma que tiene sentimientos o emociones con voluntad propia. El corazón se relaciona con los propósitos y las intenciones internas que tiene un individuo (Hechos 8:22, 11:23). La mente, en cambio, tiene que ver con la forma en que el individuo tiene una explicación o trata de entender dichas intenciones: la forma de ver la vida y el mundo.
La Palabra de Dios dice en Gálatas 5:22-23: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley". Y estos frutos del Espíritu sí o sí están relacionados, no solamente con una decisión y una creencia, sino también a una emoción a la que el Espíritu nos guía.
Así pues, dejemos que Dios nos guíe en esta expresión de nuestras emociones, sanamente, con amor, con respeto y con humildad, pero con libertad; y que todo dentro de nosotros sea expuesto ante su luz en nuestras vidas, para que la luz de su Espíritu, por la gracia que Él nos concede, ilumine nuestras almas por la obra continua de Cristo y su poder en nuestras vidas.
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