domingo, 12 de marzo de 2017

El dolor de la prueba produce fruto

Wayne Watson, en su canción, 'A Beautiful Place', es honesto al expresar con palabras lo que muchos sentimos ante el dolor que tenemos en medio de las pruebas y tribulaciones:

"Si fuera por mí, debo admitir que si en mí estuviera toda la decisión,
oraría por buenos tiempos, por cielos azules y por la luz del sol, 
y con todas mis fuerzas evitaría cualquier tipo dolor..."



Jesús nos asegura que Él es la Vid Verdadera; Él es el árbol que verdaderamente nos lleva a la vida y a dar un fruto bueno y vivo. Él prometió que aquél que le sigue no verá la muerte, sino que tendrá la vida. ¿Qué significa esto? 


Pues bien, si alguna vez visitas un viñedo, aprenderás que el cultivo de la vida implica un trabajo esforzado que demanda mantener la vid en la forma adecuada para que dé el fruto esperado a su tiempo. La vid o parra da un fruto dulce y delicioso que es la uva, pero lo que algunos no saben es que la vid necesita ser atendida y podada cuidadosamente para que su fruto sea bueno.

Jesús nos dice que el Padre Celestial es el viñador, el que cuida, el que da, y el que hace la obra. Lo anterior nos lleva a darnos cuenta de la gran tarea que Dios Padre hace en Jesucristo, su Palabra, para que a través de Él nosotros llevemos fruto. Que el Padre sea el viñador significa literalmente que Dios está dando “la gracia” necesaria para que la vida fructifique. Dios se encarga constantemente de que todos aquellos que esperan en Él, terminen bien. Dios provee y siempre está atento a que los que le invocan y confían en Él, para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Lamentablemente, hemos crecido en un mundo postmoderno que enfatiza el papel de luchar la incomodidad y alcanzar la comodiad de forma rápida, pensando que todo será mejor será todo, cuanto menos molestias e interrupciones hayan. Tácimente, muchos creyentes han sido influídos por tal visión y piensan que porque estamos con Dios no tenemos que tener ningún tipo de incomodidad o sufrimiento, que nada nos puede doler, pues para eso está Dios que nos protege. Pero en el Evangelio, Jesús nos invita a darnos cuenta de que en realidad el dolor y el sufrimiento muchas veces vienen tomados de la mano del crecimiento. 

No significa que cuando algo el dolor, la escasez, o el sufrimiento venga, algo irremediablemente malo nos esté pasando. Tenemos una esperanza y un ayudador y sustentador en el Padre, que es quien nos cuida bajo el cuerpo de Cristo. Él es la vida; nosotros somos los pámpanos. Aunque sintamos que a veces las pruebas son duras y pesadas, debemos siempre recordar que tenemos un Dios que hace que todas las circunstancias trabajen para bien de aquellos que le aman. El hecho de que Él es la vid verdadera implica también que Él llevó primero que nada nuestros dolores en carne propia. Pero Él pasó por el sufrimiento de la cruz y luego fue resucitado por el Espíritu de Dios. Jesús es el ejemplo más claro de que el peor sufrimiento y dolor, puede ser seguido en en el plan de Dios de la mayor bendición que se pueda imaginar: la vida eterna. 

Hay muchos ejemplos bíblicos de que el buen árbol en el dolor y el sufrimiento termina produciendo un buen fruto. En una prueba tan tremenda como la que Job tuvo que pasar, él alabó a Dios, y Dios usó la circunstancia para mostrar a Job cosas de las que Él no se había percantado anteriormente, y terminó bendiciéndole mucho más de lo que fue al principio. Lo mismo pasó con Abraham, que después de la prueba con Isaac, fue bendecido con incontables generaciones de hijos en todas las naciones. Los mismo pasó con Daniel, que al ser echado en el foso, en vez de quejarse o cuestionar a Dios, "confió en su Dios", y por eso mismo fue librado y de bendición para el reino del rey Darío. Sadrac, Mesac y Abed-nego pasaron estuvieron en medio del fuego, pero fueron salvados de él. La viuda recibió a un hijo que luego vio morir; para luego ser resucitado. En medio de la cárcel, Pablo y Silas se alegraron de ser probados y levantaros cánticos y alabanzas a Dios, hasta que Él envió a ángeles a sacarlos de allí. 

El contraste es que en los momentos difíciles, los árboles malos y podridos, del mal fruto de su corazón sacarán lo peor de sí; como los Israelitas adultos que perecieron en el desierto por su corazón idólatra, desagradecido y quejumbroso ante aquél que los había sacado de las garras de la esclavitud. Debemos ser cuidadosos de no caer en los errores en los que ellos cayeron. Los árboles limpios sacarán lo mejor de sí después de días de invierno y tormentas.

Pero en tiempos de escasez en una tierra seca, o de tormenta en un mundo turbulento, Dios sigue teniendo planes para todos. Él nos prueba, nos prepara, nos capacita, y nos enseña para el futuro. ¿Le estamos escuchando? Él nos está podando para que demos más fruto y dependamos más y más de Él en todo. En medio de pruebas nos hace examinar nuestras vidas a la luz de su Palabra y Verdad. ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo estamos usando nuestro tiempo? ¿En qué o en quién estamos confiando? ¿En verdad creemos en lo que yo he dicho? ¿En verdad confiamos en lo que Él nos he prometido en las Escrituras?


Nuestra sociedad actual identificaría el sufrimiento de los problemas y el dolor con una situación mala, como cosas negativas, y siempre dignas de ser evitables. Pero Dios no nos encierra en una burbuja. Si Dios permite que cosas duras pasen sus hijos, es porque les ama y quiere que crezcan y aprendan; y si permite pruebas a los justos, es porque tiene preparado algo mejor para ellos, y quiere que confíen en Él, a pesar de todo. "Muchas son las tribulaciones del justo, pero el Señor lo librará de todas". A menudo Dios quiere que se manifieste lo que realmente hay en nuestro corazón y que se vea si en verdad le seguiremos amando y seguiremos confiando en Él cuando pasemos por el desierto. 

Los antiguos fueron puestos como ejemplos para nosotros. Aprendamos por ello que la experiencia del dolor no siempre va ligada al fracaso o a lo malo. Quizá lo es en su origen, pero en aquél que las cambia y les saca ventaja para bendición, terminan relacionandose con el crecimiento, la superación, y la perfección. Por eso Wayne Watson continúa así su canción:

"...mas con cada ráfaga de un viento violento, 
y con cada sombra oscura que viene, 
hay una mejor situación al seguir en el camino, 

en donde este rompecabezas cobra sentido después de todos, 
errores e infortunios vendrán y se irán, 
pero tratar y fallar no es una desgracia,
a veces un camino duro y rocoso puede llevarnos a un lugar hermoso.
¿Hay alguien que pueda negar que el Padre es el que sabe lo que es mejor?"



Un atleta que quiere superarse en su propia capacidad actual para poder ganar una carrera muy difícil, estará dispuesto mentalmente y físicamente a soportar toda la preparación necesaria para obtener su premio. Sabe que si quiere el premio, deberá esforzarse más, y ese esfuerzo estará ligado al dolor y al sufrimiento. Pero si el atleta sabe de qué premio se trata, no le importará el dolor que pueda llegar a sentir, sino que, más bien, se esforzará al máximo. Cuando el dolor viene, le dará la bienvenida, sabiendo que es el único modo en que podrá superar su propia debilidad. "¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?" (Job 2:10) 

Miles de gimnastas que levantan pesas, cuyo lema es "si no hay dolor, no hay ganancia"; saben que el dolor vendrá, y si el músculo que ejercitan no llega a su punto de quiebre doloroso en el entrenamiento, el músculo no crecerá. Por esto, cuando entrenan, se alegran del momento en el que sienten dolor. Al hacer ejercicio, cambian su dolor por una satisfacción y alegría, porque saben que después del dolor, vendrá el crecimiento. Su mente no está puesta en el dolor, sino en aquello que obtendrán en el futuro. 

Nuestro Dios, Padre Bueno, nos pide que aprendamos a hacer lo mismo nosotros al ejercitar el músculo de la fe. Cuando haya dolor, cuando estemos siendo podados, cuando se esté probando nuestra resistencia, cuando estemos siendo preparados para lo que viene, permanezcamos en la Vid que es Cristo. Aferrémonos a Él, agarrémonos de Él sostengámonos de Él, confiemos siempre en Él. Él es la Vida; nosotros somos las ramas. Estamos en sus manos, y Él no nos dejará. Confiemos.

"Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada" (Santiago 1:2-4, RV1960)

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