lunes, 8 de enero de 2018

El rol y el derecho de la mujer en la Biblia

En un mundo postmoderno en el que el machismo y el feminismo coexisten entre grupos de personas que defienden o se disputan sus posturas por causa de tradiciones y movimientos sociales a favor o en contra de una u otra perspectiva, es normal que muchos creyentes se pregunten qué es lo que dice la Biblia acerca de estas posturas sociales, que a veces son impuestas en algunos grupos religiosos sin tomar en cuenta el consejo completo de la Palabra. 


La equidad bíblica al valor del hombre y la mujer

Desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, los gobiernos modernos de las Naciones Unidas se comprometieron (al menos en la teoría) a defender el principio de que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, sin importar si son mujeres o varones.

Sin embargo, una de los primeros principios históricas de equidad entre el hombre y la mujer se halla narrado miles de años antes, en la Biblia, y es pronunciado en el libro de Génesis al hablar del tiempo de la Creación, del cual se nos dice:
"Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra" (Génesis 1:27-28)
Un hecho notable y poco conocido es que Dios mismo llamó con el mismo nombre al varón y a la mujer; la traducción Biblia dice:
"1 Este es el libro de las generaciones de Adán. El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. 2 Varón y hembra los creó; y los bendijo, y los llamó Adán el día en que fueron creados" (Génesis 5:1-2 RV 1960).
Es de considerar que la palabra "hembra" históricamente ha adquirido una connotación negativa  por asociarse desde el siglo XIX con animales de género femeninos, y desde el siglo XX con una forma despectiva de llamar a la mujer en países contemporáneos. Sin embargo, en el principio no era así. El texto citado muestra que de hecho Dios llamó "Adán" a los dos: al varón y a la mujer con el mismo término hebreo "’ā·ḏām" (אָדָ֛ם) que significa esencialmente "tierra" o "barro", así como "ser rojo" o "de piel morena".

Ahora bien, el primer momento en que la situación de equidad inicial empezó a cambiar fue con la caída, o el momento en que el pecado humano vino al mundo (el pecado es la desobediencia a Dios, o la maldad moral) y esto conllevó a sufrir una dura consecuencia tanto para el hombre (Génesis 3:19) como para la mujer. Como seguramente hemos oído, Adán y Eva habían sido puestos en el Jardín del Edén, hasta que, engañados por la serpiente, ambos comieron del fruto prohibido. La Biblia dice:
"11 Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? 12 Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13 Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí." (Génesis 3:11-13).
En este conocido pasaje, lo primero que vemos es que ninguno de los dos aceptó su propia culpa: Adán culpó a la mujer (con un cierto tono de reproche hacia Dios, quien le había dado a la mujer); mientras que Eva culpó a la serpiente. Luego de castigar a la serpiente, Dios prosiguió con un pronunciamiento de un castigo en que cada quien sufrió consecuencias por su culpabilidad:
"16 A la mujer dijo: —Aumentaré mucho tu sufrimiento en el embarazo; con dolor darás a luz a los hijos. Tu deseo te llevará a tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17 Y al hombre dijo: porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: “No comas de él”, sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3:16 RV1960)
Compárese con una traducción contemporánea de la Biblia.
"Después Dios le dijo a la mujer: —Te daré más trabajo y multiplicaré tus embarazos; y con todo y tu duro trabajo, tendrás también que dar a luz a los hijos. Desearás estar con tu marido, pero él te dominará a ti. 17 Luego Dios le dijo al hombre: Ya que tú obedeciste a tu mujer y comiste del árbol que yo te había prohibido, la tierra estará maldita por tu culpa. Tendrás que conseguir la comida por medio de duro trabajo, durante todos los días de tu vida (Génesis 3:16 PDT)
Se percibe que desde entonces la relación en la cual el hombre sobresale con mayor preeminencia, fuerza física y dependencia fue una consecuencia lamentable que con toda certeza se puede decir que NO era el propósito original de Dios en la Creación sino un castigo por el producto del pecado. No fue esto la única ni la última vez que el plan que Dios pensaba originalmente para el matrimonio no se llevó a cabo. Un hecho similar ocurrió con el divorcio: aunque Dios había dicho que el hombre al casarse sería "una sola carne" con su esposa, cuando le preguntaron a Jesús, ¿porqué Moisés dio permiso después de divorciarse?, explicando:
"Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras esposas; pero al principio no fue así." (Mateo 19:18 RVG)
Estos pasajes explican que, aunque Dios en realidad planeaba desde el principio planeaba una relación de equidad duradera de por vida en el matrimonio, el duro corazón de los seres humanos trajo como consecuencia una dirección que inicialmente NO era conforme a la voluntad de Dios inicial. 

Hoy es indiscutible que, por siglos, los hombres han dominado muchas áreas sociales más que la mujer y muchos hombres han tenido preeminencia sobre sus esposas. En muchas sociedades antiguas y aún en ciertos pueblos contemporáneos o familias tradicionalistas, la mujer ha sido minimizada, despreciada, maltratada y menospreciada, como alguien con capacidad intelectual inferior, sin derechos o con pocas consideraciones para el trabajo. El mismísimo Charles Darwin en su libro "El origen del hombre", defendió y popularizó la idea de inferioridad intelectual de la mujer.

Sin embargo, en medio de un caos social donde la mujer se consideraba por muchos "poco inteligente", desde tiempos antiguos Dios atribuyó a las mujeres un corazón generoso, habilidad para trabajar con las manos y un corazón lleno de capacidad (véase Éxodo 45:22-29). Evidentemente se hablaba de mujeres que voluntariamente habían querido servir con amor a Dios, una cualidad que no todas las mujeres ni todos los hombres tiene. Pero Dios también usó al hombre más sabio del Antiguo Testamento, Salomón, para honrar a la mujer creyente y atribuirle gran sabiduría (Proverbios 31). 
"La mujer sabia edifica su hogar, pero la necia con sus propias manos lo destruye" (Proverbios 14:1). 
Cuando Dios dice que la mujer sabia "edifica" su casa, cabe considerar que "edificar" se define como "fundar o establecer una entidad", o bien, "construir un edificio o cualquier otra obra cubierta para albergar personas", y "casa" en la Biblia también se refiere a la familia. Curiosamente, el mismo capítulo donde se escribe esto, Dios llama a todos a "levantar la voz por los que no tienen voz y defender los derechos de los desprotegidos!" (Proverbios 31:8)con lo cual podemos ver con toda claridad, que, si a las mujeres no se les da voz en la sociedad, y sus derechos no son considerados, Dios quiere defender sus derechos y quiere que todos los creyentes también los defendamos.

En el Antiguo Testamento, Dios proveyó leyes para proteger a la mujer en caso de quedar viuda (Deuteronomio 25:5-6); Dios respaldó, por medio de David, la decisión de una mujer creyente que se vio obligada a no hacer caso de la decisión inmoral de su esposo, con tal de actuar en la voluntad de Dios, y ésta tuvo que dejar de la voluntad de su esposo para hacerlo en ese caso específico (1 Samuel 25:1-38). Y también Dios a través de los profetas enseñó que la desigualdad socioeconómica (pobres, humildes), de género (viudas), generacional (huérfanos) e intercultural (extranjeros) es contraria a su voluntad (Is. 1:17-18, 23; 10:1-2; Jr. 7:5-7; 22:3; Ez. 22:7; Zac. 7:10; Mal. 3:5).

Cristo trató a las mujeres con una estima altísima y una consideración especial, sobresaliente por encima de cualquier otro profeta o líder antiguo. Incluso aunque las mujeres con las que Jesús trató no fueran creyentes o perfectas moralmente, aún así les mostró afecto, compasión, misericordia y una suavidad al tratar con ellas, como se ve en relatos de los Evangelios: por ejemplo, al tratar con la mujer samaritana (Juan 4), con la mujer adúltera que fue atrapada en medio del acto de la fornicación (Juan 7:53-8:11), la mujer que había padecido flujo de sangre por años (Mateo 9:18-26, Marcos 5:21-43, Lucas 8:40), la mujer encorvada a la que sanó en la sinagoga en día de reposo (Lucas 13:10-17), las dos mujeres que ungieron sus pies (Juan 12; Marcos 14), sus seguidoras y amigas cercanas Marta y María, hermanas de Lázaro (Lucas 10:38-42) y otras muchas mujeres que también le seguían, acompañaban y ayudaban voluntariamente junto a los doce apóstoles (Lucas 8:1-3). 

A lo largo del Evangelio, Cristo defendió el valor y la situación de todas éstas mujeres contra la condición de menosprecio con las que otros las veían, y reivindicó su valor, mostrándoles respeto e infundiéndoles confianza en Dios, a la vez que también les enseñaba a amar con el amor de Dios. Jesús dio su vida por todas ellas incluídas, y si Cristo trató así a las mujeres, cabe recordar que todos estamos llamados a seguir con disposición el ejemplo de Cristo en todo, pues la Biblia dice que si decimos creer en Él, debemos andar como Él anduvo (1 Juan 2:6).

Asimismo, el apóstol Pablo enseñó que todos los cristianos tienen una posición de equidad espiritual al ser herederos de las promesas de Dios sin distinción de género: 
"...Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús(Gálatas 3:28) 
Si todos los miembros, hombres o mujeres, son hechos todos partes del cuerpo de Cristo, todos heredan las promesas, todos tienen una importancia esencial y vital (1 Corintios 12:12-27) y también todos heredan la obligación de seguir el Nuevo Pacto, mismo que nos dice que "...la justicia de Dios [es] por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción;" (Romanos 3:22)

Dios dijo que en los últimos días, las mujeres también serían llenas del Espíritu de Dios: 
"Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días" (Joel 2:28-29)
Este momento se inauguró en el Día de Pentecostés, época desde la cual todos los primeros seguidores de Jesús (incluyendo María y las muchas otras mujeres que eran parte de los tres mil) fueron llenas del Espíritu de Dios. La Biblia también dice que la promesa de que Dios nos llenaría de su Espíritu y estaríamos con Él, es para todos (hombres y mujeres, jóvenes y ancianas, de toda tribu, lengua o nación: 
"Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros descendientes, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare(Hechos 2:39).   
"Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos" (Apocalipsis 7:9)  
"Porque en Dios no hay acepción de personas" (Romanos 2:11)  
"Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto. 36 El mensaje que El envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo, que El es Señor de todos" (Hechos 10:34-36)
El rol de la mujer como congregante

En el tiempo de Pablo, algunas mujeres (al igual que algunos varones), no tenían un buen control y orden dentro de sus iglesias. En una de sus cartas, Pablo lamentaba que habían viudas jóvenes que estaban aprendiendo “a ser ociosas… y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran” (1 Timoteo 5:13). No sólo esto, sino que habían personas que manipulaban a las “mujeres débiles” en la fe (es decir, mujeres con poca fe), las cuales se dejaban “llevar por toda clase de pasiones” (2 Timoteo 3:6)Por esto, Pablo escribió a Timoteo que él no permitía a esas mujeres hablar desordenadamente, y pidió que ellas permanecieran aprendiendo calmadamente cuando todas las familias se reunían: 
9 Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos; 10 sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad. 11 Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. 12 Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. 13 Porque Adán fue creado primero, después Eva. 14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión” (1ª Timoteo 2:11-12, BLA).
Este pasaje ha sido usado por líderes religiosos para argumentar precepctios que han tenido las sociedades a través de los tiempos. Sin embargo, es una porción de la Escritura que también se ha interpretado de formas distintas. Lo que el versículo prueba en definitiva es que Pablo no permitía a las mujeres de la iglesia de Timoteo el tener la función de pastorear o tener autoridad como líderes dentro de la Iglesia de Timoteo. Sin embargo, el siguiente capítulo de la carta (1 Timoteo 3) también restringe a muchos hombres de participar como líderes de la iglesia, lo que prueba que esta orden no es meramente una cuestión de género sino de roles en la Iglesia. 

Muchos teólogos reformados como los bautistas y luteranos (entre otras iglesias protestantes) tradicionalmente han interpretado el pasaje anterior como un precepto bíblico que básicamente establece que las mujeres no deben ser las "líderes principales" o pastoras (en general, esto se basa en la premisa de que la primera carta a Timoteo no sólo era para esa iglesia y esa época, ni por postura de Pablo, sino un modelo general de cómo debe ser las congregaciones).  Ciertamente Pablo restringió a las mujeres de servir en roles de autoridad espiritual sobre otros hombres dentro de la congregación. La predicación, enseñanza o autoridad espiritual sobre otros hombres varones adultos, por orden paulino, es dada solamente a varones entregados a Dios meticulosamente seleccionados, esposos de una sola mujer. 

Según esta interpretación, esto no quiere decir que la mujer, los jóvenes o los otros hombres queden relegados o descalificados para tener algún servicio o función en la congregación. Tampoco quiere decir que sean menos importantes, sino que simplemente es un modelo que Dios quiere que sigamos para que haya orden establecido donde cada quien tenga un papel específico que siga el ejemplo de las iglesias del primer siglo. Quienes sostienen este punto de vista, insistirán en que hay otras funciones que las mujeres y los demás hombres deben desarrollar por igual. ¡Ojo! Aún si se acepta esta postura, hablamos de funciones, no de posiciones; hablamos de papeles, no de jerarquías. ¡Ya vimos que la Biblia establece claramente que ninguno es más importante que otro!, porque todos (sin distinción de si somos varón o mujer) somos un cuerpo en Cristo con miembros que tienen el mismo valor: 
"12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. 13 Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu. 14 Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15 Si el pie dijera: Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo, no por eso deja de ser parte del cuerpo. 16 Y si el oído dijera: Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo, no por eso deja de ser parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo fuera oído, ¿qué sería del olfato? 18 Ahora bien, Dios ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó. 19 Y si todos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? 20 Sin embargo, hay muchos miembros, pero un solo cuerpo. 21 Y el ojo no puede decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No os necesito. 22 Por el contrario, la verdad es que los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios; 23 y las partes del cuerpo que estimamos menos honrosas, a éstas las vestimos con más honra; de manera que las partes que consideramos más íntimas, reciben un trato más honroso, 24 ya que nuestras partes presentables no lo necesitan. Mas así formó Dios el cuerpo, dando mayor honra a la parte que carecía de ella, 25 a fin de que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros. 26 Y si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él. 27 Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él" (1 Corintios 12:12-27).
Otra interpretación sobre la 1a Epístola a Timoteo considera el punto de vista cronológico y regional: hay teólogos actualmente, especialmente dentro de iglesias pentecostales y otras evangélicas, que permiten la figura de "pastora" porque argumentan contra la interpretación tradicional, que se trataba de una carta que se refería a lo que debía ser en la iglesia de Efeso específicamente (1 Tim. 1:3), y defienden la idea de que este mandato no se dio para aplicarse a todas las iglesias. Una interpretación más al respecto, sostiene que es permisible a la mujer tomar el liderazgo de una iglesia o un matrimonio, cuando los varones que están se desentienden de su rol y se rehúsan a cumplir con el liderazgo, por falta de compromiso.

Sea cual sea la interpretación que se tome, la Biblia enseña indudablemente que las mujeres que son esposas tienen el deber de enseñar los caminos de Dios a sus hijos (esto es, junto a su padre, por su puesto, pero no en lugar de él). El versículo de Proverbios 22:6 implica que ambos padres deben instruir a los hijos en el camino del Señor. 

La Escritura se expresa de siervas de Dios como mujeres que también desempeñaban funciones de liderazgo espiritual en el pueblo de Dios, por ejemplo, la diaconisa Febe (Romanos 16:1) cuyo papel vendría a ser distinto del pastorado, pero no menos importante; o bien, otras mujeres líderes, tales como Miriam (que fue enviada por Dios mismo como líder junto a Moisés y Aarón (Miqueas 6:4), o las conocidas María, Elizabeth, Ruth, Noemí y Ester. 

La Biblia también hace mención del mujeres profetisas en la Biblia: tres servidoras de Dios que la Escritura llama profetizas fueron: Hulda (2 Reyes 22.14-20; 2 Crónicas 34.22), quien por palabra de Dios anunció juicio contra la impiedad gubernamental; Débora, profetiza verdadera y jueza femenina que gobernaba en Israel (Jueces 4:4-6)Ana, hija de Fanuel (Lucas 2:36), quien oraba en el templo de Jerusalén y reconoció de inmediato que Jesús era el Mesías Salvador en cuanto lo vio. 

También se habla en la Biblia de la voluntad de Dios de que las mujeres llenas del Espíritu Santo no sólo puedan, sino que deban estudiar, instruir, orientar y aconsejar sobre asuntos espirituales; no sólo a sus hijos, sino también a otras mujeres más jóvenes en la fe, a los niños, y a aquellos que no son creyentes.  Pablo, por ejemplo, escribió que las mujeres experimentadas sería de ejemplo y enseñanza a las mujeres jóvenes: 
"2 Que los hombres mayores sean sobrios, serios y prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia. 3 Asimismo, que las mujeres mayores sean reverentes en conducta, no calumniadoras ni esclavas del mucho vino, maestras de lo bueno, 4 de manera que encaminen en la prudencia a las mujeres jóvenes: a que amen a su marido y a sus hijos(Tito 2:2-5). 
El rol de la mujer como discípula de Jesús

Aunque las mujeres, en el consejo de Pablo, no tendrían que ejercer autoridad espiritual en la congregación (es decir, la reunión de la iglesia), esto no las excluye de ejercer autoridad o liderazgo fuera de la iglesia. El ejemplo principal es que, ciertamente el mensaje bíblico en conjunto muestra que las mujeres no solo "pueden" sino que DEBEN predicar el Evangelio a su alrededor en su vida diaria, porque esto es lo que Cristo mismo lo mandó a sus seguidores:
"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15) 
"Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;. 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Mateo 28:19-20).  
Recordemos que este mandato, al igual que sus promesas conjuntas, no se dado a unos cuantos discípulos sino a todos, porque Jesús había dicho a los doce: "Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos" (Marcos 13:37). 

Si creemos en el sacerdocio de todos los creyentes ante el mundo, (una doctrina básica y fundamental del cristianismo evangélico-protestante) no podemos entonces de ninguna forma excluir a las mujeres de obedecer el mandato que Jesucristo dio a todos, en el Sermón del Monte y en el resto de los Evangelios. Mucho menos cuando consideramos que Jesús fue el primero en enviar a las mujeres a predicar las buenas nuevas: pues después de la resurrección de Jesús, a excepción del discípulo amado, fueron sólo mujeres discípulas las que estuvieron siguiendo a Jesús durante su viacrucis (Lucas 23:27-28) fueron las mujeres discípulas las que estuvieron presentes en el momento su crucifixión (Marcos 15:40-41), fueron mujeres discípulas las que ungieron su cuerpo para la sepultura (Lucas 23:56) fueron mujeres las primeras que se enteraron de que Cristo ya no estaba en el sepulcro (Mateo 28:1-8. Marcos 16:1-8. Lucas 24:1-6), fueron las que se encontraron a un ángel que les dijo a ellas específicamente: “Váyanse deprisa, díganle a sus discípulos y a Pedro que Él ha resucitado de entre los muertos...”. Fueron mujeres discípulas las primeras en el mundo en dar las buenas noticias de que Jesús había resucitado, a pesar de que los doce apóstoles pensaban que estaban diciendo locuras (Lucas 24:1-11). Jesús claramente aprobó la acción de las mujeres y les mandó a ir y predicar las buenas nuevas a quienes no las sabían:
"8 Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, 9 Jesús les salió al encuentro, diciendo: —¡Hola! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán." (Mateo 28:8-10). 
¿Alguien se ha preguntado por qué Dios escogió a mujeres para anunciar las buenas noticias, antes que los hombres? ¿Quizá para romper un estereotipo? Como sea, esto se había anunciado siglos antes de que ocurriera:
"El Señor da la palabra; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son gran multitud" (Salmos 68:11)
Es evidente a la luz de estos versículos que Dios aprueba que las mujeres ejerzan un "liderazgo" espiritual al menos ante el mundo. El mandato y el Evangelio que Jesús dio es el mismo para las mujeres de hoy en día. Las mujeres fieles a Cristo pueden ser de gran testimonio para la gente que aún no conoce el amor de Dios.

Ahora bien, el Libro de Hechos, que nos habla de la forma en que vivían los primeros cristianos que fueron llenos del Espíritu Santo, tiene un excelente ejemplo con la figura de un judío llamado Aquila y su esposa Priscila (Hechos 18:1-3). La pareja viajaba junto a Pablo en su camino a Siria (Hechos 18:24-28) y al estar dentro de una sinagoga en Éfeso, ambos, (tanto el esposo como la esposa) escucharon a un judío llamado Apolos exponer de forma valiente pero algo confusa las Escrituras, por lo cual, "lo llevaron aparte y le explicaron el camino de Dios con aún más precisión(Hechos 24-28). La Escritura habla en plural, implicando que, habiendo salido de la sinagoga, tanto el hombre como su mujer le prepararon para explicar con mayor exactitud el papel de Jesús como Mesías (v.27-28). Este testimonio de un matrimonio que predicaba conjuntamente fue aprobado y su trabajo fue honrado por Pablo, que más tarde les reconoció como una pareja que servía a Dios para avance el Evangelio:
"Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí, a los cuales no sólo yo doy las gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles" (Romanos 16:3-4)
Así de felices nos deberíamos sentir los creyentes cuando cualquier cristiano, sea varón, mujer (o ambos) expone con alegría el camino de Dios a un mundo caído por el pecado  o maldad que espera la redención del Salvador Jesucristo. 

El rol laboral de la mujer

Es una visión cultural SIN SUSTENTO BÍBLICO el pensar que el hombre es el ÚNICO que debe suplir las necesidades de su casa. Lo que sí es un principio bíblico es que el esposo tiene la obligación de trabajar para proveer a su esposa e hijos las cosas que ellos necesiten, "pues quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen" (1 Timoteo 5:8). 

El punto es este: la voluntad de Dios es que los padres (varones) cumplan sus RESPONSABILIDADES y no se deslinden de ellas. Es lamentable que algunos religiosos machistas han tomado este versículo y otros y los han torcido para enseñar que las mujeres tienen prohibido trabajar. Gran error, gran tergiversación, y gran mentira. ¿No leímos que la mujer sabia edifica (es decir, trabaja)? Ninguna parte de la Biblia dice que la mujer tenga prohibido trabajar. Lo que enseña la Biblia claramente es el que el varón tiene la obligación (deber) de proveer a su familia (sea que la esposa trabaje o no). La mujer tiene la opción de trabajar fuera si ella quiere, aunque no es obligatorio. El ejemplo de Priscila y Aquila nos sirve dado que se nos dice que este matrimonio trabajaba como "fabricante de carpas" (Hechos 18:1-3)En el Antiguo Testamento, Seera, hija de Efraín, era otra mujer que trabajaba, de la cual se dice que "edificó a Bet-horón, la baja y la alta, y a Uzen-seera" (1 Crónicas 7:24). Bet-horón y Uzen-seera era el nombre de dos aldeas en el extremo occidental de las montañas Efraimitas.

Por otro lado, cuando un matrimonio tiene hijos, lo correcto también es que la esposa procure a sus hijos, y esto es una responsabilidad que se tiene como madre. ¡El punto es que la mujer no debe abandonar o desatender a sus hijos!, ¡pero tampoco el hombre a su familia! Por lo tanto, ¿qué tan cierto es decir que la mujer debe quedarse exclusivamente en casa?


Veámoslo de esta forma: si el hombre suple para las necesidades pero la mujer aún quiere trabajar, nada en la Biblia dice que la mujer tenga prohibido hacerlo, aunque se le pide que no descuide su papel como madre. De la misma forma, la Biblia enseña que el hombre debe proveer, pero tampoco debería descuidar su papel como padre y esposo por causa de su trabajo. Lo que se puede ver en realidad es que la mujer no tendría la obligación ni la necesidad de tener un trabajo si su esposo creyente cumple con su obligación. 

Por eso el apóstol Pablo escribió que "La mujer [refiriéndose en este caso a la esposa] se salvará siendo madre y permaneciendo con sensatez en la fe, el amor y la santidad" (1 Timoteo 2:15). Como en otros casos, este versículo la palabra mujer es sinónima de esposa, (una mujer que ya tiene hijos). Cuando Pablo enseña esto, de ninguna manera se implica que la esposa va a ir al cielo "sólo por ser madre" o sólo por tener hijos. Pensar tal cosa no sólo sería aberrante sino contraria al Evangelio de Cristo y a lo que Pablo mismo escribió respecto a la salvación, de la cual afirmó: "por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don [regalo] de Dios; 9 NO POR OBRAS, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9). Obviamente la mujer, al igual que el hombre, es salva sólo por la fe en Jesús; lo que Pablo enfatiza en este versículo es que la madre que es esposa y tiene hijos estará cumpliendo con su deber familiar si cumple sus responsabilidades como madre y esposa, al permanecer viviendo en una verdadera conducta cristiana de santidad, como seguidora de Jesucristo. 

Ese versículo de ninguna manera sugiere que la mujer soltera deba casarse y tener hijos para ser aprobada por Dios. Pablo mismo enseñó en la Biblia que para aquellas personas que tengan el don de la continencia y se siente apto para la soltería, no se impone, pero es una sugerencia preferible quedarse soltero o soltera (sea hombre o mujer) porque así podrá centrar toda su atención en el servicio a Dios. Este consejo paulino de soltería fue explícito tanto para hombres como para mujeres: 
"...Quiero que estén libres de preocupación. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señora. 33 Pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, 34 y sus intereses están divididos. La mujer que no está casada y la virgen se preocupan por las cosas del Señor, para ser santas tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido" (1 Corintios 7:32-35).
"6 Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. 7 Que mas quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera y otro de otra manera. 8 Digo, pues, a los no casados y a las viudas que les sería bueno si se quedasen como yo. 9 Pero si no tienen don de continencia, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse 10 Pero a los que se han casado mando, no yo, sino el Señor: que la esposa no se separe de su esposo 11 (pero si ella se aparta, que quede sin casarse o que se reconcilie con su esposo), y que el esposo no abandone a su esposa" (1 Corintios 6:7-11).
Evidentemente Pablo reconoce que la soltería no es para todos, pero recuerda que es una opción aprobada por Dios cuando la persona dedica su vida al amor de Dios y sabe mantenerse en pureza sin caer en pecados sexuales como la fornicación, la raíz del adulterio. Jesús habló de lo mismo cuando advertía en contra del divorcio: 
"Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo, y le preguntaron: "¿Es permitido que el marido repudie a su mujer por cualquier causa?”, pero Él, respondiendo, les dijo: "¿No han leído que el que los creó al principio, los creó como hombre y mujer y dijo: ‘Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se juntará a su mujer, y los dos serán hechos una misma carne?.’ Así que, ya no son dos, sino una carne. Por lo tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el ser humano”. Ellos le dijeron: "¿Entonces por qué Moisés decretó darle carta de divorcio y rechazarla?". Jesús les dijo: "Fue por la dureza del corazón que ustedes tienen que Moisés les permitió divorciarse de sus esposas, pero en el principio de la Creación no fue así. Y yo les digo que si no es por causa de adulterio, cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, adultera; y el que se casa con la divorciada, adultera”. 
Sus discípulos le dijeron: “Si así es la relación del hombre con su mujer, no conviene casarse”. Entonces Él les dijo: ‘‘No todos pueden recibir este precepto, sino aquellos a quienes les ha sido dado. Porque hay eunucos que así nacieron desde el vientre de su madre; y hay eunucos que son hechos así por los hombres; y hay eunucos que se hicieron así por causa del Reino de los cielos. El que pueda recibirlo, recíbalo (Mateo 19:3-12. Marcos 10:2-12. Lucas 16:18)
El rol de la mujer en el matrimonio

Uno de los pasajes más controversiales y malinterpetados de la Biblia cuando es puesto fuera de contexto es el siguiente, escrito también por el apóstol Pablo: 
"22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor. 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo. 24 Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo" (Efesios 5:22-24)
Lo primero que hay que decir es que un pasaje como este, citado fuera de contexto, no es un texto completo, sino un pretexto.  Los editores de las traducciones católicas de la Biblia (Biblia de las Américas) y (Nueva Biblia de los Hispanos) que tradujeron el versículo 22 diciendo: "las mujeres estén sometidas a sus propios maridos..." parecería que no tomaran en cuenta la connotación sumamente negativa que la palabra "sometida" tiene en la época contemporánea. "Estar sometida" al marido es interpretado por conservadores e incrédulos como una subordinación humillatoria, una vejación o una posición inferior y de maltrato; y si no, al menos una obediencia incuestionable al esposo o una aprobación de todo lo que un esposo machista ordena. Esa clase de "sometimiento" sería inconsistente con lo que la Biblia enseña en su consejo completo, y en conjunto con otras partes, porque otro precepto establece que "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29). 



Es curioso ver que en el manuscrito original, la palabra "sujetas" NO aparece como tal en este versículo sino que se intuye como subsecuente del versículo anterior, como lo muestra la imagen anterior. De cualquier forma, hay un problema en el orden moderno de algunas traducciones bíblicas dado que el capítulo parece estar separado de lo que se dice antes, porque el Nuevo Testamento originalmente no tenía separaciones por capitulo. 

Efesios 5:21, el versículo que justo precede, habla a la iglesia en general y nos dice que debemos estar "sometiéndonos unos a otros en el temor de Cristo" y esto debe interpretarse JUNTO a Efesios 5:22. ¿Porqué enfatizan algunos líderes religiosos la sujeción de la mujer y ni si quiera mencionan el versículo anterior donde claramente se habla de estar "SUJETOS UNOS A OTROS". Y, de cualquier forma, ¿qué implicaciones tiene esta sujeción? 

En el contexto de la carta de Efesios, primero que nada, "sujetarse" tiene relación con la fidelidad marital de forma humilde (no humillante), la lealtad voluntaria de una esposa a seguir a su esposo y la lealtad humilde del esposo a seguir a su esposa en vida. Este significado de la palabra "sujetarse" se puede percibir claramente en una carta de Pablo donde se lee:
"Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, ella es libre de la ley del marido" (Romanos 7:2 RV1960)
Esto indica que si una mujer enviuda, bíblicamente es libre de la unión que tenía con su marido; sin problema moral puede casarse otra vez con otro creyente pues ya no está "sujeta" al marido. Ya no está ligada a la relación marital que tenían. En otros sentido también se aplica la fidelidad pues la Biblia nos pide también que los hijos estén sujetos a su padre y madre, los congregantes estén sujetos a sus pastores y toda la iglesia esté sujeta a Cristo Jesús.

El "sujetarse al esposo" es un concepto que también tiene que ver con que la mujer no se pase el tiempo rebelándose contra lo que diga de su marido, no oponiéndose a él o contradiciéndolo en todo lo que decide, sino siendo comprensiva: un marido espera correspondencia y apoyo de parte de su mujer (una ayuda idónea o ideal, según Génesis 2:18), no una fuente de críticas incesantes que tendrían el potencial de irritar, lastimar o estresar. Asimismo, una esposa espera correspondencia y comprensión por parte de su esposo y lo último que quiere es dureza o desinterés por parte de él, órdenes arbitrarias o imposiciones. En la Biblia se nos describe así al respecto:
"2 Que los hombres mayores sean sobrios, serios y prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia. 3 Asimismo, que las mujeres mayores sean reverentes en conducta, no calumniadoras ni esclavas del mucho vino, maestras de lo bueno, 4 de manera que encaminen en la prudencia a las mujeres jóvenes: a que amen a su marido y a sus hijos, 5 a que sean prudentes y castas, a que sean buenas amas de casa, a que estén sujetas a su propio marido para que la palabra de Dios no sea desacreditada" (Tito 2:2-7)
Pedro también escribió respecto a la NECESIDAD de una relación matrimonial mutuamente respetuosa en beneficio de la educación de los hijos creyentes y para ser de buen testimonio de amor:
"Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a su marido para que, si algunos no obedecen a la palabra, también sean ganados sin una palabra por medio de la conducta de sus mujeres, 2 al observar su manera de vivir reverente y casta. 3 Su adorno no sea el exterior, con arreglos ostentosos del cabello y adornos de oro ni en vestir ropa lujosa; 4 sino que sea la persona interior del corazón en lo incorruptible de un espíritu tierno y tranquilo. Esto es de gran valor delante de Dios. 5 Porque así también se adornaban en tiempos antiguos aquellas santas mujeres que esperaban en Dios y estaban sujetas a su propio marido. 6 Así Sara obedeció a Abraham llamándolo señor. Y ustedes han venido a ser hijas de ella si hacen el bien y no tienen miedo de ninguna amenaza.  
7 Ustedes, maridos, de la misma manera vivan con ellas con comprensión, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que las oraciones de ustedes no sean estorbadas. 8 En fin, sean todos de un mismo sentir: compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos y humildes. 9 No devuelvan mal por mal ni maldición por maldición sino, por el contrario, bendigan; pues para esto han sido llamados, para que hereden bendición" (1 Pedro 3:1-9)
Nunca ninguna parte de la Biblia sugiere que el hombre tenga permiso de mandonear arbitrariamente a la mujer, ni que ella tenga que hacer ciegamente todo lo que un esposo controlador y pecaminoso le dice que haga. Cada vez que se habla de los deberes de la esposa en su matrimonio, se debe también hablar del deber del hombre de respetarla, valorarla, amarla y tratarla con sumo respeto, como dice la Biblia "DANDO HONOR A LA MUJER, COMO A VASO MÁS FRÁGIL, Y COMO A COHEREDERA DE LA GRACIA DE LA VIDA". 

Con toda seguridad, a la luz de los versículos que leímos, se puede llegar a la conclusión certera de que el matrimonio y el rol de la mujer en estos versículos proponen una relación de amor, comprensión mutua y respeto. Por un lado, es claro que la Biblia desaprueba el matriarcado: Dios no quiere que la mujer mandonee ordene al hombre. Por otro lado, la Biblia también desaprueba el machismo: Dios no quiere que el hombre controle ni sea dictador de órdenes arbitrarias a la mujer, ni le falte al respeto ni le falte el amor que se merece la mujer. 
El hombre como la cabeza del hogar: ¿qué implicaciones tiene?
Llamemos la atención a este punto: el llamado "orden familiar" bíblico en realidad no es una jerarquía de superioridad ni inferioridad de uno y otro, sino una forma de organización matrimonial. Todo equipo necesita un líder, y visto desde un punto de vista neutral, el hecho de que el esposo es llamado "la cabeza" del hogar en la mayoría de traducciones bíblicas le otorga al varón la función principal de administrar, dirigir, tomar ciertas iniciativas y decisiones finales como líder espiritual de su hogar, pero sigue siendo líder de un equipo conformado de dos partes humanas y una divina. El hombre tiene una función matrimonial, mas no una posición jerárquica. Esto no quiere decir que el hombre sea más inteligente ni tampoco que tenga más valor. En un equipo de trabajo, el director o coordinador no puede considerarse mejor que sus compañeros maestros. El coreback puede ser la cabeza de un equipo de fútbol pero no por eso es superior a los demás: ambos deben estar sujetos a las instrucciones del coach (en este caso, Dios). Si el hombre está para ser líder del equipo, debe recordarse que el equipo está conformado por los dos, y por los hijos; que él sea líder significa que él debe ser el que tome la iniciativa, el que haga propuestas, el que guíe a su equipo al camino de Dios, pero nunca que sea un dictador; un buen líder siempre debe buscar acordar o tener una relación perfecta y comprensible con sus pares. No se trata de que sea alguien mandón y no considere lo que el otro piensa o sienta, porque de otra manera, tarde o temprano fracasará y se quedará sólo. Aunque un cuerpo tenga cabeza, no funciona si no tiene corazón que bombee la sangre al cerebro, y un cuello que le mueva, y ninguna parte del cuerpo sobrevive si no come del Pan de Vida que da aliento y fuerzas desde el cielo.

Algunos comentaristas defensores del valor de la mujer insisten sabiamente que, cada vez que se estudien, la interpretación de los versículos en cuestión debe profundizarse y acercarse más al significado original de las palabras usadas en el manuscrito bíblico. Por ello, es importante considerar que en español la palabra “cabeza” tiene muchos significados. En el griego koiné (el lenguaje en el que se escribió el Nuevo Testamento) la palabra traducida como cabeza es "kefalé" que también tiene significados metafóricos que varían según el contexto: algunas veces interpretada como "líder", otras veces como "fuente". En hebreo, la palabra “cabeza” se expresa con el término rosh que simbólicamente también puede significar líder al igual que en el español, pero también "origen" o "principio". El estudioso Kenneth Bailey hace una interesante observación: 
"El año nuevo judío es celebrado como rosh hashanah, “la cabeza del año”. El primer día del año no tiene “autoridad sobre” el resto del año. Más bien, el año “fluye desde” ese primer día. En el Antiguo Testamento “El temor del Señor es la cabeza (rosh) de la sabiduría” (Sal. 111:10). Las traducciones al español usualmente dicen “El temor del Señor es el principio de la sabiduría” 
[Kenneth E. Bailey, Paul Through Mediterranean Eyes: Cultural Studies in 1 Corinthians (Downers Grove: InterVarsity Press, 2011) 302]
Pablo es el único escritor bíblico en decir que la "kefalé" de la mujer es el hombre, y ésto lo dice en dos ocasiones: 1 Corintios 11:3 y Efesios 5:23: el hombre es la cabeza de la mujer. Siendo los únicos dos versículos bíblicos que ocupan esta terminología, y ante  tantas posible malinterpretaciones, debemos interpretarlo de forma cuidadosa, congruente con el mensaje de toda la Biblia. El sólo hecho de que la Biblia llame al hombre la "cabeza" del hogar es aún controversial en el mundo postmodernista dado que en la mente de muchos conservadores la cuestión tiene que ver con ejercer autoridad arbitraria (la cual, vimos que no es posible según los versícuos antes expuestos). 

Hay una vertiente de la teología que aboga por una interpretación distinta y más completa. En el contexto de Efesios, el estudioso J Lee Grady (2011) nos recuerda que Pablo insta claramente a los esposos a amar y cuidar abnegadamente a sus esposas. Ofreciendo al respecto una reinterpretación igualitaria construída a base de una revisión etimológica y de pasajes bíblicos, nos advierte: 
"El lector casual podría suponer por la lectura de este pasaje que Dios estableció el matrimonio como una jerarquía. Sin embargo, la palabra griega usada para denotar 'cabeza' en ambos pasajes es 'kefalé', una palabra que no tiene nada que ver con la autoridad severa. Si Pablo hubera querido implicar una sumisión ciega autocrática habría usado una palabra más común: arjón. La palabra kefale puede significar tanto "fuente" (con la fuente de un río), o 'uno que conduce a la batalla" (como un precursor). Ninguna definición original de esta palabra da lugar al control, al abuso o a un dominio dictatorial. 
El liderazgo, en esencia, no consiste en "quién es el jefe". Realmente consiste en "quien es la fuente". El esposo es la "fuente" de la esposa porque la primera mujer se originó del primer hombre, y como resultado fue conectada íntimamente con él en una unión mística que no se parece a ninguna otra relación humana. 
Cuando Eva fue tomada del costado de Adán y luego le fue presentada, él recitó lo que parece ser un poema acerca de esta hermosa nueva creación. Dice en Génesis 2:23: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada hembra, porque del hombre fue tomada". 
Muchas Biblias resaltan este pasaje como poesía, pero algunos eruditos creen que en realidad es una canción. ¡Considere la posibilidad de que la primera canción de la Biblia sea una canción de amor de un esposo para su esposa! Hubo un serio romance en el Jardín del Edén y el primer hombre tuvo un caso grave de enamoramiento. Observe además que lo que celebra en este cántico es el hecho de que la mujer provino de él. Adán encuentra especial el que esta criatura de cautivante hermosura llamada "mujer" tuviera su origen en la costilla del hombre. 
El hecho de que él sea la "cabeza" de ella, o su "fuente" u "origen", hace que la relación con ella sea romántica, única y además profundamente espiritual. Los ue como compañeros para siempre. Comparten una santa y mística conexión que se realza todavía más cuando tienen relaciones sexuales. Pero su vínculo trasciende lo sexual; es una unión espiritual que fue creada y bendecida por el mismo Dios. Éste es el verdadero poder del liderazgo. Se trata de conexión, vinculación y correspondencia. Cuando un hombre se considera la cabeza de su esposa, eso le recuerda que ella es su igual, que provino de él, y que comparten una conexión especial, de pacto, que fue diseñada para durar toda la vida. Cuando una mujer considera a su esposo como su cabeza, se deleita en la protección que él le brinda y valora el aliento y el afecto de su río de amor. Y ella reconoce que esta conexión es un vícnulo de por vida. El matrimonio, como fue diseñado desde el principio, es una oportunidad para que un varón y una mujer compartan la sorprendente profundidad del amor de Dios durante toda su vida. 
El liderazgo también nos recuerda que el vínculo entre un esposo y su esposa es más importante que cualquier otra relación humana. De hecho, cuando Dios le dio Eva a Adán, le dijo que él tendría que cortar su conexión principal con sus padres. Dios dijo en Génesis 2:24: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Esto es verdadero también para la mujer. Cuando se une a su esposo en matrimonio, ya no considera a sus padres como su fuente principal. Dios crea una nueva familia con cada vínculo matrimonial. En la antigüedad, los padres a veces exigían derechos sobre los esposo de sus hijas o sobre sus posesiones (como intentó hacer Labán cuando Jacob huyó con Raquel y Lea en Génesis 32:22-23). Pero Dios no admite ese arreglo. El padre no es la cabeza de la hija casada, y los suegros no tienen derecho a exigir reclamos sobre la pareja recién casada... 
Nunca se dispuso que el hombre se interpusiera entre su esposa y la relación de ella con Dios, ni que el hombre estuviera sobre ella como una especie de policía establecido por Dios. El plan original siempre ha sido que el esposo y la esposa caminen en unidad divina como uno y juntos coloquen al Señor en el centro de su pacto". 
[Grady J. Lee (2011). 10 mentiras que los hombres creen: La verdad sobre las mujeres, el poder, el sexo, Dios y por qué importan (2011). Charisma Media, pp. 86-88]
Para ayudarnos a entender mejor esto hay que señalar que el único pasaje del Nuevo Testamento que menciona explícitamente la palabra para autoridad (exousia) en el contexto del matrimonio es en 1 Corintios 7:4 donde se toca el tema de la intimidad marital y se enseña que la autoridad del esposo sobre su propia carne está ¡COMPARTIDA! con una autoridad maritual que la esposa también tiene sobre él: 
"2 ...que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 3 Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. 4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5 No se nieguen el uno al otro, a menos que sea de acuerdo mutuo por algún tiempo, para que se dediquen a la oración y vuelvan a unirse en uno, para que no los tiente Satanás a causa de su incontinencia. 6 Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. 7 Más bien, quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera y otro de otra manera..." (1 Corintios 7:2-5). 
Pablo también reafirma que el hombre no independiente de la mujer en la misma carta a la iglesia de Corintios::
"Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer. 12 Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todas las cosas proceden de Dios" (1 Corintios 11:11-12).
Vemos por lo tanto que la Biblia habla de una relación horizontal de mutualidad (peticiones y apelaciones recíprocas) y de ninguna forma es una toma decisiones vertical, lo cual nos ayuda a confirmar que la unión y humildad en la pareja debe ser recíproca, recordando que Jesús advirtió: "todo aquél que se exalta a sí mismo será humillado, y todo aquél que se humille será exaltado" (Lucas 14:11).

Cuando Dios dio a conocer que crearía a la mujer, dijo de Adán: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea” (Génesis 2:18), lo cual muestra que en el matrimonio, la esposa es la ayuda perfecta para él. El esposo, a su vez, de entrada debe ser el protector que le corresponda trabajar o "arar" la tierra para cuidar de ella (Gén. 2:5; 1:28). Ambos se complementan; ambos esperan compañía, fidelidad y respeto, el uno del otro, por lo cual siempre deben cuidar la comunicación, o, como dice la Biblia, "el consentimiento mutuo" para no tomar una dirección arbitraria. La mujer en su papel de esposa debe buscar la voluntad de Dios y escudriñar las Escrituras aprendiendo junto a su marido, y los dos deben estar unánimes juntos y pedir dirección de Dios. Ambos deben llegar conjuntamente a un acuerdo mutuo, pues ambos se han hecho "una misma carne(Génesis 2:24; Marcos 10:8).

Un ejemplo claro es cuando Dios mandó al mismísimo Abraham, considerado un padre de la fe, a no desatender a las inquietudes de su esposa en el problema que surgió con Agar e Ismael: "..Dios dijo a Abraham: "No te angusties por el muchacho ni por tu sierva. Presta atención a todo lo que Sara te diga porque por Isaac será llamada tu descendencia..." (Génesis 21:12)Si el mismo Abraham atendió a todo lo que le decía Sara, un esposo cristiano también debería ocuparse, y nunca desechar groseramente, las preocupaciones de su mujer; nunca menospreciar sus palabras si ella busca tranquilidad o quiere hacer la voluntad de Dios, sino buscar en qué puede ayudarle. El hombre no debe de escuchar a la mujer si ésta le induce a pecar (para evitar lo que ocurrió en el Edén), pero tampoco la mujer debe escuchar al hombre si él le induce a pecar contra Dios (como en (1 Samuel 25:1-38). En una relación bíblicamente sana, ambos miembros esperan ser escuchados y tanto el hombre como la mujer deben someterse al Señorío de Cristo y buscar la voluntad de Dios en lo que decidan hacer como matrimonio.


Si con ser cabeza de la mujer, se piensa en liderazgo y una función de autoridad espiritual, hay que distinguir también autoridad de autoritarismo. Consideremos lo que un estudioso de la materia comparte sobre concepciones básicas del liderazgo que encajan bien dentro del esquema moral del matrimonio y nos recuerdan que el esposo debe ser un líder compañero y no un jefe absoluto:
"Un jefe es quien da órdenes incuestionables; un líder da el ejemplo y nunca pierde la humildad ante su equipo. Un jefe manda a los demás esperando absoluta obediencia; un líder administra al equipo y si encarga cosas es para lograr un mejor rendimiento. Un jefe infunde miedo; un líder inspira entusiasmo. Un jefe culpa a los demás; un líder trabaja para ayudar a reparar el daño y entender lo que pasó para que no vuelva a ocurrir. Un jefe se limita a su propio punto de vista y posición; un líder considera lo que ven y viven los demás. Un jefe exige que la contraparte aprenda a hacer las cosas que no sabe; un líder exhorta con respeto y no exige cosas que él desconoce. Un jefe depende de su propia autoridad; un líder depende de la fuente de su confianza. Un jefe condena y se deslinda de culpas; un líder comparte la responsabilidad mutua. Un jefe usa a la gente; un líder se interesa en que la otra persona se desarrolle. Un jefe se lleva todo el crédito; un líder da crédito a los demás. Un jefe siempre quiere que le obedezcan; un líder se interesa por preguntar y escuchar; un jefe indica el camino que hay que seguir; un líder es el primero en acompañar a los demás. Un jefe dice, "ve"; un líder dice, "¡vamos!". 
La pareja debe recordar que el esposo está llamado a ser un líder, ambos son compañeros de un mismo equipo, y el único en el Universo y la vida digno de ser el Jefe Supremo de ambos y de todos es DIOS mismo. El jefe de jefes es servido. El líder es el primero en servir con amor y guiar a otros a hacer lo mismo. ¡Y sin embargo, Jesús vino a servir, porque aunque era el jefe, se volvió el líder servidor! Y nos llamó a servir también a todos:
"25 Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos.  26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, 27 y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; 28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:25-28).  
"13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. 16 Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. 17 Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos" (Juan 13:13-16). 
Por orden de Jesucristo, un esposo NUNCA debe exigir que "todos les sirvan" aunque sean su esposa y sus hijos: el esposo debe buscar seguir el ejemplo de Cristo y servir primero, al igual que la esposa ser recíproca. 



El trato del hombre a la mujer

La BIBLIA MANDA que el esposo debe amar a su esposa como a sí mismo, con el profundo, puro y leal amor de Cristo, dispuesto incluso a dar su vida por ella de ser necesario: así lo enseña este pasaje: 
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efesios 5:25-27). 
Ambos deben consentir mutuamente, comunicarse y recordar que son un mismo cuerpo:
"28 Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, 29 pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo». 32 Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia." (Efesios 5:28-32). 
Por tanto, la BIBLIA manda que las esposas deben ser tratadas con el más sumo respeto a su persona e integridad física; el varón debe tratar a la mujer como él quiere ser tratados (con amor, respeto, fidelidad, consideración, etc...), nunca debe una parte menospreciar a la otra porque se caería en pecado (Proverbios 14:21). 

Reiteramos que el hombre, por mandato bíblico, debe tratar a la mujer con la mayor delicadeza posible, como se indica en la ya citada de la carta de Pedro: 
"Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas" (1 Pedro 3:7). 
Lo que éste último versículo expresa es que si un hombre trata mal a su esposa, Dios NO escuchará las oraciones de ese hombre y desaprobará a tal persona; pero si el hombre trata bien a su esposa, no habrá en ello ningún impedimento para que Dios le escuche: la voluntad de Dios es hecha cuando se trata bien a la mujer, porque este es el deseo celestial. Por supuesto, las enseñanzas de Jesucristo también reafirman que el varón debe serle fiel a su esposa, tanto en sus actos, como en su corazón y pensamientos, y el deber de mantenerse en pureza y lealtad, o de lo contrario terminar en el infierno (1 Corintios 6:9-10; Efesios 5:5; Apocalipsis 22:15). Por eso, reafirmamos el dicho israelita de que la mujer salió de la costilla del hombre, no salió de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior, sino del lado para ser igual; debajo del brazo para ser protegida y a un lado del corazón para ser amada

Finalizamos este estudio advirtiendo que los varones creyentes en general, por orden bíblico, no sólo deben tratar bien a esposa, sino también a su madre y a todas las demás mujeres, pues la misma Biblia nos dice que debemos tratar a los demás como queremos ser tratados, que todas las cosas que hagamos a los demás, son las cosas que se nos hará a nosotros, y que debemos exhortar a las mujeres siendo siempre sumamente respetuosos: "a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza" (1 Timoteo 5:2). 

2 comentarios:

  1. "Los cristianos deberían estar en el primer plano de la [lucha por la] equidad de las mujeres, no detenerse en la parte trasera":
    -- Vicky Beeching

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  2. https://escapetoreality.org/2017/10/26/should-women-teach-1-timothy-2v12/
    https://godtv.com/women-preachers/

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