viernes, 13 de octubre de 2017

La ciudad sin zapatos (reflexión cristiana)

Es es la historia de un hombre que viajó a la llamada "ciudad de todas partes". Llegó temprano una mañana hace mucho tiempo. Hacía frío, había copos de nieve en el suelo y cuando me dirigía al tren hacia la plataforma, me di cuenta de que el hombre que cargaba las maletas y el mozón de estación estaban ataviados cómodamente con gruesos abrigos y con guantes, pero por extraño que parezca, no usaban zapatos . Al mirar más allá, me di cuenta de que nadie en la estación llevaba zapatos. Me subí al tranvía, y vi que mis compañeros de viaje también estaban descalzos, y al llegar al hotel, encontré que tanto al botones como al trabajador, les faltaban zapatos. Incapaz de contenerme por más tiempo, le pregunté al gerente insinuante que era lo que significaba esa costumbre. 
"¿Qué costumbre?", preguntó él. "¿Porqué no usan zapatos?", le dije, señalando sus pies descalzos, "¿Qué nadie usa zapatos en esta ciudad?"  "Ah", dijo él, "así es esto. "¡Quien sabe porqué!" "Pero, ¿qué es lo que pasa? ¿No creen ustedes en los zapatos? "¿Que si creemos en los zapatos?, ¡amigo mío! Debo decirle que creemos mucho. Ese es el primer artículo en nuestro credo: zapatos. Son indispensables para la humanidad. "Bueno, entonces, ¿porqué no los usan?", le dije, perplejo."Ah", dijo él, "Así es esto. ¡Quien sabe porqué!" 
Después de que me registré en el hotel, me encontré con un caballero que quería enseñarme la ciudad. Lo primero que vimos al salir del hotel fue una grandísima estructura de ladrillos, de proporciones impresionantes.
¡Ah! mira ésta maravilla, señaló él con orgullo:"¿La ve?", dijo él, "¡ese es uno de nuestras maravillosos establecimientos de manufacturación de zapatos!"¿Cómo dijo?", pregunté con asombro. "¿Quiere decir que ustedes fabrican zapatos allí?" 
"Bueno... no exactamente," dijo él," allí hablamos de hacer zapatos, y créame, tenemos uno de los jóvenes más brillantes que haya escuchado jamás. Es muy elocuente. Habla conmovedoramente y convincentemente cada semana sobre este tema de los zapatos. Tiene una manera de lo más convincente y atractiva de hablar de eso. Precisamente ayer el conmovió al pueblo profundamente con su exposición de la necesidad de usar zapatos. Muchos se acongojaron y rompieron en llanto. Fue realmente maravilloso".
"Pero, entonces ¿por qué no los usan?", le dije insistentemente."Ah," dijo él, "Pues así es esto. ¡Yo qué sé!" 
Y saliendo de "La ciudad de todas partes" en el "Aquí y ahora", una y otra vez esa pregunta resonaba en mis oídos: "¡Quien sabe!, ¡Quien sabe!, ¡Quien sabe!"
Amigos míos, decimos que creemos en usar el camino de Cristo. Construimos bellas iglesias en las que predicamos y cantamos con elocuencia conmovedora acerca de la necesidad de seguir su ejemplo. Pero ¿por qué no lo hacemos?
Cristo dijo: "¿Por qué me llamáis, 'Señor, Señor', y no hacéis lo que yo os mando?" 
La gente dice: "¡Quien sabe!, ¡Yo que sé!, ¡Quien sabe porqué!" 
Pero Él dijo: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos."   
Historia relatada por Dr. Price Hughes, pastor cristiano de Gales, citando a su vez al Dr. Howard Thurman. Traducido de: Ralph Luker, Penny A. Russell. 2007. The Papers of Martin Luther King, Jr: Advocate of the social gospel, September 1948-March 1963. University of California Press, pp. 173-174

No hay comentarios:

Publicar un comentario